Conferencias y trabajos "in extenso"
1. A más de 100 años de la enseñanza de la anatomía en la Facultad de Medicina de la UNAM
Ismael Herrera Vázquez (1), Manuel Arteaga Martínez (2), Antonio Soto Paulino (1), María Isabel García Peláez (2), Beatriz Georgina Montemayor Flores (1), Guillermo Espinosa Villanueva (1).
(1) Laboratorio de Neuromorfología, Departamento de Anatomía, Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México.
(2) Laboratorio de Morfología del Desarrollo y Dismorfogénesis. Departamento de Anatomía, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México.
El antecedente directo de la actual Facultad de Medicina de la UNAM es el Establecimiento de Ciencias Médicas en 1833 por el vicepresidente de la República Mexicana, el Dr. Valentín Gómez Farías, en cumplimiento a la Ley del 23 de octubre de 1833 la cual ordena la supresión de la “Universidad de Méjico”, sustituyéndola por la Dirección General de Instrucción Pública.
El modelo a seguir era la enseñanza y ejercicio de la profesión médica en Francia, un modelo producto del desarrollo de los conocimientos de anatomía y fisiología, antecesor de la medicina científica, así la distribución de las cátedras y los programas educativos en el Establecimiento de Ciencias Médicas se pensaron siguiendo los ideales franceses.
Las características de este modelo surgen del paradigma anatomo-clínico, uno de sus pilares, en donde la observación clínica era sin duda el pulso más importante para elaborar el diagnóstico, el objetivo principal; buscar la anatomía alterada o dañada.
El médico del siglo XIX buscaba el signo físico a través de la observación, la auscultación, la percusión y la palpación, el campo de exploración, el cuerpo del paciente, sin más armas que sus sentidos agudizados, de ellos dependían y de sus conocimientos sobre la propia anatomía humana.
La anatomía humana que enseñábamos en el Establecimiento de las Ciencias Médicas, se conceptualizaba como la aproximación al estudio del espacio corporal desde la visión del método anatomoclínico y requería para lograrlo de una anatomía Descriptiva complementada por la Disección Anatómica, con el paso del tiempo y como consecuencia de la unión entre la cirugía y la medicina, fue requerida además de estas cátedras la de Anatomía topográfica.
Para estas cátedras fueron designados como el Dr. Guillermo Chayne , el Prosector el Dr. Salvador Rendón, quien al poco tiempo renunciaría ocupando la cátedra el célebre doctor de origen suizo Dr. Jeckel y el Dr. José María Barceló y Villagrán.
Así, los médicos que egresaban eran preparados para la observación racional del paciente, capacitados para elaborar una imagen del estado anatómico del paciente buscando el signo clínico desde la evidencia física corporal, en este viaje de exploración de la anatomía humana eran guiados en las cátedras por libros de anatomía impregnados de esta visión francesa, de anatomía descriptiva y topográfica, traducciones de los libros galos de Testut, Rouviere y Latarjet, cuyos conceptos médicos se complementaban con cultura clásica y fundamental.
Los estudiantes de medicina en México iniciaron el viaje de exploración científica que los llevaría a transitar desde el modelo anatomoclínico, al fisio-patológico hasta el etiológico, transformaciones que de forma sucesiva se realizaron en la medicina durante el siglo XIX.
Al mismo tiempo el Establecimiento de Ciencias Médicas inicio también su penoso peregrinaje, el cual no solamente afecto de manera general a las cátedras y alumnos, este evento dañaba seriamente la enseñanza de la anatomía, la cual desde el inicio contaba con prácticas de disección las cuales requerían por su naturaleza un local apropiado, lo cual sería seriamente afectado durante los innumerables traslados a realizarse durante 20 años.
El 7 de junio de 1854 la escuela peregrina llego a final de su camino. Se establece finalmente en el ex convento de San Idelfonso en lo que hoy conocemos con el Antiguo Palacio de la Medicina, reivindicando así la historia del edificio de la Santa Inquisición.
Al finalizar el siglo XIX la Escuela Nacional de Medicina testigo de los cambios en el paradigma biomédico decide reformar su plan de estudios, entonces en el primer año encontramos a la anatomía como descriptiva con prácticas de disección, así como anatomía general, en segundo año la anatomía se estudia desde su aproximación topográfica, también con prácticas de disección.
El 22 de septiembre de 1910 se inaugura la Universidad Nacional de México, iniciativa encabezada por el maestro Justo Sierra, en ese momento la Escuela Nacional de Medicina, se incorpora a la vida universitaria.
A mediados del siglo XIX fue Alemania la que tomó la hegemonía convirtiéndose en el escenario central de la patología celular, de la fisio-patología y de la etio-patología, transformado el modelo para resolver los problemas de salud tanto individual como colectiva.
La medicina mexicana en 1910 se encuentra transformado su atención desde el modelo francés hacia el modelo alemán, donde se considera al profesor-investigador, y al aula como extensión del laboratorio, donde los médicos y científicos tuvieran dedicación exclusiva a la enseñanza y la investigación de calidad.
La medicina del siglo XX utiliza el conocimiento científico, lo procesa y transforma conocimiento médico, así el conocimiento físico sobre los rayos X en 1895 se convertirá en los equipos de toma de radiografías.
El avance en las ciencias permite que las herramientas para atender a los pacientes se extendieran más allá de los recursos sensoriales del médico, el desarrollo de tecnología se pone a su servicio y se complementa con el desarrollo de los laboratorios de servicios clínicos.
La medicina del siglo XX propone un modelo de atención que pretende desplazar el antiguo modelo francés, el cual mantuvo su presencia en la medicina mexicana durante todo el porfiriato.
El Hospital General, inaugurado en la ciudad de México en 1905 nos demuestra el modelo alemán de atención de salud, ya que se construye a semejanza del Hospital Rudolf Virchow de Berlín, la imagen del médico, maestro e investigador auxiliado de los laboratorios clínicos aparece en este hospital, pabellones unidades, laboratorios, actualización tecnológica y desarrollo de trabajos de investigación.
En cuanto a la enseñanza de la medicina, se establece como eje la metodología científica reestructurando los planes de estudio de la ahora Escuela de Medicina, se desarrolla la investigación y se busca la renovación tecnológica, el objetivo es la correlación entre ciencia, clínica y tecnología.
Después de la primera guerra mundial Europa vivió una época de grandes avances tecnológicos en medicina, se inicia una importante migración de médicos europeos a Estados Unidos de Norteamérica llevando la experiencia de su trabajo en hospitales.
El ejercicio de la medicina inicia una época caracterizada por un desarrollo de recursos tecnológico para realizar el diagnóstico y el tratamiento de los pacientes, el invento del electrocardiógrafo, la tomografía y el electroencefalógrafo, la endoscopia del tubo digestivo, la trasfusión sanguíneas instrumentos para explorar ojo y oído permiten al seguir la pauta anatómica de los órganos conocer o aclarar los mecanismos fisiológicos y patológicos, se estudian las principales funciones en órganos y sistemas como los músculos, el sistema nervioso central, se conocen mejor la operación y control de los procesos biológicos fundamentales como la transmisión de impulsos nerviosos, la coagulación de la sangre, la inflamación , la excitación muscular entre otros.
En Estados Unidos de Norteamérica se inicia una reforma educativa en las Universidades, primero en las escuelas de medicina como producto del Informe Flexner publicado en 1910, se promueve el desarrollo de un modelo de enseñanza y ejercicio de la medicina centrada en la especialidad, un modelo muy exitoso durante el siglo XX.
Las recomendaciones que aparecen en el Informe destacan la importancia y necesidad de la enseñanza en ciencias básicas en el currículo de los estudios médicos, pero desafortunadamente inicia una perniciosa contraposición entre estas y las ciencias clínicas.
La enseñanza de la anatomía acompaña a esta visión clínica que para la atención del paciente fracciona el cuerpo, médicos que se especializan en un sistema o aparato, aparece en las aulas de la Escuela de Medicina la anatomía sistemática, que divide al cuerpo humano en aparatos y sistemas, para después iniciar su estudio desde el esqueleto, los músculos, ligamentos, vasos sanguíneos y linfáticos, describiendo su forma, relaciones, localización, estructura, vascularización e inervación.
La Universidad alcanza la Autonomía el 11 de julio de 1929.
En 1929 La enseñanza de la anatomía se realizaba desde varias aproximaciones, la cátedra de Anatomía seguía siendo Descriptiva y se complementaba con la cátedra de Disección, Anatomía Topográfica, curso de teoría y prácticas de disección
Hasta el año de 1931 la cátedra de Anatomía era atendida por un solo maestro, pero el creciente número de alumnos obligó a la designación de otro catedrático, el Dr. Darío Fernández.
La Escuela de Medicina hacia 1933 se renueva. Moderniza y enriquecer sus modelos de enseñanza, equipa sus laboratorios, se inician los cursos de posgrado, la vida académica se fortalece investigando y publicando en revistas especializadas.
Las actividades en investigación médica no tuvieron relevancia en nuestro país hasta 1938, podemos decir que la investigación científica no era una actividad de interés en esos tiempos para nuestra sociedad, quienes incursionaban en la investigación lo hacían sin apoyos económicos, movidos más por la curiosidad.
En México, el Dr. José J. Izquierdo es el primer médico de su tiempo que decide dedicarse completamente a la investigación médica.
Hacia 1940 un importante grupo de médicos y biólogos españoles a causa de la guerra civil española llegan a México, el Dr. Isaac Costero, Dr. Somolinos d’Ardois, entre muchos otros nutren las aulas y los laboratorios enriqueciendo el progreso de las ciencias biomédicas del país.
Después de la Segunda Guerra Mundial (1945) se presenta un gran desarrollo médico-tecnológico encabezado por la escuela norteamericana, caracterizado por el desarrollo, difusión y uso de tecnologías con lo que se borra parcialmente la tradición médica de las escuelas inglesas, francesa y alemana, provocando una especialización y subespecialización con la fragmentación del paciente.
El último viaje para la Facultad de Medicina habría de realizarse el 17 de marzo de 1956, para ocupar su lugar en la nueva Ciudad Universitaria.
A lo largo del siglo XX nuestra Facultad ha vivido las consecuencias de los tres grandes proyectos educativos que sobre la enseñanza universitaria diseñaron los gobiernos posrevolucionarios; el liberal-revolucionario-popular de 1920 y 1946 con la creación de una universidad nacional y de escuelas tecnológicas, el segundo proyecto el modernizador, de finales de la década de los cuarentas a los setentas, cuyo objetivo principal fue formar cuadros profesionales para el desarrollo de una economía moderna, y un tercer proyecto Neoliberal ochentas y noventas, con la visión de que la educación es un factor de promoción en el desarrollo económico y social de nuestro país.
Los profesores de anatomía de la Facultad de Medicina hemos sido testigos del crecimiento explosivo de la matrícula en medicina durante la década de los setentas, de la etapa de normalización en las décadas de los ochenta y noventas y del proceso de feminización de la formación y ejercicio de la medicina desde los años 90.
Al finalizar este siglo, si bien nos maravillamos al enfrentamos a un gran cambio en la forma de vivir, frente al proceso de globalización, la revolución tecnológica, el inmenso avance en las comunicaciones, los adelantos en la tecnología médica, nuevos métodos de diagnóstico, molecular, genético, medicina basada en evidencias, la telemedicina y la tele cirugía, también nos preocupa la deshumanización del ejercicio de la medicina.
No existen precedentes en la historia de la profesión médica de un tiempo con tantos , variados y profundos cambios en el ejercicio clínico, una medicina altamente científica con un mayor desarrollo del diagnóstico por imágenes, los rayos X, las tomografías computarizadas, los estudios de medicina nuclear, las imágenes por resonancia magnética y las ecografías,técnicas quirúrgicas, endoscopía, laparoscopía, microcirugía, neurocirugía, cirugía cardiovascular.
Ante esto, los profesores de anatomía nos preguntamos, ¿cuál ha de ser la enseñanza de la anatomía que nuestros estudiantes, futuros médicos, requerirán en este siglo XXI?
2. El conocimiento anatómico en el Perú pre-incaico
Jorge Moscol Gonzales
Universidad Nacional Federico Villarreal, Lima, Perú
El Lenguaje de las Piedras: De manera casual un joven poblador de la zona de la huaca Sechín, permitió descubrir un centro arqueológico con las pruebas de que en el Antiguo Perú se tenía conocimiento de la anatomía humana.
El muchacho vio una pieza lítica e informó de esto a Toribio Mejía Xesspe diciéndole que había visto una piedra con dibujos. Mejía fue en busca del doctor Julio C. Tello, médico y antropólogo conocido por estudiar las ruinas pre- hispánicas y, todos juntos, fueron al sitio donde efectivamente estaba la piedra. Era el 1º de Julio de 1937 y la primera vez, dice el Dr. Hernán Espejo, que se descubría en la Costa una piedra grabada "in situ". Aquella vez fueron encontradas 15 piezas pero posteriormente Julio C. Tello descubrió 98. Este hecho marca una etapa mundial. Los egipcios abrieron el cuerpo humano, se introdujeron dentro del mismo, pero no observaron sus órganos ni tampoco lo disecaron. Con el descubrimiento de Tello, se demuestra que en Sechín, los antiguos peruanos conocieron a través de la disección de cadáveres y la vivisección, la anatomía humana.
Ubicación de Sechín: Temporalmente Sechín está ubicado en el arcaico tardío y a inicios del formativo inferior (1,500 AC.). Tello dice que es una cultura derivada de la Chavín de Huantar, pero esto aún no es definitivo, pues existen estudios de otros arqueólogos, los cuales sugieren que se trata de una cultura "sui géneris" muy anterior a las fases clásicas y la relacionan con los hallazgos centroamericanos de Monte Albán, y si esto se confirmara por los investigadores, se repetiría el caso de una quiebra en las edades cronológicas o fases ya conocidas, como cuando se descubrió la cultura Vicús en el Departamento de Piura (1961).
La Piedra y el Barro: Arturo Jiménez Borja dice: que "Sechín es un gran complejo de carácter ceremonial" y lo ubica también en el período formativo, 1,500 años A.C. "Sechín presenta dos modalidades constructivas antes de la cultura Chavín en el Valle de Casma: un edificio realizado en barro, anterior a un edificio lítico"; continua afirmando "los elementos chavines, estratigráficamente aparecen encima del complejo arquitectónico y corresponden a la segunda ocupación del sitio". La tercera ocupación es de la cultura Casma y la última (cuarta) es Chimú. El cuadro que Jiménez Borja presenta, en su "Guía de Sechín", publicada juntamente con Lorenzo Samaniego Román, (Casma - Perú, 1973), ubica este complejo arqueológico en el período formativo o inicial después del período pre-cerámico, presentando en la primera ocupación del sitio la combinación de la piedra y el barro, con aldeas fortificadas, correspondientes al semi-período Aldas-Sechín, con esculturas en bajo y alto relieve, en barro, piedra y arcilla. En la segunda ocupación está la influencia Chavín con edificios públicos y ceremoniales de plataformas superpuestas y aldeas aglutinadas. También dice Jiménez Borja: "Sechín, como monumento, sugiere una sociedad estratificada compuesta por dirigentes y dirigidos."
Sechín y la Historia Médica: Sechín es especial para las ciencias médicas. En el cuadro cronológico que presenta el Dr. Francisco Alayza Escardó en "Historia de la Neurología en el Perú" (Lima, 1972) encontramos que entre el 1,400 y 800 AC. prosperan la medicina egipcia y mesopotámica. Es justamente en la etapa que se desarrolla Sechín, con sus construcciones de barro y piedra, en sus cuatro ocupaciones como centro anatómico. Es decir, que marchó paralelo con las culturas mundiales de Egipto y la Mesopotamia, por lo que Sechín ocupa un sitio primigenio dentro de la Historia de la Medicina y las piedras grabadas constituyen un testimonio elocuente de lo que ha quedado establecido.
Centro Anatómico y de Disección: Lorenzo Samaniego, en la "Guía de Sechín", dice "Los labrados de sus piedras son tipológicamente, es su estilo, los más antiguos del Perú pre - colombino". Por su parte, Víctor N. Paredes Ruiz, en su obra "Sechín, posible Centro de Conocimientos Anatómicos y de Disección en el antiguo Perú", señala que este monumento escultórico lítico, es el único en el Perú que exhibe tan variadas representaciones anatómicas, técnica y artísticamente elaboradas; y tanto por estar en el Norte del litoral costeño, como en todo el país, por sus grabados, es uno de los más antiguos e importantes monumentos arqueológicos del Continente, (nosotros agregamos de la Historia), y permítasenos creer que en Sechín está el origen y desarrollo de la ANATOMIA y DISECCION EN EL ANTIGUO PERU, con protección del Gobierno de los Sinchis o Secineses". Nosotros lo aseguramos.
Es un hecho que las piedras de Sechín tienen grabados que pertenecen a disecciones, y algo más: están demostrando que se practicó en ese complejo, en distintas épocas, la vivisección. Jiménez Borja señala: "el artista no graba lo que ve, graba lo que sabe. Este realismo no es óptico, es intelectual".
Los artistas al grabar las piedras de Sechín hacían lo que sabían y los que hacían las disecciones hasta usaron instrumentos quirúrgico como "cuchillas, bisturís y sierras", según cita Paredes Ruíz.
Del Papiro a las Piedras de Sechín: Juan B. lastres, dice "los investigadores no han tenido en cuenta, al hacer su exploración, la mentalidad indígena y sus costumbres. Existe en ellos el pensamiento mágico y la ley de participación como base de todos los fenómenos llamados actualmente biológicos" Aplicado este pensamiento a Sechín, llegamos a la conclusión que en las piedras todavía hay mucho que estudiar. En ellas se está revelando las costumbres de entonces, las vivencias, creencias, alucinaciones, supercherias y hasta el comportamiento en la forma que tenían de pelear sus guerras, que muy poco difieren de las de ahora. Se aprecia gestos de arrogancia, de dolor, gritos, ayes, sumisión, que lo dicen todo. Este es el lenguaje y el mensaje de nuestros antepasados, que así se comunican a diario con el mundo diciéndole todo lo que se hizo y la forma como se aprovechó del vencido para el conocimiento de la anatomía. Estas piedras son un testimonio de la época pre-histórica que tiene lenguaje y dejan un mensaje. En los famosos Papiros Médicos que datan entre el 1600 y 1500 AC. entre ellos el de Ebers que contiene un tratado del corazón o el de Ani conocido como el “Libro de los muertos”, se muestra un mensaje escrito muy técnico sobre conocimientos médicos o de la anatomía o del cadáver, pero no muestra una sola imagen gráfica que represente un órgano anatómico pese a que los egipcios tuvieron en sus manos todas las vísceras del cadáver que embalsamaban. Es decir, los escritos más antiguos del mundo no muestran imágenes anatómicas como sí se ven en los testimonios de Sechín. En uno de los papiros se lee claramente en la traducción: "Hay en el corazón un vaso que llega a todos los miembros del cuerpo. Si el médico toca con un dedo la cabeza, el cuello, los brazos, las manos, los pies o el cuerpo, en todos encontrará el corazón, porque el corazón llega a todos los miembros y habla en los vasos de cada miembro". Víctor Robinson, autor de "La Medicina en la Historia" (Ediciones del Tridente, 1947, Bs.As., Argentina), es quien da esta cita entre los mensajes que contiene el papiro de Tebas (1532 AC.), mencionando la doctrina del corazón. Si bien, el papiro habla del corazón, no muestra un cuadro, un dibujo, es decir, no hay una muestra anatómica objetiva de lo que es el corazón, como sí lo hacen los grabados de Sechín, con otros órganos, los cuales son de la misma época del mencionado papiro. El autor comenta que los egipcios, al final, con el correr del tiempo, siendo un pueblo tan capaz, sólo pudo crear una medicina estéril y sin progreso, que al no poder avanzar retrocedió con los siglos. Los primeros papiros contenían más medicina que magia, mientras en los últimos predominaba el encantamiento. Hemos de citar, también, la existencia del Hígado de Terracota de la cultura asirio-babilónica (3.000 años AC.) utilizado con fines litúrgicos, pues los asirios miraban el hígado para adivinar que camino seguir. Pero sucede que dicho hígado, se supone, es de animal y no de ser humano por ser bilobulado. (Sánchez Guisande, "Historia de la Medicina"). La Medicina Mesopotámica es considerada la más antigua (3.000 años AC.), sin embargo no se encuentran en ella testimonios de anatomía humana. (Arturo Castiglioni, "Historia de la Medicina"). Después de los papiros y del Hígado de Terracota, que sepamos, no ha habido otro documento testimonial que muestre el avance de la anatomía humana en la pre historia, hasta que se encontraron las piedras de Sechín que vienen a ser los primeros testimonios gráficos anatómicos de la historia. Se conoce que si no fueron todas, muchas culturas de distintas partes del mundo hicieron hecho trepanaciones craneanas. Entre ellas son muy famosas las trepanaciones de los Paracas en la Costa peruana, las mismas que demuestran un amplio conocimiento anatómico puesto que respetaban el trayecto de los senos venosos del cerebro por medio de puentes óseos. También es sabido el temor que tenemos los neurocirujanos de lesionar estos senos, que aún hoy con las técnicas modernas, causan la muerte del paciente por su profuso sangrado.
El Lenguaje de las Piedras: Las piedras talladas en bajo relieve por los antiguos pobladores del valle de Casma, mientras no se demuestre lo contrario, nos dicen que fueron ellos los primeros anatomistas de la historia. No existe otra cultura, por lo menos no la conocemos, que halla cultivado esta ciencia. Sechín impresiona por la realidad demostrada en las piezas líticas. El mensaje que quisieron dejar sus pobladores está latente. Se interpreta que se trató de un pueblo guerrero con gran sentimiento de plasticidad, nuestros antepasados no conocieron el lenguaje escrito pero sí el artístico y es que el individuo, como las culturas, empieza a emplear la expresión gráfica en una época muy temprana de la vida o de la historia. El niño primero dibuja y después escribe. El arte sobrevive así con su mensaje a las sociedades que lo engendran y a las mitologías que lo inspiran. Es a través del arte la forma en que los pueblos se comunican; los huacos retrato, los mantos de figuras desconocidas y las piedras de Sechín, son las formas lingüísticas que nuestros antiguos pobladores dejaron para decirnos lo desarrollados que estaban; si a los grabados anatómicos de Sechín le agregamos los cráneos trepanados, no nos queda más alternativa que convencernos que nuestros antiguos pobladores tenían vastos conocimientos de anatomía. El Dr. Hernán Espejo dice de las piedras grabadas de Sechín: "es posible que fueran ejecutadas por artífices que conocían bien las técnicas de grabación, pues han sido hechas sobre una sola cara de la laja y entre las representaciones de guerreros triunfantes, sobresalen para el interés médico, referidas al más diverso número de partes del cuerpo humano".
Prisioneros para la vivisección: Que los de Sechín eran guerreros no cabe la menor duda. Lorenzo Samaniego Román, en su fascículo "Monumentos Arqueológicos del Norte del Perú", describe la escultura lítica, representada por más de 300 tallas, hecha "en granodiorita, mediante previos diseños con hulla, luego, por medio de frotación con cincel lítico sobre trazos negros, se logró la figura incisa". Era la técnica usada por el grabador para dejar latente in eternum el mensaje de aquel pueblo bravío, guerrero. La alegoría de Sechín en general, interpretando juntas todas las imágenes, es la de una cruenta lucha "entre dos antiguos pueblos de la cuenca de Casma". En las tallas observamos las expresiones, ya referidas, de euforia, dolor, angustia, éxtasis. Los dos grupos guerreros están presentes. Lorenzo Samaniego Román los ubica así: "podemos admirar con extraordinaria claridad la presentación de dos grupos guerreros, semidesnudos y armas en mano, desfilando desde lados opuestos hacia la puerta principal, encabezados por sus propios estandartes, en forma triunfal y ceremonial; mientras tirados en el suelo reposan los despojos humanos de los vencidos: cabezas, brazos, piernas, vísceras, etc., formando una escena macabra". "La postura arrogante de los guerreros contrasta con las actitudes y gestos de los vencidos, en un drama increíble y a nuestro concepto, es aquí donde se puede apreciar la capacidad y motivación de los creadores del arte de Sechín". Los investigadores acusan incluso que se conservaron a los prisioneros para viviseccionarlos. El drama humano de la guerra deja así, con singular destreza y arte, un testimonio y un mensaje. Ambos interesan sobremanera a la ciencia médica, sobre todo el que se circunscribe al conocimiento anatómico. En esto, como hemos dicho y estamos demostrando, se ha perennizado una forma de lenguaje simbólico que nos remonta a los niveles más primitivos de la personalidad y de las sanguinarias luchas del hombre. Pero de todo ello emerge aquel sentimiento de plasticidad a que nos hemos referido. En aquellas trescientas estelas grabadas en bajo relieve, representando a personajes majestuosos que están cuidando o transportando cuerpos humanos mutilados y segmentados anatómicamente; se pueden apreciar fielmente expresados el tubo digestivo aislado, un riñón seccionado frontalmente, columnas vertebrales; cabezas decapitadas, ojos, miembros mutilados, segmentos de intestino. Evidentemente todas las piezas anatómicas que se aprecian en el monumento histórico, no son producto de la propia guerra en sí. Los combates de aquella época eran cuerpo a cuerpo con armas contundentes y no mutilantes; en los enfrentamientos a corta distancia se usaban las de tipo punzo cortantes o penetrantes. Entonces ver un riñón o un estómago aislado, fuera del cuerpo, nos indica que los antiguos peruanos tenían la inquietud de estudiar como era el cuerpo humano por dentro y que por tal motivo retiraban el órgano de su interior. Esta curiosidad, esta inquietud de saber cómo somos, se llama investigación y el hecho de haber seccionado el cuerpo para estudiarlo y ver su interior, es disección. Los que practicamos la anatomía en el anfiteatro, en el laboratorio disecando, sabemos lo difícil que es retirar y aislar el tubo digestivo tal cual como nos lo muestran los Sechines; hacerlo requiere de un amplio conocimiento anatómico, de gran destreza y del uso de instrumentos apropiados. Los grabados anatómicos de Sechín nos dicen que ellos tenían todo esto. Pero hay algo más que las propias piedras nos están diciendo a través de las expresiones faciales de dolor y terror; de las pupilas dilatadas representadas junto con los pelos de punta en las imágenes de hombres seccionados por la mitad; del ademán que hacen de sujetarse las vísceras que se escapan del vientre herido, abierto transversalmente; todo esto nos demuestra que estas disecciones fueron realizadas cuando los individuos estaban vivos, por lo tanto son vivisecciones experimentadas en los prisioneros, en los vencidos. La historia nos dice que en la Alejandría de los Ptolomeos, Herófilo y su discípulo griego Eracistrato (Siglo II AC.) fueron los primeros en practicar las vivisecciones humanas en prisiones; pero de esto sólo hay escritos dejados por Galeno sin ninguna representación gráfica.
Ciencia y arte en el Mensaje: Los antiguos peruanos han unido así, para dejar su mensaje, la ciencia (investigación) primitiva que practicaban y el arte que es indiscutible en todas nuestras antiguas culturas. Dice Arturo Jiménez Borja: "la escultura lítica es expresionista y figurativa, alcanzando madurez con respecto a la del edificio de barro, sin que se pierda la unidad estilística". Y concordamos con el médico arqueólogo afirmando nuevamente que este descubrimiento de 1937 es una prueba fehaciente del espíritu de observación y conocimiento biológico en su origen pre histórico; y demuestra el gran interés que los antiguos peruanos tenían por el conocimiento del cuerpo humano.
Por todo esto es necesario destacar en forma relevante, como ya lo hemos hecho en diversas ponencias presentadas en eventos como el VI Congreso Panamericano de Anatomía y XVIII Congreso Rioplatense de Anatomía, que los grabados líticos de Sechín son los testimonios más antiguos de disecciones humanas conocidos hasta la fecha. Consideramos que Sechín es el primer Centro Arquianatómico del Mundo. Allí, en Sechín, en la cuenca de Casma, está el testimonio que los antiguos peruanos disecaron seres humanos y perennizaron su saber grabando sus conocimientos con técnicas de arte muy superadas para la época. Sin embargo, Sechín, como primer centro anatómico del Mundo, no ocupa aún el lugar que le corresponde en la historia de la medicina.
Ismael Herrera Vázquez (1), Manuel Arteaga Martínez (2), Antonio Soto Paulino (1), María Isabel García Peláez (2), Beatriz Georgina Montemayor Flores (1), Guillermo Espinosa Villanueva (1).
(1) Laboratorio de Neuromorfología, Departamento de Anatomía, Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México.
(2) Laboratorio de Morfología del Desarrollo y Dismorfogénesis. Departamento de Anatomía, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México.
El antecedente directo de la actual Facultad de Medicina de la UNAM es el Establecimiento de Ciencias Médicas en 1833 por el vicepresidente de la República Mexicana, el Dr. Valentín Gómez Farías, en cumplimiento a la Ley del 23 de octubre de 1833 la cual ordena la supresión de la “Universidad de Méjico”, sustituyéndola por la Dirección General de Instrucción Pública.
El modelo a seguir era la enseñanza y ejercicio de la profesión médica en Francia, un modelo producto del desarrollo de los conocimientos de anatomía y fisiología, antecesor de la medicina científica, así la distribución de las cátedras y los programas educativos en el Establecimiento de Ciencias Médicas se pensaron siguiendo los ideales franceses.
Las características de este modelo surgen del paradigma anatomo-clínico, uno de sus pilares, en donde la observación clínica era sin duda el pulso más importante para elaborar el diagnóstico, el objetivo principal; buscar la anatomía alterada o dañada.
El médico del siglo XIX buscaba el signo físico a través de la observación, la auscultación, la percusión y la palpación, el campo de exploración, el cuerpo del paciente, sin más armas que sus sentidos agudizados, de ellos dependían y de sus conocimientos sobre la propia anatomía humana.
La anatomía humana que enseñábamos en el Establecimiento de las Ciencias Médicas, se conceptualizaba como la aproximación al estudio del espacio corporal desde la visión del método anatomoclínico y requería para lograrlo de una anatomía Descriptiva complementada por la Disección Anatómica, con el paso del tiempo y como consecuencia de la unión entre la cirugía y la medicina, fue requerida además de estas cátedras la de Anatomía topográfica.
Para estas cátedras fueron designados como el Dr. Guillermo Chayne , el Prosector el Dr. Salvador Rendón, quien al poco tiempo renunciaría ocupando la cátedra el célebre doctor de origen suizo Dr. Jeckel y el Dr. José María Barceló y Villagrán.
Así, los médicos que egresaban eran preparados para la observación racional del paciente, capacitados para elaborar una imagen del estado anatómico del paciente buscando el signo clínico desde la evidencia física corporal, en este viaje de exploración de la anatomía humana eran guiados en las cátedras por libros de anatomía impregnados de esta visión francesa, de anatomía descriptiva y topográfica, traducciones de los libros galos de Testut, Rouviere y Latarjet, cuyos conceptos médicos se complementaban con cultura clásica y fundamental.
Los estudiantes de medicina en México iniciaron el viaje de exploración científica que los llevaría a transitar desde el modelo anatomoclínico, al fisio-patológico hasta el etiológico, transformaciones que de forma sucesiva se realizaron en la medicina durante el siglo XIX.
Al mismo tiempo el Establecimiento de Ciencias Médicas inicio también su penoso peregrinaje, el cual no solamente afecto de manera general a las cátedras y alumnos, este evento dañaba seriamente la enseñanza de la anatomía, la cual desde el inicio contaba con prácticas de disección las cuales requerían por su naturaleza un local apropiado, lo cual sería seriamente afectado durante los innumerables traslados a realizarse durante 20 años.
El 7 de junio de 1854 la escuela peregrina llego a final de su camino. Se establece finalmente en el ex convento de San Idelfonso en lo que hoy conocemos con el Antiguo Palacio de la Medicina, reivindicando así la historia del edificio de la Santa Inquisición.
Al finalizar el siglo XIX la Escuela Nacional de Medicina testigo de los cambios en el paradigma biomédico decide reformar su plan de estudios, entonces en el primer año encontramos a la anatomía como descriptiva con prácticas de disección, así como anatomía general, en segundo año la anatomía se estudia desde su aproximación topográfica, también con prácticas de disección.
El 22 de septiembre de 1910 se inaugura la Universidad Nacional de México, iniciativa encabezada por el maestro Justo Sierra, en ese momento la Escuela Nacional de Medicina, se incorpora a la vida universitaria.
A mediados del siglo XIX fue Alemania la que tomó la hegemonía convirtiéndose en el escenario central de la patología celular, de la fisio-patología y de la etio-patología, transformado el modelo para resolver los problemas de salud tanto individual como colectiva.
La medicina mexicana en 1910 se encuentra transformado su atención desde el modelo francés hacia el modelo alemán, donde se considera al profesor-investigador, y al aula como extensión del laboratorio, donde los médicos y científicos tuvieran dedicación exclusiva a la enseñanza y la investigación de calidad.
La medicina del siglo XX utiliza el conocimiento científico, lo procesa y transforma conocimiento médico, así el conocimiento físico sobre los rayos X en 1895 se convertirá en los equipos de toma de radiografías.
El avance en las ciencias permite que las herramientas para atender a los pacientes se extendieran más allá de los recursos sensoriales del médico, el desarrollo de tecnología se pone a su servicio y se complementa con el desarrollo de los laboratorios de servicios clínicos.
La medicina del siglo XX propone un modelo de atención que pretende desplazar el antiguo modelo francés, el cual mantuvo su presencia en la medicina mexicana durante todo el porfiriato.
El Hospital General, inaugurado en la ciudad de México en 1905 nos demuestra el modelo alemán de atención de salud, ya que se construye a semejanza del Hospital Rudolf Virchow de Berlín, la imagen del médico, maestro e investigador auxiliado de los laboratorios clínicos aparece en este hospital, pabellones unidades, laboratorios, actualización tecnológica y desarrollo de trabajos de investigación.
En cuanto a la enseñanza de la medicina, se establece como eje la metodología científica reestructurando los planes de estudio de la ahora Escuela de Medicina, se desarrolla la investigación y se busca la renovación tecnológica, el objetivo es la correlación entre ciencia, clínica y tecnología.
Después de la primera guerra mundial Europa vivió una época de grandes avances tecnológicos en medicina, se inicia una importante migración de médicos europeos a Estados Unidos de Norteamérica llevando la experiencia de su trabajo en hospitales.
El ejercicio de la medicina inicia una época caracterizada por un desarrollo de recursos tecnológico para realizar el diagnóstico y el tratamiento de los pacientes, el invento del electrocardiógrafo, la tomografía y el electroencefalógrafo, la endoscopia del tubo digestivo, la trasfusión sanguíneas instrumentos para explorar ojo y oído permiten al seguir la pauta anatómica de los órganos conocer o aclarar los mecanismos fisiológicos y patológicos, se estudian las principales funciones en órganos y sistemas como los músculos, el sistema nervioso central, se conocen mejor la operación y control de los procesos biológicos fundamentales como la transmisión de impulsos nerviosos, la coagulación de la sangre, la inflamación , la excitación muscular entre otros.
En Estados Unidos de Norteamérica se inicia una reforma educativa en las Universidades, primero en las escuelas de medicina como producto del Informe Flexner publicado en 1910, se promueve el desarrollo de un modelo de enseñanza y ejercicio de la medicina centrada en la especialidad, un modelo muy exitoso durante el siglo XX.
Las recomendaciones que aparecen en el Informe destacan la importancia y necesidad de la enseñanza en ciencias básicas en el currículo de los estudios médicos, pero desafortunadamente inicia una perniciosa contraposición entre estas y las ciencias clínicas.
La enseñanza de la anatomía acompaña a esta visión clínica que para la atención del paciente fracciona el cuerpo, médicos que se especializan en un sistema o aparato, aparece en las aulas de la Escuela de Medicina la anatomía sistemática, que divide al cuerpo humano en aparatos y sistemas, para después iniciar su estudio desde el esqueleto, los músculos, ligamentos, vasos sanguíneos y linfáticos, describiendo su forma, relaciones, localización, estructura, vascularización e inervación.
La Universidad alcanza la Autonomía el 11 de julio de 1929.
En 1929 La enseñanza de la anatomía se realizaba desde varias aproximaciones, la cátedra de Anatomía seguía siendo Descriptiva y se complementaba con la cátedra de Disección, Anatomía Topográfica, curso de teoría y prácticas de disección
Hasta el año de 1931 la cátedra de Anatomía era atendida por un solo maestro, pero el creciente número de alumnos obligó a la designación de otro catedrático, el Dr. Darío Fernández.
La Escuela de Medicina hacia 1933 se renueva. Moderniza y enriquecer sus modelos de enseñanza, equipa sus laboratorios, se inician los cursos de posgrado, la vida académica se fortalece investigando y publicando en revistas especializadas.
Las actividades en investigación médica no tuvieron relevancia en nuestro país hasta 1938, podemos decir que la investigación científica no era una actividad de interés en esos tiempos para nuestra sociedad, quienes incursionaban en la investigación lo hacían sin apoyos económicos, movidos más por la curiosidad.
En México, el Dr. José J. Izquierdo es el primer médico de su tiempo que decide dedicarse completamente a la investigación médica.
Hacia 1940 un importante grupo de médicos y biólogos españoles a causa de la guerra civil española llegan a México, el Dr. Isaac Costero, Dr. Somolinos d’Ardois, entre muchos otros nutren las aulas y los laboratorios enriqueciendo el progreso de las ciencias biomédicas del país.
Después de la Segunda Guerra Mundial (1945) se presenta un gran desarrollo médico-tecnológico encabezado por la escuela norteamericana, caracterizado por el desarrollo, difusión y uso de tecnologías con lo que se borra parcialmente la tradición médica de las escuelas inglesas, francesa y alemana, provocando una especialización y subespecialización con la fragmentación del paciente.
El último viaje para la Facultad de Medicina habría de realizarse el 17 de marzo de 1956, para ocupar su lugar en la nueva Ciudad Universitaria.
A lo largo del siglo XX nuestra Facultad ha vivido las consecuencias de los tres grandes proyectos educativos que sobre la enseñanza universitaria diseñaron los gobiernos posrevolucionarios; el liberal-revolucionario-popular de 1920 y 1946 con la creación de una universidad nacional y de escuelas tecnológicas, el segundo proyecto el modernizador, de finales de la década de los cuarentas a los setentas, cuyo objetivo principal fue formar cuadros profesionales para el desarrollo de una economía moderna, y un tercer proyecto Neoliberal ochentas y noventas, con la visión de que la educación es un factor de promoción en el desarrollo económico y social de nuestro país.
Los profesores de anatomía de la Facultad de Medicina hemos sido testigos del crecimiento explosivo de la matrícula en medicina durante la década de los setentas, de la etapa de normalización en las décadas de los ochenta y noventas y del proceso de feminización de la formación y ejercicio de la medicina desde los años 90.
Al finalizar este siglo, si bien nos maravillamos al enfrentamos a un gran cambio en la forma de vivir, frente al proceso de globalización, la revolución tecnológica, el inmenso avance en las comunicaciones, los adelantos en la tecnología médica, nuevos métodos de diagnóstico, molecular, genético, medicina basada en evidencias, la telemedicina y la tele cirugía, también nos preocupa la deshumanización del ejercicio de la medicina.
No existen precedentes en la historia de la profesión médica de un tiempo con tantos , variados y profundos cambios en el ejercicio clínico, una medicina altamente científica con un mayor desarrollo del diagnóstico por imágenes, los rayos X, las tomografías computarizadas, los estudios de medicina nuclear, las imágenes por resonancia magnética y las ecografías,técnicas quirúrgicas, endoscopía, laparoscopía, microcirugía, neurocirugía, cirugía cardiovascular.
Ante esto, los profesores de anatomía nos preguntamos, ¿cuál ha de ser la enseñanza de la anatomía que nuestros estudiantes, futuros médicos, requerirán en este siglo XXI?
2. El conocimiento anatómico en el Perú pre-incaico
Jorge Moscol Gonzales
Universidad Nacional Federico Villarreal, Lima, Perú
El Lenguaje de las Piedras: De manera casual un joven poblador de la zona de la huaca Sechín, permitió descubrir un centro arqueológico con las pruebas de que en el Antiguo Perú se tenía conocimiento de la anatomía humana.
El muchacho vio una pieza lítica e informó de esto a Toribio Mejía Xesspe diciéndole que había visto una piedra con dibujos. Mejía fue en busca del doctor Julio C. Tello, médico y antropólogo conocido por estudiar las ruinas pre- hispánicas y, todos juntos, fueron al sitio donde efectivamente estaba la piedra. Era el 1º de Julio de 1937 y la primera vez, dice el Dr. Hernán Espejo, que se descubría en la Costa una piedra grabada "in situ". Aquella vez fueron encontradas 15 piezas pero posteriormente Julio C. Tello descubrió 98. Este hecho marca una etapa mundial. Los egipcios abrieron el cuerpo humano, se introdujeron dentro del mismo, pero no observaron sus órganos ni tampoco lo disecaron. Con el descubrimiento de Tello, se demuestra que en Sechín, los antiguos peruanos conocieron a través de la disección de cadáveres y la vivisección, la anatomía humana.
Ubicación de Sechín: Temporalmente Sechín está ubicado en el arcaico tardío y a inicios del formativo inferior (1,500 AC.). Tello dice que es una cultura derivada de la Chavín de Huantar, pero esto aún no es definitivo, pues existen estudios de otros arqueólogos, los cuales sugieren que se trata de una cultura "sui géneris" muy anterior a las fases clásicas y la relacionan con los hallazgos centroamericanos de Monte Albán, y si esto se confirmara por los investigadores, se repetiría el caso de una quiebra en las edades cronológicas o fases ya conocidas, como cuando se descubrió la cultura Vicús en el Departamento de Piura (1961).
La Piedra y el Barro: Arturo Jiménez Borja dice: que "Sechín es un gran complejo de carácter ceremonial" y lo ubica también en el período formativo, 1,500 años A.C. "Sechín presenta dos modalidades constructivas antes de la cultura Chavín en el Valle de Casma: un edificio realizado en barro, anterior a un edificio lítico"; continua afirmando "los elementos chavines, estratigráficamente aparecen encima del complejo arquitectónico y corresponden a la segunda ocupación del sitio". La tercera ocupación es de la cultura Casma y la última (cuarta) es Chimú. El cuadro que Jiménez Borja presenta, en su "Guía de Sechín", publicada juntamente con Lorenzo Samaniego Román, (Casma - Perú, 1973), ubica este complejo arqueológico en el período formativo o inicial después del período pre-cerámico, presentando en la primera ocupación del sitio la combinación de la piedra y el barro, con aldeas fortificadas, correspondientes al semi-período Aldas-Sechín, con esculturas en bajo y alto relieve, en barro, piedra y arcilla. En la segunda ocupación está la influencia Chavín con edificios públicos y ceremoniales de plataformas superpuestas y aldeas aglutinadas. También dice Jiménez Borja: "Sechín, como monumento, sugiere una sociedad estratificada compuesta por dirigentes y dirigidos."
Sechín y la Historia Médica: Sechín es especial para las ciencias médicas. En el cuadro cronológico que presenta el Dr. Francisco Alayza Escardó en "Historia de la Neurología en el Perú" (Lima, 1972) encontramos que entre el 1,400 y 800 AC. prosperan la medicina egipcia y mesopotámica. Es justamente en la etapa que se desarrolla Sechín, con sus construcciones de barro y piedra, en sus cuatro ocupaciones como centro anatómico. Es decir, que marchó paralelo con las culturas mundiales de Egipto y la Mesopotamia, por lo que Sechín ocupa un sitio primigenio dentro de la Historia de la Medicina y las piedras grabadas constituyen un testimonio elocuente de lo que ha quedado establecido.
Centro Anatómico y de Disección: Lorenzo Samaniego, en la "Guía de Sechín", dice "Los labrados de sus piedras son tipológicamente, es su estilo, los más antiguos del Perú pre - colombino". Por su parte, Víctor N. Paredes Ruiz, en su obra "Sechín, posible Centro de Conocimientos Anatómicos y de Disección en el antiguo Perú", señala que este monumento escultórico lítico, es el único en el Perú que exhibe tan variadas representaciones anatómicas, técnica y artísticamente elaboradas; y tanto por estar en el Norte del litoral costeño, como en todo el país, por sus grabados, es uno de los más antiguos e importantes monumentos arqueológicos del Continente, (nosotros agregamos de la Historia), y permítasenos creer que en Sechín está el origen y desarrollo de la ANATOMIA y DISECCION EN EL ANTIGUO PERU, con protección del Gobierno de los Sinchis o Secineses". Nosotros lo aseguramos.
Es un hecho que las piedras de Sechín tienen grabados que pertenecen a disecciones, y algo más: están demostrando que se practicó en ese complejo, en distintas épocas, la vivisección. Jiménez Borja señala: "el artista no graba lo que ve, graba lo que sabe. Este realismo no es óptico, es intelectual".
Los artistas al grabar las piedras de Sechín hacían lo que sabían y los que hacían las disecciones hasta usaron instrumentos quirúrgico como "cuchillas, bisturís y sierras", según cita Paredes Ruíz.
Del Papiro a las Piedras de Sechín: Juan B. lastres, dice "los investigadores no han tenido en cuenta, al hacer su exploración, la mentalidad indígena y sus costumbres. Existe en ellos el pensamiento mágico y la ley de participación como base de todos los fenómenos llamados actualmente biológicos" Aplicado este pensamiento a Sechín, llegamos a la conclusión que en las piedras todavía hay mucho que estudiar. En ellas se está revelando las costumbres de entonces, las vivencias, creencias, alucinaciones, supercherias y hasta el comportamiento en la forma que tenían de pelear sus guerras, que muy poco difieren de las de ahora. Se aprecia gestos de arrogancia, de dolor, gritos, ayes, sumisión, que lo dicen todo. Este es el lenguaje y el mensaje de nuestros antepasados, que así se comunican a diario con el mundo diciéndole todo lo que se hizo y la forma como se aprovechó del vencido para el conocimiento de la anatomía. Estas piedras son un testimonio de la época pre-histórica que tiene lenguaje y dejan un mensaje. En los famosos Papiros Médicos que datan entre el 1600 y 1500 AC. entre ellos el de Ebers que contiene un tratado del corazón o el de Ani conocido como el “Libro de los muertos”, se muestra un mensaje escrito muy técnico sobre conocimientos médicos o de la anatomía o del cadáver, pero no muestra una sola imagen gráfica que represente un órgano anatómico pese a que los egipcios tuvieron en sus manos todas las vísceras del cadáver que embalsamaban. Es decir, los escritos más antiguos del mundo no muestran imágenes anatómicas como sí se ven en los testimonios de Sechín. En uno de los papiros se lee claramente en la traducción: "Hay en el corazón un vaso que llega a todos los miembros del cuerpo. Si el médico toca con un dedo la cabeza, el cuello, los brazos, las manos, los pies o el cuerpo, en todos encontrará el corazón, porque el corazón llega a todos los miembros y habla en los vasos de cada miembro". Víctor Robinson, autor de "La Medicina en la Historia" (Ediciones del Tridente, 1947, Bs.As., Argentina), es quien da esta cita entre los mensajes que contiene el papiro de Tebas (1532 AC.), mencionando la doctrina del corazón. Si bien, el papiro habla del corazón, no muestra un cuadro, un dibujo, es decir, no hay una muestra anatómica objetiva de lo que es el corazón, como sí lo hacen los grabados de Sechín, con otros órganos, los cuales son de la misma época del mencionado papiro. El autor comenta que los egipcios, al final, con el correr del tiempo, siendo un pueblo tan capaz, sólo pudo crear una medicina estéril y sin progreso, que al no poder avanzar retrocedió con los siglos. Los primeros papiros contenían más medicina que magia, mientras en los últimos predominaba el encantamiento. Hemos de citar, también, la existencia del Hígado de Terracota de la cultura asirio-babilónica (3.000 años AC.) utilizado con fines litúrgicos, pues los asirios miraban el hígado para adivinar que camino seguir. Pero sucede que dicho hígado, se supone, es de animal y no de ser humano por ser bilobulado. (Sánchez Guisande, "Historia de la Medicina"). La Medicina Mesopotámica es considerada la más antigua (3.000 años AC.), sin embargo no se encuentran en ella testimonios de anatomía humana. (Arturo Castiglioni, "Historia de la Medicina"). Después de los papiros y del Hígado de Terracota, que sepamos, no ha habido otro documento testimonial que muestre el avance de la anatomía humana en la pre historia, hasta que se encontraron las piedras de Sechín que vienen a ser los primeros testimonios gráficos anatómicos de la historia. Se conoce que si no fueron todas, muchas culturas de distintas partes del mundo hicieron hecho trepanaciones craneanas. Entre ellas son muy famosas las trepanaciones de los Paracas en la Costa peruana, las mismas que demuestran un amplio conocimiento anatómico puesto que respetaban el trayecto de los senos venosos del cerebro por medio de puentes óseos. También es sabido el temor que tenemos los neurocirujanos de lesionar estos senos, que aún hoy con las técnicas modernas, causan la muerte del paciente por su profuso sangrado.
El Lenguaje de las Piedras: Las piedras talladas en bajo relieve por los antiguos pobladores del valle de Casma, mientras no se demuestre lo contrario, nos dicen que fueron ellos los primeros anatomistas de la historia. No existe otra cultura, por lo menos no la conocemos, que halla cultivado esta ciencia. Sechín impresiona por la realidad demostrada en las piezas líticas. El mensaje que quisieron dejar sus pobladores está latente. Se interpreta que se trató de un pueblo guerrero con gran sentimiento de plasticidad, nuestros antepasados no conocieron el lenguaje escrito pero sí el artístico y es que el individuo, como las culturas, empieza a emplear la expresión gráfica en una época muy temprana de la vida o de la historia. El niño primero dibuja y después escribe. El arte sobrevive así con su mensaje a las sociedades que lo engendran y a las mitologías que lo inspiran. Es a través del arte la forma en que los pueblos se comunican; los huacos retrato, los mantos de figuras desconocidas y las piedras de Sechín, son las formas lingüísticas que nuestros antiguos pobladores dejaron para decirnos lo desarrollados que estaban; si a los grabados anatómicos de Sechín le agregamos los cráneos trepanados, no nos queda más alternativa que convencernos que nuestros antiguos pobladores tenían vastos conocimientos de anatomía. El Dr. Hernán Espejo dice de las piedras grabadas de Sechín: "es posible que fueran ejecutadas por artífices que conocían bien las técnicas de grabación, pues han sido hechas sobre una sola cara de la laja y entre las representaciones de guerreros triunfantes, sobresalen para el interés médico, referidas al más diverso número de partes del cuerpo humano".
Prisioneros para la vivisección: Que los de Sechín eran guerreros no cabe la menor duda. Lorenzo Samaniego Román, en su fascículo "Monumentos Arqueológicos del Norte del Perú", describe la escultura lítica, representada por más de 300 tallas, hecha "en granodiorita, mediante previos diseños con hulla, luego, por medio de frotación con cincel lítico sobre trazos negros, se logró la figura incisa". Era la técnica usada por el grabador para dejar latente in eternum el mensaje de aquel pueblo bravío, guerrero. La alegoría de Sechín en general, interpretando juntas todas las imágenes, es la de una cruenta lucha "entre dos antiguos pueblos de la cuenca de Casma". En las tallas observamos las expresiones, ya referidas, de euforia, dolor, angustia, éxtasis. Los dos grupos guerreros están presentes. Lorenzo Samaniego Román los ubica así: "podemos admirar con extraordinaria claridad la presentación de dos grupos guerreros, semidesnudos y armas en mano, desfilando desde lados opuestos hacia la puerta principal, encabezados por sus propios estandartes, en forma triunfal y ceremonial; mientras tirados en el suelo reposan los despojos humanos de los vencidos: cabezas, brazos, piernas, vísceras, etc., formando una escena macabra". "La postura arrogante de los guerreros contrasta con las actitudes y gestos de los vencidos, en un drama increíble y a nuestro concepto, es aquí donde se puede apreciar la capacidad y motivación de los creadores del arte de Sechín". Los investigadores acusan incluso que se conservaron a los prisioneros para viviseccionarlos. El drama humano de la guerra deja así, con singular destreza y arte, un testimonio y un mensaje. Ambos interesan sobremanera a la ciencia médica, sobre todo el que se circunscribe al conocimiento anatómico. En esto, como hemos dicho y estamos demostrando, se ha perennizado una forma de lenguaje simbólico que nos remonta a los niveles más primitivos de la personalidad y de las sanguinarias luchas del hombre. Pero de todo ello emerge aquel sentimiento de plasticidad a que nos hemos referido. En aquellas trescientas estelas grabadas en bajo relieve, representando a personajes majestuosos que están cuidando o transportando cuerpos humanos mutilados y segmentados anatómicamente; se pueden apreciar fielmente expresados el tubo digestivo aislado, un riñón seccionado frontalmente, columnas vertebrales; cabezas decapitadas, ojos, miembros mutilados, segmentos de intestino. Evidentemente todas las piezas anatómicas que se aprecian en el monumento histórico, no son producto de la propia guerra en sí. Los combates de aquella época eran cuerpo a cuerpo con armas contundentes y no mutilantes; en los enfrentamientos a corta distancia se usaban las de tipo punzo cortantes o penetrantes. Entonces ver un riñón o un estómago aislado, fuera del cuerpo, nos indica que los antiguos peruanos tenían la inquietud de estudiar como era el cuerpo humano por dentro y que por tal motivo retiraban el órgano de su interior. Esta curiosidad, esta inquietud de saber cómo somos, se llama investigación y el hecho de haber seccionado el cuerpo para estudiarlo y ver su interior, es disección. Los que practicamos la anatomía en el anfiteatro, en el laboratorio disecando, sabemos lo difícil que es retirar y aislar el tubo digestivo tal cual como nos lo muestran los Sechines; hacerlo requiere de un amplio conocimiento anatómico, de gran destreza y del uso de instrumentos apropiados. Los grabados anatómicos de Sechín nos dicen que ellos tenían todo esto. Pero hay algo más que las propias piedras nos están diciendo a través de las expresiones faciales de dolor y terror; de las pupilas dilatadas representadas junto con los pelos de punta en las imágenes de hombres seccionados por la mitad; del ademán que hacen de sujetarse las vísceras que se escapan del vientre herido, abierto transversalmente; todo esto nos demuestra que estas disecciones fueron realizadas cuando los individuos estaban vivos, por lo tanto son vivisecciones experimentadas en los prisioneros, en los vencidos. La historia nos dice que en la Alejandría de los Ptolomeos, Herófilo y su discípulo griego Eracistrato (Siglo II AC.) fueron los primeros en practicar las vivisecciones humanas en prisiones; pero de esto sólo hay escritos dejados por Galeno sin ninguna representación gráfica.
Ciencia y arte en el Mensaje: Los antiguos peruanos han unido así, para dejar su mensaje, la ciencia (investigación) primitiva que practicaban y el arte que es indiscutible en todas nuestras antiguas culturas. Dice Arturo Jiménez Borja: "la escultura lítica es expresionista y figurativa, alcanzando madurez con respecto a la del edificio de barro, sin que se pierda la unidad estilística". Y concordamos con el médico arqueólogo afirmando nuevamente que este descubrimiento de 1937 es una prueba fehaciente del espíritu de observación y conocimiento biológico en su origen pre histórico; y demuestra el gran interés que los antiguos peruanos tenían por el conocimiento del cuerpo humano.
Por todo esto es necesario destacar en forma relevante, como ya lo hemos hecho en diversas ponencias presentadas en eventos como el VI Congreso Panamericano de Anatomía y XVIII Congreso Rioplatense de Anatomía, que los grabados líticos de Sechín son los testimonios más antiguos de disecciones humanas conocidos hasta la fecha. Consideramos que Sechín es el primer Centro Arquianatómico del Mundo. Allí, en Sechín, en la cuenca de Casma, está el testimonio que los antiguos peruanos disecaron seres humanos y perennizaron su saber grabando sus conocimientos con técnicas de arte muy superadas para la época. Sin embargo, Sechín, como primer centro anatómico del Mundo, no ocupa aún el lugar que le corresponde en la historia de la medicina.
3. Humanismo y Renacimiento. Su influencia en la investigación y educación médica moderna
José Gaspar Rodolfo Cortés Riveroll
Facultad de Medicina, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México
Humanismo es un vocablo que puede representar tres dimensiones del mismo concepto: una filosófica, como expresión programática de un ideal humano; otra pedagógica, como sistema basado en el estudio de las humanidades; y otra histórica y cultural, como caracterización de un movimiento intelectual y literario que se corresponde principalmente al Renacimiento, es a esta última a la que me voy a referir. Hombre: “A ti ha sido concedido un cuerpo más gracioso que el de otros animales, a ti la facultad de realizar movimientos aptos y diversos, a ti sentidos agudísimos y delicados, a ti ingenio, razón y memoria como un dios inmortal”[i]. Si bien no es posible afirmar que somos los más graciosos animales ni que nos sentimos como dioses inmortales, en 1400 algunos florentinos si lo creyeron, pues hubo un cambio de civilización que dependió de esta confianza. A partir de Salutati los cancilleres florentinos fueron eruditos y creyeron en aquellos studia humanitatis donde el saber podía ser el medio para lograr una vida dichosa[ii]. Leonardo Bruni, más tarde comparó las virtudes cívicas de la república de Florencia con las de la Roma republicana y después la comparó con Atenas en tiempos de Pericles; la vieja teoría de que el Renacimiento tuvo su base principal en el estudio de la literatura antigua, sigue siendo acertada. Cuando Bruni comparó a Florencia con Atenas, había leído a Tuscídides, los primeros 30 años del siglo XV fueron la edad de los estudios de textos antiguos y fue para dar albergue a estos textos valiosísimos, para lo que Cosme de Médicis hizo construir la biblioteca de San Marcos.La arquitectura renacentista al estilo de Brunelleschi satisfacía la necesidad de aquellos hombres lúcidos y animosos que aparecieron en el escenario florentino, en el que la vida empezaba a ser más importante que hacer dinero. La arquitectura de este primer renacimiento se fundamenta en la pasión por las matemáticas y por la geometría en particular: el cuadrado, el círculo, formas a las que creían dotadas de una perfección básica y que seguramente eran aplicables al cuerpo humano, lo que garantizaba la perfección de éste en función de la perfección de las primeras. Existen gran cantidad de dibujos y grabados hechos para demostrar esta tesis, el más famoso de éstos es uno de Leonardo da Vinci; y aunque matemáticamente no sea correcto, estéticamente no carece de significancia, porque es verdad que la simetría del cuerpo humano, y hasta cierto punto la relación de sus partes entre sí, influyen sobre nuestro sentido de las proporciones normales. La misma actitud se aplicó a la pintura con el sistema llamado perspectiva, por el cual se pensaba que, mediante ciertos cálculos matemáticos, era posible representar sobre una superficie plana la posición exacta de un cuerpo en el espacio. Esto también parece haberlo inventado Brunelleschi, aunque se observa mejor en las obras de sus amigos Ghiberti y Donatello, cuya escultura en bajorrelieve es en realidad una especie de pintura[iii]. La perspectiva se aplicó a la representación de ciudades, entre otras cosas porque en los suelos pavimentados y en las arquerías en disminución donde el sistema producía mejores efectos. El ejercicio original de Brunelleschi mostraba la plaza de la catedral de Florencia, con el Baptisterio en medio, pero las perspectivas puras que se han conservado representan ciudades imaginarias, armonías arquitectónicas, marcos ideales para el hombre social. Si bien, los florentinos del siglo XV miraban ávidamente a las civilizaciones griega y romana, buscando y leyendo a los autores antiguos además de escribirse unos a otros en latín, su imaginación seguía siendo gótica. No será sino hasta 1480 cuando aparezcan las primeras muestras de arqueología romántica, los lienzos decorativos que representan el Triunfo de Cesar de Mantenga. Posteriormente, el hombre que sí asimiló el arte antiguo y supo recrearlo, haciéndole más vital y más intenso, fue Miguel Ángel. A partir de su obra, por primera vez se afirmaba sin rodeos que el cuerpo humano (ese cuerpo que en la época gótica había sido un objeto de vergüenza y disimulo) podía ser un medio de expresión de sentimientos nobles, energía creadora y perfección divina.
La educación humanista
La educación ha sido considerada como el máximo sistema de socialización del ser humano, debido a que a través de este proceso el hombre no sólo se adapta y acepta las normas y valores existentes en la sociedad, sino que tiene la posibilidad para desarrollar su personalidad y participar en la transformación de la realidad que lo contiene. Esta transformación se ha realizado mediante diversas prácticas como la económica, la política, la ideológica y la científica, que a su vez configuran la estructura de la sociedad en un momento histórico determinado. La comprensión del proceso educativo, en la medida en que explica y delimita el sentido del hombre implícito en una estructura social mediante una seria reflexión sobre el proceso histórico, pone de manifiesto que en cada coyuntura histórica, la educación adquiere un significado y un sentido diferente, de conformidad con la concepción del hombre que predomine y con la intencionalidad de la estructura social que lo determina. La idea de un nacimiento nuevo, de un retorno a los principios, especialmente a la naturaleza y que impregna todo el Renacimiento, se puede traducir en la prosa ingeniosa del médico de Montpellier Nicodemo Frischlin como “purgantes y lavados”, más no por ello se pierde interés sobre la necesidad de un nuevo comienzo, de una rebelión plena y completa frente a una tradición convertida en opresión.[iv] Así son las curas en la escuela de Ponócrates: “a un alumno empachado de nociones y alimentos con mente tan poco cuidada como el cuerpo, comenzará por purgarle la inteligencia con eléboro de Anticira para liberarla y limpiarla por fuera y por dentro del lodo que sofoque su naturaleza”. Estas curas se armonizan con una educación integralmente humana encuadrada bajo el signo de la espontaneidad y de la libertad reavivada por el interés y animada por una alegría saludable. Libre ejercicio físico y juegos libres se alternan con una libre cultura de la mente obtenida por la familiaridad con los grandes clásicos y por el contacto directo con los objetos, con la realidad del mundo. Campanella por su parte, rodea a los jóvenes de imágenes de los grandes del pasado para que sus figuras solemnes le permitan impartir una lección a partir de la interpretación de “figuras historiadas”. He aquí el secreto de este culto a los clásicos que no fue una pasiva repetición, sino el significado del valor educativo de la evocación ante los estudiantes de ejemplos de una humanidad más plena y rica. Rabelais insiste en este continuo proceso de integración de los libros con la vida, de las doctrinas leídas con “algún caso práctico y concerniente a la naturaleza humana”. El texto es solamente un ejemplar, un paradigma de investigación que educa y dirige la educación antes que proporcionar el saber ya formado y hermético para siempre. El verdadero comentario de Hipócrates no significa otro libro, o una glosa al margen de un libro, sino la observación nueva de enfermos reales. Así, con las contracciones dolorosas de un parto, pero con la alegría y satisfacción de apertura a la vida, nació hacia finales del siglo XIV un nuevo mundo:
"La época era todavía tenebrosa y se resentía del desastre y la calamidad de los godos, los cuales habían destruido toda buena literatura. Pero por bondad divina la luz y la dignidad fueron restituidas a las letras, y en ellas veo el progreso, […] Ahora, todas las disciplinas están restablecidas y las lenguas instauradas […] Todo el mundo está lleno de sabios, de doctos preceptores, y de amplias bibliotecas, hasta el punto de que, en mi opinión, ni en tiempos de Platón, ni en los de Cicerón, ni en los de Papiniano, había tanta comodidad para estudiar como ahora"[v]. Los hombres que hicieron de Florencia la ciudad más rica de Europa, vivían en ceñudas casas defensivas y robustas; nada en ellas anunciaba ese extraordinario episodio de la historia de la civilización al que denominamos Renacimiento. No parecía haber motivo alguno para que de improvisto, de las calles oscuras y angostas brotaran esas arquerías esbeltas y luminosas, con sus arcos de medio punto bajo sus rectilíneas cornisas. Por sus ritmos y proporciones, por su carácter abierto y acogedor contradicen el tenebroso estilo gótico que las precedió y que hasta cierto punto, todavía las rodea. ¿Qué ha ocurrido? Podemos encontrar la respuesta en una sentencia del filósofo griego Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas”[vi]. Esta renovación cuyos efectos tan vivazmente Rabelais describe como milagrosos, o aquella renovación que según Gargantúa había hecho irreconocibles no sólo las escuelas, sino todas las cosas y relaciones entre los hombres y las relaciones de los hombres con el mundo, había comenzado en el terreno de la educación y en el de la cultura en general. La cultura no consiste en recibir pasivamente conocimientos ya elaborados, consiste en que los hombres sean capaces de actuar, de descubrir, de conocer, “porque la condición humana es búsqueda, actuación constante y no posesión definitiva”. De aquí que el aprendizaje se inicie con el conocimiento de cómo los grandes hombres del pasado han accedido al conocimiento; no se buscará en Aristóteles la verdad, sino una forma noble de conseguirla. Cultura es formación humana y la formación se obtiene encontrando, con la ayuda de experiencias ejemplares nuestra humanidad. La atención se traslada y recae sobre el hombre y el problema se convierte en encontrar la manera de forjar hombres libres capaces de descubrir nuevos caminos o de crear nuevas realidades. Los studia humanitatis, quieren decir que lo que más importa es la educación del hombre, y que ésta no se alcanza a través de la adquisición de nociones más o menos numerosas, sino conquistando una clara conciencia de sí mismo y de la propia libertad, conviviendo hombres entre hombres. La escuela no tiene el deber de enseñarnos llenando de informaciones nuestro intelecto, sino de formarnos, convirtiéndonos en personas capaces de actuar. La vieja y famosa fórmula con la que hace un siglo Jacob Burckhardt definió el Renacimiento como el “descubrimiento del mundo y del hombre”, alude a esta cultura que mira al hombre, que se preocupa de desarrollar sus facultades, que piensa que todo el mundo conduce al hombre y todo se concibe en función del hombre. Frente al esoterismo escolástico, los humanistas predicaron el arte del lenguaje, adquirido mediante la lectio, la disputatio y la imitación de los grandes autores, especialmente poetas, historiadores y moralistas. Una educación que apunta hacia una libre formación del hombre y que se propone su liberación y potencialización, se funda en una profunda confianza de la naturaleza y en la constitución originaria de los seres. El problema es encontrar medios que no atenúen la capacidad del hombre, sino que provoquen y refuercen todas las iniciativas que caracterizan su vocación en una sociedad humana y que realmente permitan “la institución de toda la vida del hombre nacido noble en una ciudad libre”. Sobre estas bases ha de concebirse el complejo de formas en las que se concretó la renovación educativa del humanismo[vii]. La nueva lectura de los escritores clásicos significaba pues, algo más de gran relieve para la formación del hombre: el conocimiento histórico del mundo antiguo visto tal cual en todos sus aspectos y junto a un dominio más preciso de la lengua latina. La restauración de la antigüedad como tal, o sea, la recuperación del significado de los rasgos humanos originales, de las efectivas dimensiones históricas, fue el verdadero descubrimiento de los humanistas, su descubrimiento del hombre como individualidad histórica concreta y determinable; descubrir esto significaba para Leonardo Bruni dar a la página el significado que el autor le había dado y no someterla más a nosotros y falsificar los términos en una problemática que no era la suya. Estudiar así a los antiguos significa adquirir mejor conciencia histórica y crítica, darse cuenta de sí y de los otros, comprender las dimensiones del mundo humano y su desarrollo, comprender que la humanidad es una sociedad múltiple y sin embargo unida, que se desarrolla en un esfuerzo que se prolonga en el tiempo y vence el espacio.
La educación médica del Renacimiento
La preocupación por el estudio del latín clásico y por la lectura de grandes autores respondió a las mismas exigencias y mismos principios. La lengua es el vínculo humano por excelencia, pues “es con las palabras con lo que el hombre se hace hombre entre los hombres”. Sin el lenguaje no es comprensible la sociedad, la humanidad y su historia y de aquí deriva la idea de un carácters acramentum del lenguaje y la exigencia de estudiarlo con rigurosa precisión tratando de encontrar el verdadero valor de las palabras, “si se quiere penetrar en el corazón de los hombres y en el secreto de las obras y de los tiempos”. Hablando del latín y de su peso en la educación humanística, no se debe olvidar que el humanismo fue en sus orígenes un fenómeno italiano y que en Italia, la situación del latín era particular: “[…] la lengua de Roma coincidía con su imperio, con su fuerza de expansión política y cultural, con su civilización. Las nuevas Italia y Roma deben restaurar la lengua, deben volver a conocerla remontándose, más allá de la opresión y la tiranía de los bárbaros, a los propios orígenes históricos”[viii]. Sin embargo, aunque el estudio del latín tiene un valor especial en Italia mantiene una importancia fundamental para todas las regiones europeas, tomar conciencia del origen común de la cultura. De esta forma aquellas tres palabras medievales Incipit vita nova, poco a poco se van tornando realidad. Principalmente en las ciudades italianas y flamencas se desarrolla rápidamente ese espíritu burgués nacido en la Edad Media; aparece una economía urbana, artesanal y comercial; se inventa una contabilidad racional como instrumento matemático de la actividad económica; crece la burguesía frente a una vieja aristocracia feudal y eclesiástica, y como consecuencia, un afán de experiencia personal en la tarea de conocer el mundo y hacer la propia vida. Frente al prestigio de la tradición la necesidad de la experientia, palabra clave del espíritu moderno. Laín Entralgo[ix] sostiene que el estancamiento de las Universidades en el pensamiento escolástico, motivó que la naciente ciencia moderna se manifestara durante el Renacimiento en el “sabio solitario”, como lo fueron Copérnico, Erasmo, Paracelso, Vives, Cardano, Servet, Galileo, Harvey y Descartes. Así como en la “Academia” de Platón, las instituciones humanísticas promovieron la investigación, entre estas se encuentran la Accademia dei Lincei en Roma, la Royal Society en Londres y la Académie des Sciences de París, reforzadas desde luego por el gran desarrollo de la imprenta. Predominaba pues el saber antiguo, pero actualizado y reinterpretado por los humanistas. Se puede afirmar que el “galenismo” de los siglos XV y XVI fue el final de una larga etapa pero con un brillo jamás imaginado. La influencia de Galeno nunca había alcanzado tanta influencia por lo que no es motivo del azar, que los españoles hayan denominado “galeno” al médico. Pero tras una recepción entusiasta y acrítica de las doctrinas galénicas, le siguió un reconocimiento de errores y deficiencias parciales con las consiguientes propuestas de corrección y que finalmente resultaron con una ruptura total con Galeno, tras una revisión minuciosa de los textos enriquecida por la propia experiencia clínica. En otoño de 1513 llegó a Roma Leonardo da Vinci, hombre que amaba la belleza y el movimiento gracioso, pero con una pasión dominante: la curiosidad. El objeto de dicha curiosidad fue el hombre, pero no el hombre armado de ingenio, razón y memoria como un dios inmortal, sino el hombre como mecanismo. Describe diez maneras de dibujar un pie, cada una de las cuales hace resaltar distintos componentes de su estructura. Cada pregunta pedía una disección y cada disección quedaba dibujada con precisión. Al final encontró que el hombre -notable en cuanto mecanismo-, no se parecía en nada a un dios inmortal, que no solo es cruel y supersticioso, sino además débil comparado con las fuerzas de la naturaleza. Las ciencias empezaron así a cimentar sus bases que terminaron por destruir muchísimas concepciones tradicionales. El conocimiento médico, hasta entonces basado en los textos de la medicina árabe, como depositaria de la herencia clásica, se enriqueció con una diversidad de ediciones en latín de los textos de Hipócrates, Aristóteles y Galeno.[x] La experiencia personal, cada vez mayor, no tardó en superar los conocimientos de la antigüedad. La aparición de nuevas enfermedades como la sífilis y el empleo de nuevos descubrimientos, develaron enormes contradicciones entre la autoridad escrita y la realidad. Las reacciones fueron tres distintas:
Galenismo conservador. Para éste, el conocimiento helénico era una barrera insalvable y aunque sus partidarios mostraban cierta tolerancia frente a las nuevas experiencias, estaban convencidos de que Galeno había sabido todo cuanto era digno de saberse además de que era infalible; las discrepancias estaban dadas por la falseada transcripción de los manuscritos a través del tiempo.
Vitalismo. Paracelso encarno la reacción contraria; rechazó con vehemencia toda la tradición galenista, condenó los libros como obstáculo para el progreso y quiso crear una nueva medicina que se apoyara en la observación de la naturaleza y en la experiencia.
Galenismo creativo. Este transcurrió por un camino intermedio entre las dos posturas anteriores. A él se debe el verdadero Renacimiento de la Medicina, no del conocimiento, sino de la ciencia de la Antigüedad. La obra de Vesalio marca con toda nitidez este punto de transición. En su conjunto es una lucha contra la autoridad de Galeno, en la que se desvelan, sin la menor piedad, un centenar de errores, pero sin producir ninguna ruptura con la tradición.
La Anatomía de Vesalio
Andreas van Wesele, que luego latinizaría como Vesalius, nació el 31 de diciembre de 1514 en Bruselas. Descendiente de una gran familia de médicos al servicio de las casas reales de su tiempo: su bisabuelo fue médico del duque Carlos y de Federico III; el abuelo lo fue del archiduque Maximiliano y de Margarita de Austria. Su padre no fue médico pero sí farmacéutico de Margarita de Austria primero y del emperador Carlos V después. Andreas obtuvo el grado de bachiller en Lovaina y de ahí se trasladó a París para estudiar medicina, estudios que no pudo concluir por cuestiones de guerra y gracias a ello se trasladó a Padua, en donde después de concluir sus estudios, obtuvo la cátedra de cirugía y anatomía. Vesalio practicó su primera disección en Padua, entre el 6 y el 24 de diciembre de 1537 en el cuerpo de un hombre de 18 años. Al terminarla, rescató y armó el esqueleto -el primero de Padua-. Para la enseñanza de la anatomía recurría a los esquemas anatómicos que él mismo trazaba. En esa época los esquemas no eran usuales, de tal manera que este recurso resultó novedoso y se constituyó en un método didáctico apropiado para el estudio de la anatomía. Estos dibujos constituyen el antecedente de sus obras posteriores: las Tablas anatómicas y su libro De humani corporis fabrica, publicado en 1543[xi]. Su obra contiene una serie de notables ilustraciones y descripciones del cuerpo humano. En consonancia con la actitud avanzada de su tiempo, Vesalio sitúa al hombre en el centro de su interés y aboga por una representación fiel de la naturaleza. Al presentar su técnica de disección, hace que sus observaciones se presenten con una precisión desconocida hasta entonces. La obra de Vesalio fue realizada entre el invierno de 1539 y el verano de 1543. Sus estudiantes y sus amigos, lo estimularon para realizar la empresa. La descripción de la mayor parte de la Fábrica, especialmente las secciones relacionadas con los huesos, los músculos, el corazón y el cerebro, están basadas en la concepción del estudio anatómico. La mayor parte del material que utilizaba provenía de cuerpos de sexo masculino, aunque ocasionalmente no desperdiciaba la oportunidad de trabajar con un cadáver femenino. La nomenclatura anatómica, errática en la época, fue un problema que Vesalio resolvió incluyendo vocablos en griego, latín, árabe y hebreo, con el propósito de purificar y regularizar la terminología y facilitar la enseñanza anatómica. En agosto de 1543 se terminó la impresión de la obra y como el trabajo era de considerable valor le fue dedicado a Carlos V. La intensión de Vesalio era desde luego ingresar al servicio médico imperial para continuar con la tradición familiar. Vesalio impresionó tanto al emperador, que lo designó medicus familiares ordinarius, cargo que desempeñó hasta la abdicación del emperador y que luego continuó con Felipe II.
Con acres palabras corrige más de 200 errores de la anatomía antigua, verbi gratia: desmiente que el conducto biliar desemboca en el estómago; que al mover lateralmente la cabeza, las protuberancias de las articulaciones se separan de las vértebras cervicales; que en la base del cerebro existe una red de pequeñas arterias Rete mirabile; que el hígado consta de cinco partes, y que el útero esta bifurcado y consta de siete cámaras. Aún así, Vesalio sigue los postulados de Galeno, al que solo se limita a corregirlo y a ampliarlo. Por lo tanto las observaciones de Vesalio están determinadas por la fisiología galénica.[xii]Es por ello que, aunque no pudo encontrar los poros de la pared interventricular de cuya existencia Galeno estaba convencido, mantiene la creencia de que la sangre pasa del lado izquierdo al derecho del corazón atravesando la pared central. Líneas claras y precisas con una notable profundidad, un nítido sombreado y una gran calidad en el grabado, son características de los dibujos anatómicos del libro de Vesalio. Nueve son los grabados de los músculos y corresponden a disecciones realizadas en hombres, en los que pueden apreciarse los músculos posteriores de todo el cuerpo, señalados con letras cuya referencia se encuentra en el texto. En la obra los dibujos se encuentran separados, sin embargo, el paisaje que se muestra al fondo tiene continuidad y se puede unir con los nueve grabados. Estos paisajes son obra de Domenico Campagnola y los dibujos anatómicos pudieran ser de van Kalkar, compatriota de Vesalio y que realizó bajo la supervisión de éste. La mano de Tiziano no puede diferenciarse aunque no se duda de su participación.[xiii]El estilo de los grabados puede considerarse clásico renacentista, aunque recordemos que Tiziano entró en la esfera del Manierismo del centro y norte de Italia; hacia los últimos años de su vida, Tiziano revolucionó la técnica del óleo con su pincelada libre y expresiva, sus obras estaban “ejecutadas con trazos audaces, enérgicos, y en manchas de color, con el resultado de que no pueden verse de cerca, pero a distancia parecen perfectas”. Sin embargo, el tema anatómico requería de una técnica diferente con patrones lineales que buscan la estética del cuerpo humano y su entorno. Desde luego los dibujos del artista son más avanzados que las pinturas terminadas, sugiriendo otro aspecto de su personalidad.[xiv] Los grabados pueden considerarse lineales, cuerpos verticales sobre un fondo horizontal para formar una perpendicular, con el interés de resaltar cada músculo del cuerpo, pero también cada estructura del paisaje. En un primer plano se muestra el cuerpo con algunos músculos separados según avanza la disección y en un segundo se puede observar el paisaje abierto, que aunque con perspectiva sigue siendo plano. Las nueve figuras que muestran los músculos, aunque forman un conjunto defienden su autonomía con una claridad absoluta. Pocas disciplinas están claramente marcadas en el trabajo de un hombre como lo es la Anatomía en Vesalio. Su gran trabajo no fue resultado de una larga vida de experiencia como en el caso de Morgagni o de Virchow; no se formuló en el fuego de una hoguera intelectual como en el caso de Pasteur o el de Claude Bernard; tampoco fue una Tera de sutiles razonamientos como en el caso de Harvey. Vesalio fue un producto muy característico de su época. Su padre intelectual fue la ciencia galénica que existía mucho tiempo antes y su madre fue esa hermosa criatura, el nuevo arte renacentista que entonces estaba en la flor de su juventud. De la unión de esas dos fuerza surge Vesalio, como producto de su tiempo. Hombre fuerte y resuelto, de mente clara, bien estructurada y poco sutil, que realizó aquello para lo que había sido creado [xv].
Bibliografía
(1) Leon Battista Alberti, definió así al hombre por el año 1430, cuando su amigo el florentino Brunelleschi construyó la capilla de los Pazzi.
(1) Kenneth Clark, Civilización, México, Alianza, 1993, p. 143.
(1) Esto se puede observar en el Jacob y Esaú de Ghiberti y el relieve de Donatello en Padua que representa a San Antonio curando la pierna de un muchacho, enfermedad denominada Fuego de San Antonio o Ergotismus gangrenosus.
(1) La idea de una buena purga para liberarse de la escolástica se convierte en algo común. En el Priscianus vapulans de Nicodemo Frischlin, ordena una cura a base de: Rodolfo Agrícola, Erasmo, Cesalpino y unas píldoras de Brasavola. Eugenio Garín, La Educación en Europa 1400-1600, España, Editorial Crítica, 1987, p. 65.
(1) Cuando en el siglo XVI el hijo de Gargantúa, Pantagruel fue a estudiar a París, el padre le recordó en una carta, el precioso bien que había sido la escuela humanística. François Rabelais, Gargantúa y Pantagruel, Barcelona, RBA Editores, 1995, p. 219.
(1) Kenneth Clark, op. cit., p. 141.
(1) Eugenio Garin, op. cit., p. 75
(1) Lorenzo Valla, La Elegantiae, 1444, citado en Eugenio Garin, op. cit., p. 91.
(1) Pedro Laín Entralgo, Historia de la Medicina, México, Salvat, 1998, p. 247.
(1) Ibidem, p. 251.
(1) José Antonio Rojas, El visionario de la anatomía: Andreas Vesalius, México, CONACULTA/Pangea Editores, 1991, p. 12-16.
(1) Heinz Schott, Crónica de la Medicina, España, Plaza & Janés Editores, 1994, p. 145.
(1) José Antonio Rojas, op. cit., p. 32.
(1) Meyer Schapiro, Stylé, Argentina, Libros básicos, 1962, p. 24.
(1) Singer Ch. Y E.A. Underwood, A Short History of Medicine, Londres, Oxford University Press, 1962.
(i) León Battista Alberti, definió así al hombre por el año 1430, cuando su amigo el florentino Brunelleschi construyó la capilla de los Pazzi.
(ii) Kenneth Clark, Civilización, México, Alianza, 1993, p. 143.
(iii) Esto se puede observar en el Jacob y Esaú de Ghiberti y el relieve de Donatello en Padua que representa a San Antonio curando la pierna de un muchacho, enfermedad denominada Fuego de San Antonio o Ergotismus gangrenosus.
(iv) La idea de una buena purga para liberarse de la escolástica se convierte en algo común. En el Priscianus vapulans de Nicodemo Frischlin, ordena una cura a base de: Rodolfo Agrícola, Erasmo, Cesalpino y unas píldoras de Brasavola. Eugenio Garín, La Educación en Europa 1400-1600, España, Editorial Crítica, 1987, p. 65.
(v) Cuando en el siglo XVI el hijo de Gargantúa, Pantagruel fue a estudiar a París, el padre le recordó en una carta, el precioso bien que había sido la escuela humanística. François Rabelais, Gargantúa y Pantagruel, Barcelona, RBA Editores, 1995, p. 219.
(vi) Kenneth Clark, op. cit., p. 141.
(vii) Eugenio Garin, op. cit., p. 75.
(viii) Lorenzo Valla, La Elegantiae, 1444, citado en Eugenio Garin, op. cit., p. 91.
(ix) Pedro Laín Entralgo, Historia de la Medicina, México, Salvat, 1998, p. 247.
(x) Ibidem, p. 251.
(xi) José Antonio Rojas, El visionario de la anatomía: Andreas Vesalius, México, CONACULTA/Pangea Editores, 1991, p. 12-16.
(xii) Heinz Schott, Crónica de la Medicina, España, Plaza & Janés Editores, 1994, p. 145.
(xiii) José Antonio Rojas, op. cit., p. 32.
(xiv) Meyer Schapiro, Stylé, Argentina, Libros básicos, 1962, p. 24.
(xv) Singer Ch. Y E.A. Underwood, A Short History of Medicine, Londres, Oxford University Press, 1962.
José Gaspar Rodolfo Cortés Riveroll
Facultad de Medicina, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México
Humanismo es un vocablo que puede representar tres dimensiones del mismo concepto: una filosófica, como expresión programática de un ideal humano; otra pedagógica, como sistema basado en el estudio de las humanidades; y otra histórica y cultural, como caracterización de un movimiento intelectual y literario que se corresponde principalmente al Renacimiento, es a esta última a la que me voy a referir. Hombre: “A ti ha sido concedido un cuerpo más gracioso que el de otros animales, a ti la facultad de realizar movimientos aptos y diversos, a ti sentidos agudísimos y delicados, a ti ingenio, razón y memoria como un dios inmortal”[i]. Si bien no es posible afirmar que somos los más graciosos animales ni que nos sentimos como dioses inmortales, en 1400 algunos florentinos si lo creyeron, pues hubo un cambio de civilización que dependió de esta confianza. A partir de Salutati los cancilleres florentinos fueron eruditos y creyeron en aquellos studia humanitatis donde el saber podía ser el medio para lograr una vida dichosa[ii]. Leonardo Bruni, más tarde comparó las virtudes cívicas de la república de Florencia con las de la Roma republicana y después la comparó con Atenas en tiempos de Pericles; la vieja teoría de que el Renacimiento tuvo su base principal en el estudio de la literatura antigua, sigue siendo acertada. Cuando Bruni comparó a Florencia con Atenas, había leído a Tuscídides, los primeros 30 años del siglo XV fueron la edad de los estudios de textos antiguos y fue para dar albergue a estos textos valiosísimos, para lo que Cosme de Médicis hizo construir la biblioteca de San Marcos.La arquitectura renacentista al estilo de Brunelleschi satisfacía la necesidad de aquellos hombres lúcidos y animosos que aparecieron en el escenario florentino, en el que la vida empezaba a ser más importante que hacer dinero. La arquitectura de este primer renacimiento se fundamenta en la pasión por las matemáticas y por la geometría en particular: el cuadrado, el círculo, formas a las que creían dotadas de una perfección básica y que seguramente eran aplicables al cuerpo humano, lo que garantizaba la perfección de éste en función de la perfección de las primeras. Existen gran cantidad de dibujos y grabados hechos para demostrar esta tesis, el más famoso de éstos es uno de Leonardo da Vinci; y aunque matemáticamente no sea correcto, estéticamente no carece de significancia, porque es verdad que la simetría del cuerpo humano, y hasta cierto punto la relación de sus partes entre sí, influyen sobre nuestro sentido de las proporciones normales. La misma actitud se aplicó a la pintura con el sistema llamado perspectiva, por el cual se pensaba que, mediante ciertos cálculos matemáticos, era posible representar sobre una superficie plana la posición exacta de un cuerpo en el espacio. Esto también parece haberlo inventado Brunelleschi, aunque se observa mejor en las obras de sus amigos Ghiberti y Donatello, cuya escultura en bajorrelieve es en realidad una especie de pintura[iii]. La perspectiva se aplicó a la representación de ciudades, entre otras cosas porque en los suelos pavimentados y en las arquerías en disminución donde el sistema producía mejores efectos. El ejercicio original de Brunelleschi mostraba la plaza de la catedral de Florencia, con el Baptisterio en medio, pero las perspectivas puras que se han conservado representan ciudades imaginarias, armonías arquitectónicas, marcos ideales para el hombre social. Si bien, los florentinos del siglo XV miraban ávidamente a las civilizaciones griega y romana, buscando y leyendo a los autores antiguos además de escribirse unos a otros en latín, su imaginación seguía siendo gótica. No será sino hasta 1480 cuando aparezcan las primeras muestras de arqueología romántica, los lienzos decorativos que representan el Triunfo de Cesar de Mantenga. Posteriormente, el hombre que sí asimiló el arte antiguo y supo recrearlo, haciéndole más vital y más intenso, fue Miguel Ángel. A partir de su obra, por primera vez se afirmaba sin rodeos que el cuerpo humano (ese cuerpo que en la época gótica había sido un objeto de vergüenza y disimulo) podía ser un medio de expresión de sentimientos nobles, energía creadora y perfección divina.
La educación humanista
La educación ha sido considerada como el máximo sistema de socialización del ser humano, debido a que a través de este proceso el hombre no sólo se adapta y acepta las normas y valores existentes en la sociedad, sino que tiene la posibilidad para desarrollar su personalidad y participar en la transformación de la realidad que lo contiene. Esta transformación se ha realizado mediante diversas prácticas como la económica, la política, la ideológica y la científica, que a su vez configuran la estructura de la sociedad en un momento histórico determinado. La comprensión del proceso educativo, en la medida en que explica y delimita el sentido del hombre implícito en una estructura social mediante una seria reflexión sobre el proceso histórico, pone de manifiesto que en cada coyuntura histórica, la educación adquiere un significado y un sentido diferente, de conformidad con la concepción del hombre que predomine y con la intencionalidad de la estructura social que lo determina. La idea de un nacimiento nuevo, de un retorno a los principios, especialmente a la naturaleza y que impregna todo el Renacimiento, se puede traducir en la prosa ingeniosa del médico de Montpellier Nicodemo Frischlin como “purgantes y lavados”, más no por ello se pierde interés sobre la necesidad de un nuevo comienzo, de una rebelión plena y completa frente a una tradición convertida en opresión.[iv] Así son las curas en la escuela de Ponócrates: “a un alumno empachado de nociones y alimentos con mente tan poco cuidada como el cuerpo, comenzará por purgarle la inteligencia con eléboro de Anticira para liberarla y limpiarla por fuera y por dentro del lodo que sofoque su naturaleza”. Estas curas se armonizan con una educación integralmente humana encuadrada bajo el signo de la espontaneidad y de la libertad reavivada por el interés y animada por una alegría saludable. Libre ejercicio físico y juegos libres se alternan con una libre cultura de la mente obtenida por la familiaridad con los grandes clásicos y por el contacto directo con los objetos, con la realidad del mundo. Campanella por su parte, rodea a los jóvenes de imágenes de los grandes del pasado para que sus figuras solemnes le permitan impartir una lección a partir de la interpretación de “figuras historiadas”. He aquí el secreto de este culto a los clásicos que no fue una pasiva repetición, sino el significado del valor educativo de la evocación ante los estudiantes de ejemplos de una humanidad más plena y rica. Rabelais insiste en este continuo proceso de integración de los libros con la vida, de las doctrinas leídas con “algún caso práctico y concerniente a la naturaleza humana”. El texto es solamente un ejemplar, un paradigma de investigación que educa y dirige la educación antes que proporcionar el saber ya formado y hermético para siempre. El verdadero comentario de Hipócrates no significa otro libro, o una glosa al margen de un libro, sino la observación nueva de enfermos reales. Así, con las contracciones dolorosas de un parto, pero con la alegría y satisfacción de apertura a la vida, nació hacia finales del siglo XIV un nuevo mundo:
"La época era todavía tenebrosa y se resentía del desastre y la calamidad de los godos, los cuales habían destruido toda buena literatura. Pero por bondad divina la luz y la dignidad fueron restituidas a las letras, y en ellas veo el progreso, […] Ahora, todas las disciplinas están restablecidas y las lenguas instauradas […] Todo el mundo está lleno de sabios, de doctos preceptores, y de amplias bibliotecas, hasta el punto de que, en mi opinión, ni en tiempos de Platón, ni en los de Cicerón, ni en los de Papiniano, había tanta comodidad para estudiar como ahora"[v]. Los hombres que hicieron de Florencia la ciudad más rica de Europa, vivían en ceñudas casas defensivas y robustas; nada en ellas anunciaba ese extraordinario episodio de la historia de la civilización al que denominamos Renacimiento. No parecía haber motivo alguno para que de improvisto, de las calles oscuras y angostas brotaran esas arquerías esbeltas y luminosas, con sus arcos de medio punto bajo sus rectilíneas cornisas. Por sus ritmos y proporciones, por su carácter abierto y acogedor contradicen el tenebroso estilo gótico que las precedió y que hasta cierto punto, todavía las rodea. ¿Qué ha ocurrido? Podemos encontrar la respuesta en una sentencia del filósofo griego Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas”[vi]. Esta renovación cuyos efectos tan vivazmente Rabelais describe como milagrosos, o aquella renovación que según Gargantúa había hecho irreconocibles no sólo las escuelas, sino todas las cosas y relaciones entre los hombres y las relaciones de los hombres con el mundo, había comenzado en el terreno de la educación y en el de la cultura en general. La cultura no consiste en recibir pasivamente conocimientos ya elaborados, consiste en que los hombres sean capaces de actuar, de descubrir, de conocer, “porque la condición humana es búsqueda, actuación constante y no posesión definitiva”. De aquí que el aprendizaje se inicie con el conocimiento de cómo los grandes hombres del pasado han accedido al conocimiento; no se buscará en Aristóteles la verdad, sino una forma noble de conseguirla. Cultura es formación humana y la formación se obtiene encontrando, con la ayuda de experiencias ejemplares nuestra humanidad. La atención se traslada y recae sobre el hombre y el problema se convierte en encontrar la manera de forjar hombres libres capaces de descubrir nuevos caminos o de crear nuevas realidades. Los studia humanitatis, quieren decir que lo que más importa es la educación del hombre, y que ésta no se alcanza a través de la adquisición de nociones más o menos numerosas, sino conquistando una clara conciencia de sí mismo y de la propia libertad, conviviendo hombres entre hombres. La escuela no tiene el deber de enseñarnos llenando de informaciones nuestro intelecto, sino de formarnos, convirtiéndonos en personas capaces de actuar. La vieja y famosa fórmula con la que hace un siglo Jacob Burckhardt definió el Renacimiento como el “descubrimiento del mundo y del hombre”, alude a esta cultura que mira al hombre, que se preocupa de desarrollar sus facultades, que piensa que todo el mundo conduce al hombre y todo se concibe en función del hombre. Frente al esoterismo escolástico, los humanistas predicaron el arte del lenguaje, adquirido mediante la lectio, la disputatio y la imitación de los grandes autores, especialmente poetas, historiadores y moralistas. Una educación que apunta hacia una libre formación del hombre y que se propone su liberación y potencialización, se funda en una profunda confianza de la naturaleza y en la constitución originaria de los seres. El problema es encontrar medios que no atenúen la capacidad del hombre, sino que provoquen y refuercen todas las iniciativas que caracterizan su vocación en una sociedad humana y que realmente permitan “la institución de toda la vida del hombre nacido noble en una ciudad libre”. Sobre estas bases ha de concebirse el complejo de formas en las que se concretó la renovación educativa del humanismo[vii]. La nueva lectura de los escritores clásicos significaba pues, algo más de gran relieve para la formación del hombre: el conocimiento histórico del mundo antiguo visto tal cual en todos sus aspectos y junto a un dominio más preciso de la lengua latina. La restauración de la antigüedad como tal, o sea, la recuperación del significado de los rasgos humanos originales, de las efectivas dimensiones históricas, fue el verdadero descubrimiento de los humanistas, su descubrimiento del hombre como individualidad histórica concreta y determinable; descubrir esto significaba para Leonardo Bruni dar a la página el significado que el autor le había dado y no someterla más a nosotros y falsificar los términos en una problemática que no era la suya. Estudiar así a los antiguos significa adquirir mejor conciencia histórica y crítica, darse cuenta de sí y de los otros, comprender las dimensiones del mundo humano y su desarrollo, comprender que la humanidad es una sociedad múltiple y sin embargo unida, que se desarrolla en un esfuerzo que se prolonga en el tiempo y vence el espacio.
La educación médica del Renacimiento
La preocupación por el estudio del latín clásico y por la lectura de grandes autores respondió a las mismas exigencias y mismos principios. La lengua es el vínculo humano por excelencia, pues “es con las palabras con lo que el hombre se hace hombre entre los hombres”. Sin el lenguaje no es comprensible la sociedad, la humanidad y su historia y de aquí deriva la idea de un carácters acramentum del lenguaje y la exigencia de estudiarlo con rigurosa precisión tratando de encontrar el verdadero valor de las palabras, “si se quiere penetrar en el corazón de los hombres y en el secreto de las obras y de los tiempos”. Hablando del latín y de su peso en la educación humanística, no se debe olvidar que el humanismo fue en sus orígenes un fenómeno italiano y que en Italia, la situación del latín era particular: “[…] la lengua de Roma coincidía con su imperio, con su fuerza de expansión política y cultural, con su civilización. Las nuevas Italia y Roma deben restaurar la lengua, deben volver a conocerla remontándose, más allá de la opresión y la tiranía de los bárbaros, a los propios orígenes históricos”[viii]. Sin embargo, aunque el estudio del latín tiene un valor especial en Italia mantiene una importancia fundamental para todas las regiones europeas, tomar conciencia del origen común de la cultura. De esta forma aquellas tres palabras medievales Incipit vita nova, poco a poco se van tornando realidad. Principalmente en las ciudades italianas y flamencas se desarrolla rápidamente ese espíritu burgués nacido en la Edad Media; aparece una economía urbana, artesanal y comercial; se inventa una contabilidad racional como instrumento matemático de la actividad económica; crece la burguesía frente a una vieja aristocracia feudal y eclesiástica, y como consecuencia, un afán de experiencia personal en la tarea de conocer el mundo y hacer la propia vida. Frente al prestigio de la tradición la necesidad de la experientia, palabra clave del espíritu moderno. Laín Entralgo[ix] sostiene que el estancamiento de las Universidades en el pensamiento escolástico, motivó que la naciente ciencia moderna se manifestara durante el Renacimiento en el “sabio solitario”, como lo fueron Copérnico, Erasmo, Paracelso, Vives, Cardano, Servet, Galileo, Harvey y Descartes. Así como en la “Academia” de Platón, las instituciones humanísticas promovieron la investigación, entre estas se encuentran la Accademia dei Lincei en Roma, la Royal Society en Londres y la Académie des Sciences de París, reforzadas desde luego por el gran desarrollo de la imprenta. Predominaba pues el saber antiguo, pero actualizado y reinterpretado por los humanistas. Se puede afirmar que el “galenismo” de los siglos XV y XVI fue el final de una larga etapa pero con un brillo jamás imaginado. La influencia de Galeno nunca había alcanzado tanta influencia por lo que no es motivo del azar, que los españoles hayan denominado “galeno” al médico. Pero tras una recepción entusiasta y acrítica de las doctrinas galénicas, le siguió un reconocimiento de errores y deficiencias parciales con las consiguientes propuestas de corrección y que finalmente resultaron con una ruptura total con Galeno, tras una revisión minuciosa de los textos enriquecida por la propia experiencia clínica. En otoño de 1513 llegó a Roma Leonardo da Vinci, hombre que amaba la belleza y el movimiento gracioso, pero con una pasión dominante: la curiosidad. El objeto de dicha curiosidad fue el hombre, pero no el hombre armado de ingenio, razón y memoria como un dios inmortal, sino el hombre como mecanismo. Describe diez maneras de dibujar un pie, cada una de las cuales hace resaltar distintos componentes de su estructura. Cada pregunta pedía una disección y cada disección quedaba dibujada con precisión. Al final encontró que el hombre -notable en cuanto mecanismo-, no se parecía en nada a un dios inmortal, que no solo es cruel y supersticioso, sino además débil comparado con las fuerzas de la naturaleza. Las ciencias empezaron así a cimentar sus bases que terminaron por destruir muchísimas concepciones tradicionales. El conocimiento médico, hasta entonces basado en los textos de la medicina árabe, como depositaria de la herencia clásica, se enriqueció con una diversidad de ediciones en latín de los textos de Hipócrates, Aristóteles y Galeno.[x] La experiencia personal, cada vez mayor, no tardó en superar los conocimientos de la antigüedad. La aparición de nuevas enfermedades como la sífilis y el empleo de nuevos descubrimientos, develaron enormes contradicciones entre la autoridad escrita y la realidad. Las reacciones fueron tres distintas:
Galenismo conservador. Para éste, el conocimiento helénico era una barrera insalvable y aunque sus partidarios mostraban cierta tolerancia frente a las nuevas experiencias, estaban convencidos de que Galeno había sabido todo cuanto era digno de saberse además de que era infalible; las discrepancias estaban dadas por la falseada transcripción de los manuscritos a través del tiempo.
Vitalismo. Paracelso encarno la reacción contraria; rechazó con vehemencia toda la tradición galenista, condenó los libros como obstáculo para el progreso y quiso crear una nueva medicina que se apoyara en la observación de la naturaleza y en la experiencia.
Galenismo creativo. Este transcurrió por un camino intermedio entre las dos posturas anteriores. A él se debe el verdadero Renacimiento de la Medicina, no del conocimiento, sino de la ciencia de la Antigüedad. La obra de Vesalio marca con toda nitidez este punto de transición. En su conjunto es una lucha contra la autoridad de Galeno, en la que se desvelan, sin la menor piedad, un centenar de errores, pero sin producir ninguna ruptura con la tradición.
La Anatomía de Vesalio
Andreas van Wesele, que luego latinizaría como Vesalius, nació el 31 de diciembre de 1514 en Bruselas. Descendiente de una gran familia de médicos al servicio de las casas reales de su tiempo: su bisabuelo fue médico del duque Carlos y de Federico III; el abuelo lo fue del archiduque Maximiliano y de Margarita de Austria. Su padre no fue médico pero sí farmacéutico de Margarita de Austria primero y del emperador Carlos V después. Andreas obtuvo el grado de bachiller en Lovaina y de ahí se trasladó a París para estudiar medicina, estudios que no pudo concluir por cuestiones de guerra y gracias a ello se trasladó a Padua, en donde después de concluir sus estudios, obtuvo la cátedra de cirugía y anatomía. Vesalio practicó su primera disección en Padua, entre el 6 y el 24 de diciembre de 1537 en el cuerpo de un hombre de 18 años. Al terminarla, rescató y armó el esqueleto -el primero de Padua-. Para la enseñanza de la anatomía recurría a los esquemas anatómicos que él mismo trazaba. En esa época los esquemas no eran usuales, de tal manera que este recurso resultó novedoso y se constituyó en un método didáctico apropiado para el estudio de la anatomía. Estos dibujos constituyen el antecedente de sus obras posteriores: las Tablas anatómicas y su libro De humani corporis fabrica, publicado en 1543[xi]. Su obra contiene una serie de notables ilustraciones y descripciones del cuerpo humano. En consonancia con la actitud avanzada de su tiempo, Vesalio sitúa al hombre en el centro de su interés y aboga por una representación fiel de la naturaleza. Al presentar su técnica de disección, hace que sus observaciones se presenten con una precisión desconocida hasta entonces. La obra de Vesalio fue realizada entre el invierno de 1539 y el verano de 1543. Sus estudiantes y sus amigos, lo estimularon para realizar la empresa. La descripción de la mayor parte de la Fábrica, especialmente las secciones relacionadas con los huesos, los músculos, el corazón y el cerebro, están basadas en la concepción del estudio anatómico. La mayor parte del material que utilizaba provenía de cuerpos de sexo masculino, aunque ocasionalmente no desperdiciaba la oportunidad de trabajar con un cadáver femenino. La nomenclatura anatómica, errática en la época, fue un problema que Vesalio resolvió incluyendo vocablos en griego, latín, árabe y hebreo, con el propósito de purificar y regularizar la terminología y facilitar la enseñanza anatómica. En agosto de 1543 se terminó la impresión de la obra y como el trabajo era de considerable valor le fue dedicado a Carlos V. La intensión de Vesalio era desde luego ingresar al servicio médico imperial para continuar con la tradición familiar. Vesalio impresionó tanto al emperador, que lo designó medicus familiares ordinarius, cargo que desempeñó hasta la abdicación del emperador y que luego continuó con Felipe II.
Con acres palabras corrige más de 200 errores de la anatomía antigua, verbi gratia: desmiente que el conducto biliar desemboca en el estómago; que al mover lateralmente la cabeza, las protuberancias de las articulaciones se separan de las vértebras cervicales; que en la base del cerebro existe una red de pequeñas arterias Rete mirabile; que el hígado consta de cinco partes, y que el útero esta bifurcado y consta de siete cámaras. Aún así, Vesalio sigue los postulados de Galeno, al que solo se limita a corregirlo y a ampliarlo. Por lo tanto las observaciones de Vesalio están determinadas por la fisiología galénica.[xii]Es por ello que, aunque no pudo encontrar los poros de la pared interventricular de cuya existencia Galeno estaba convencido, mantiene la creencia de que la sangre pasa del lado izquierdo al derecho del corazón atravesando la pared central. Líneas claras y precisas con una notable profundidad, un nítido sombreado y una gran calidad en el grabado, son características de los dibujos anatómicos del libro de Vesalio. Nueve son los grabados de los músculos y corresponden a disecciones realizadas en hombres, en los que pueden apreciarse los músculos posteriores de todo el cuerpo, señalados con letras cuya referencia se encuentra en el texto. En la obra los dibujos se encuentran separados, sin embargo, el paisaje que se muestra al fondo tiene continuidad y se puede unir con los nueve grabados. Estos paisajes son obra de Domenico Campagnola y los dibujos anatómicos pudieran ser de van Kalkar, compatriota de Vesalio y que realizó bajo la supervisión de éste. La mano de Tiziano no puede diferenciarse aunque no se duda de su participación.[xiii]El estilo de los grabados puede considerarse clásico renacentista, aunque recordemos que Tiziano entró en la esfera del Manierismo del centro y norte de Italia; hacia los últimos años de su vida, Tiziano revolucionó la técnica del óleo con su pincelada libre y expresiva, sus obras estaban “ejecutadas con trazos audaces, enérgicos, y en manchas de color, con el resultado de que no pueden verse de cerca, pero a distancia parecen perfectas”. Sin embargo, el tema anatómico requería de una técnica diferente con patrones lineales que buscan la estética del cuerpo humano y su entorno. Desde luego los dibujos del artista son más avanzados que las pinturas terminadas, sugiriendo otro aspecto de su personalidad.[xiv] Los grabados pueden considerarse lineales, cuerpos verticales sobre un fondo horizontal para formar una perpendicular, con el interés de resaltar cada músculo del cuerpo, pero también cada estructura del paisaje. En un primer plano se muestra el cuerpo con algunos músculos separados según avanza la disección y en un segundo se puede observar el paisaje abierto, que aunque con perspectiva sigue siendo plano. Las nueve figuras que muestran los músculos, aunque forman un conjunto defienden su autonomía con una claridad absoluta. Pocas disciplinas están claramente marcadas en el trabajo de un hombre como lo es la Anatomía en Vesalio. Su gran trabajo no fue resultado de una larga vida de experiencia como en el caso de Morgagni o de Virchow; no se formuló en el fuego de una hoguera intelectual como en el caso de Pasteur o el de Claude Bernard; tampoco fue una Tera de sutiles razonamientos como en el caso de Harvey. Vesalio fue un producto muy característico de su época. Su padre intelectual fue la ciencia galénica que existía mucho tiempo antes y su madre fue esa hermosa criatura, el nuevo arte renacentista que entonces estaba en la flor de su juventud. De la unión de esas dos fuerza surge Vesalio, como producto de su tiempo. Hombre fuerte y resuelto, de mente clara, bien estructurada y poco sutil, que realizó aquello para lo que había sido creado [xv].
Bibliografía
(1) Leon Battista Alberti, definió así al hombre por el año 1430, cuando su amigo el florentino Brunelleschi construyó la capilla de los Pazzi.
(1) Kenneth Clark, Civilización, México, Alianza, 1993, p. 143.
(1) Esto se puede observar en el Jacob y Esaú de Ghiberti y el relieve de Donatello en Padua que representa a San Antonio curando la pierna de un muchacho, enfermedad denominada Fuego de San Antonio o Ergotismus gangrenosus.
(1) La idea de una buena purga para liberarse de la escolástica se convierte en algo común. En el Priscianus vapulans de Nicodemo Frischlin, ordena una cura a base de: Rodolfo Agrícola, Erasmo, Cesalpino y unas píldoras de Brasavola. Eugenio Garín, La Educación en Europa 1400-1600, España, Editorial Crítica, 1987, p. 65.
(1) Cuando en el siglo XVI el hijo de Gargantúa, Pantagruel fue a estudiar a París, el padre le recordó en una carta, el precioso bien que había sido la escuela humanística. François Rabelais, Gargantúa y Pantagruel, Barcelona, RBA Editores, 1995, p. 219.
(1) Kenneth Clark, op. cit., p. 141.
(1) Eugenio Garin, op. cit., p. 75
(1) Lorenzo Valla, La Elegantiae, 1444, citado en Eugenio Garin, op. cit., p. 91.
(1) Pedro Laín Entralgo, Historia de la Medicina, México, Salvat, 1998, p. 247.
(1) Ibidem, p. 251.
(1) José Antonio Rojas, El visionario de la anatomía: Andreas Vesalius, México, CONACULTA/Pangea Editores, 1991, p. 12-16.
(1) Heinz Schott, Crónica de la Medicina, España, Plaza & Janés Editores, 1994, p. 145.
(1) José Antonio Rojas, op. cit., p. 32.
(1) Meyer Schapiro, Stylé, Argentina, Libros básicos, 1962, p. 24.
(1) Singer Ch. Y E.A. Underwood, A Short History of Medicine, Londres, Oxford University Press, 1962.
(i) León Battista Alberti, definió así al hombre por el año 1430, cuando su amigo el florentino Brunelleschi construyó la capilla de los Pazzi.
(ii) Kenneth Clark, Civilización, México, Alianza, 1993, p. 143.
(iii) Esto se puede observar en el Jacob y Esaú de Ghiberti y el relieve de Donatello en Padua que representa a San Antonio curando la pierna de un muchacho, enfermedad denominada Fuego de San Antonio o Ergotismus gangrenosus.
(iv) La idea de una buena purga para liberarse de la escolástica se convierte en algo común. En el Priscianus vapulans de Nicodemo Frischlin, ordena una cura a base de: Rodolfo Agrícola, Erasmo, Cesalpino y unas píldoras de Brasavola. Eugenio Garín, La Educación en Europa 1400-1600, España, Editorial Crítica, 1987, p. 65.
(v) Cuando en el siglo XVI el hijo de Gargantúa, Pantagruel fue a estudiar a París, el padre le recordó en una carta, el precioso bien que había sido la escuela humanística. François Rabelais, Gargantúa y Pantagruel, Barcelona, RBA Editores, 1995, p. 219.
(vi) Kenneth Clark, op. cit., p. 141.
(vii) Eugenio Garin, op. cit., p. 75.
(viii) Lorenzo Valla, La Elegantiae, 1444, citado en Eugenio Garin, op. cit., p. 91.
(ix) Pedro Laín Entralgo, Historia de la Medicina, México, Salvat, 1998, p. 247.
(x) Ibidem, p. 251.
(xi) José Antonio Rojas, El visionario de la anatomía: Andreas Vesalius, México, CONACULTA/Pangea Editores, 1991, p. 12-16.
(xii) Heinz Schott, Crónica de la Medicina, España, Plaza & Janés Editores, 1994, p. 145.
(xiii) José Antonio Rojas, op. cit., p. 32.
(xiv) Meyer Schapiro, Stylé, Argentina, Libros básicos, 1962, p. 24.
(xv) Singer Ch. Y E.A. Underwood, A Short History of Medicine, Londres, Oxford University Press, 1962.
4. La Opera Medicinalia de Francisco Bravo
José Gaspar Rodolfo Cortés Riveroll
Facultad de Medicina Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México
Prolegómenos
Se me hace difícil hablar del valor de las bibliotecas en términos que no parezcan exagerados. Los libros han constituido mi encanto y de ellos he recibido beneficios incalculables. Estudiar los fenómenos de la enfermedad sin libros equivale a navegar por la mar sin cartas marinas, como también, estudiar libros sin enfermos asemeja a no embarcarse. ¡Cuán atenuada y debilitada hubiera resultado la casta médica, de no haber sido por el alimento recibido a través de la circulación placentaria de una biblioteca![1]
Para un médico –cuya misión no sólo es curar la enfermedad sino educar para impedir el contagio de plagas y epidemias-, una biblioteca bien utilizada constituye uno de los pocos correctivos de la senilidad prematura que es tan propensa a agobiarlo. Para el profesor y para el investigador, una gran biblioteca le es indispensable para conocer la mejor labor del mundo y además, conocerla en el acto; son ellos los que acuñan y convierten en moneda el mineral desparramado en revistas, actas y monografías.
Dejar obra escrita de carácter científico como resultado de la preparación académica y el ejercicio profesional, ha sido una actividad que no todos los hombres de ciencia logran concretar. En la actualidad aquellos que la realizan y la mantienen, se ven gratificados con diferentes tipos de reconocimientos, acordes a la importancia y calidad de lo escrito. A lo largo de la historia de la medicina, quienes escribieron obra científica se vieron impulsados, tanto por el prestigio que en sus respectivos contextos socio-culturales representaba ser autor, como por el deseo -y en casos la necesidad-, de dar a conocer los conocimientos y/o las nuevas técnicas adquiridas y comprobadas.
A través de sus escritos pretendieron -en la mayoría de los casos-, contribuir a la expansión y difusión del conocimiento y a la formación de nuevas generaciones. Desde luego que no siempre lo lograban; la historia de la medicina registra numerosos ejemplos de obras que no se difundieron, que no salieron más allá de un estrecho círculo de iniciados, y que tuvieron que esperar años y hasta siglos antes de ser conocidas, reconocidas, apreciadas, y en casos, aprovechadas para el avance o modificación de las corrientes científicas.
En el campo de los saberes relacionados con la enfermedad y la conservación de la salud, los médicos han sido los principales autores de obra escrita, especialmente durante las etapas históricas más alejadas de la actualidad. Fue así -gracias a que estos facultativos escribieron durante la Antigüedad-, que durante el desarrollo de las culturas greco-romana, bizantina y árabe, adquirieron una preparación médica especializada en las escuelas informales de sus respectivas corrientes. Esta formación se convierte en universitaria a partir de la Baja Edad Media y etapas históricas posteriores, y en el seno de estas organizaciones docentes los maestros y alumnos -como parte de sus tareas-, adquirieron la capacidad de expresar sus ideas y avances en forma escrita.
Junto a los médicos, otro grupo de conocedores de la medicina, los cirujanos, si bien con un nivel de preparación académico no institucionalizado, pero con magníficos conocimientos prácticos, también se cuentan entre los autores de obras médico-quirúrgicas que aportaron valiosas contribuciones al desarrollo de los saberes médicos. Ambos grupos de facultativos han contribuido muy ampliamente a la historia de las publicaciones médicas. Las obras por ellos escritas e impresas por diferentes editores en también diferentes momentos, constituyen un riquísimo acervo de la literatura científica mundial.
Los textos clásicos redactados en griego, latín y árabe fueron el fundamento de la medicina durante muchos siglos; las traducciones del rico conocimiento oriental al latín, producto de la labor de los traductores de la Baja Edad Media y del Renacimiento, fortalecieron la cultura médica de esas etapas históricas y pasaron a formar, junto con las obras clásicas greco-latinas, los materiales docentes de las universidades europeas y propiciaron la creación de nuevos aportes a la literatura médica.
Desde luego los médicos europeos, entre otros el valioso grupo de los españoles, el que conforma el antecedente inmediato de la contribución novohispana a la producción médica, tuvieron una destacada e importante participación como autores de obras de medicina, especialmente a partir de la creación de las universidades. Los médicos españoles de la corriente humanista del siglo XVI dejaron tras de sí una amplia participación en la publicación de textos de su especialidad.
Este peso de la medicina en la producción escrita no fue circunstancial, provino de la posición y situación profesional que los médicos habían alcanzado a lo largo del desarrollo de las actividades científicas. Sin duda fue la medicina la disciplina que había alcanzado la mayor cristalización en el ámbito científico, los médicos y cirujanos eran vistos como miembros de una profesión aceptada y requerida en las sociedades occidentales. Su cercanía con otros saberes como la historia natural, la astrología o la filosofía natural está en función de la influencia de los saberes médicos.
La medicina del siglo XVI y de cualquier otro periodo está centrada en dos grandes aspectos que se entremezclan constantemente, por un lado el conocimiento del cuerpo humano en estado de salud y, por el otro, los saberes sobre las enfermedades, su tratamiento y su prevención. En ambos, la presencia de las obras médicas es evidente y las que salieron de las mentes de los médicos y practicantes de la medicina en la Nueva España, durante la segunda mitad del siglo XVI no ocupan un lugar secundario, por el contrario, en algunos momentos son fundamentales por sus contenidos y por su influencia en el desarrollo de la medicina americana y mundial.
La Opera Medicinalia.
En este contexto, se ubica la Obra de Medicina, del médico Francisco Bravo, primer libro de medicina publicado en el Nuevo Mundo -México, 1570-. La obra, con sus 312 folios en octava y con 624 páginas, es una de las publicaciones más importantes de la bibliografía mexicana y mundial, como lo han subrayado prestigiosos historiadores de la medicina y bibliógrafos, como Francisco Guerra, Germán Somolinos d'Ardois y Joaquín García Icazbalceta. Su relevancia estriba no sólo en el hecho de ser la primera obra médica publicada en México, sino también en el escaso número de ejemplares conservados -tres en todo el mundo-, y en el seno la Biblioteca “José María Lafragua”,[2] se cobija una de las copias mejor conservadas, en la que se pueden apreciar la singularidad de sus grabados y la solidez de sus contenidos.
Obras médicas en las cuales hay muchas cosas necesarias que el médico debe saber, distribuidas en cuatro libros cuyo contenido está en la página de la vuelta. Autor Francisco Bravo doctor de Osuna y médico en México.En México, en casa de Ocharte,con privilegio, 1570.
Este es el título que se presenta en un grabado de origen francés,[3] y con el que se inicia la Opera Medicinalia; libro pequeño impreso en octava y escrito en letra gótica, aunque no especialmente pura o marcada, de hecho los trazos son bastante redondos, más propios de la letra humanística que de la gótica, que suele ser de trazos más angulosos. Las mayúsculas en cambio si son netamente góticas. Como una característica tipográfica, en el texto existen una gran cantidad de erratas, como letras invertidas o inclusión de tipos romanos en el cuerpo impreso gótico. Como dice el título, en el reverso está impreso el contenido de la obra:
El primer libro contiene la doctrina universal de la cruel enfermedad llamada por el vulgo tabardete, que aflige al pueblo entero y de este país de México; en el cual se expresan su naturaleza, causas, características y síntomas, y para estos se propone el debido remedio.
El segundo libro contiene un diálogo sobre la flebotomía en la pleuritis y en todas las demás inflamaciones del cuerpo, en el que se expresan las opiniones de médicos españoles que se han olvidado, y se expone la verdadera doctrina de Galeno y otros griegos, y se expresan muchas cosas para la curación de la pleuresía.
En el tercer libro se expone la doctrina universal de los días decretorios, según el pensamiento de Hipócrates y Galeno, y es mostrada la idea de algunas de sus causas nuevas y muy ciertas, hasta hoy por nadie tratadas.
En el último y cuarto libro, se dispone un breve estudio sobre la pequeña raíz que el vulgo llama zarzaparrilla, su complexión natural y efectos particulares, y a qué enfermedades propiamente les pone fin.
La lectura de sus páginas es bastante complicada, por la multitud de abreviaturas, errores y defectos tipográficos que presenta la única edición que se hizo de la obra en México, en 1570. Posteriormente sólo se han realizado dos reimpresiones facsímiles, una en 1970 y otra en 1994. Por lo demás, la historia del texto, del que sólo se conservan tres ejemplares en todo el mundo, no está exenta de aventuras y curiosidades, entre las que tal vez la más destacada sea el robo que, en dos ocasiones sufrió el original de nuestra Universidad.
Francisco Bravo.
La vida de este médico, nacido en España y muerto en Nueva España, es difícil de esclarecer por la falta de fuentes; no obstante, gracias a la investigación meticulosa de algunos autores, como Somolinos d’Ardois o Francisco Guerra, y a la obra misma de Bravo, se ha podido reconstruir a grandes rasgos, la vida de este ilustre personaje. En el cuarto folio de la Epístola dedicada a don Luis de Villanueva,[4] escribe: “Sevilla, ciudad que fue testigo de mi nacimiento”. Aceptemos pues este documento como prueba del lugar de origen de Francisco Bravo; no obstante, la fecha del nacimiento es desconocida, y solo se puede conjeturar que ocurrió entre 1528 y 1532, basándonos en la fecha, en que él mismo menciona, haber concluido sus estudios de medicina, y encontrarse ejerciéndola en la ciudad natal, lo que tiene una especial importancia para entender su obra, pues recibe de esta ciudad la impronta, no sólo del humanismo renacentista, sino además su antiguo clasicismo grecolatino, su medioevo cristiano y su influencia musulmana. Todo ello se verá enriquecido y más adelante plasmado en su obra por la aventura americana.
El humanismo renacentista fue un movimiento intelectual desarrollado en Europa durante los siglos XIV y XV, que rompió con las tradiciones escolásticas medievales exaltando en su totalidad las cualidades propias de la naturaleza humana. Su pretensión fue descubrir al hombre y darle un sentido racional a la vida, tomando como maestros a los clásicos griegos y latinos, cuyas obras exhumó y estudió con frenesí. Se creó así, una actitud que sin discutir lo religioso, impuso el reconocimiento de los derechos terrenales de los humanos, y como consecuencia de esta nueva mentalidad, los humanistas hablaron de la dignidad del hombre, independizando la filosofía de la teología y favorecieron que la razón actuara en zonas antes reservadas sólo a la fe. Dignamente y con justicia, podemos aseverar que Francisco Bravo se incluye en este círculo de médicos humanistas; a manera de ejemplo, mostramos parte de la introducción que hace en su segundo libro:
Tu que en antaño siempre triunfaste, y empezabas a brillar, ocasionaste en tu juventud el combate con el método griego, palabra accesible que sin duda, golpea secamente a los incultos, su beneficio pronto se restituye en plata, como un brillo después de una noche cerrada; acerca de esta verdad se tienen dudas, pero no obstante, por una senda se puede volver, pero a causa de la variedad de pueblos y tierras, los habitantes siguen en tinieblas, así pues, al quedar expuesta será difícil de soportar y se derrumbará.
Pero vivirás como un Hércules en su trono, que por la noche resplandece tanto como el sol; como la escolta invicta que te ayuda para hacer caer el horrendo reino de los moros, y triunfar sobre la confusión.
En el ámbito científico, ante la decadencia Escolástica caracterizada por un verbalismo exagerado, por la influencia de pensadores árabes –sobre todo Averroes-,[5] y la interpretación naturalista de Aristóteles, se abrió el camino para el paso del pensamiento Renacentista. La filología[6] fue en aquel tiempo, el instrumento científico que permitió a los médicos volver a saber de los clásicos grecolatinos después de la larga Edad Media. Estas fuentes serán las bases sobre las que edificaron sus propios conocimientos, aunque esta influencia no se dejará sentir únicamente desde el punto de vista doctrinal, sino que afectará también al dominio de lo formal. Surgió así la figura del filólogo-médico, que se preocupó por recuperar la forma original de los textos de su especialidad, y participando de esta manera en el movimiento humanista:
Es una pena, cuando hay que mentir y equivocar la filosofía, abatida sin consideración. Más ese género de espíritu, está menos adherido al parecer que tiene el divino Platón, que en Fedón, recuerda al verdadero filósofo, y además protector del conocimiento, que indiferente piensa, que la agitación consolida a la filosofía e incluso al juicio médico, pero que como heredero se dirige por lo menos al encuentro de las filosofías muertas, que en una barca las contempla partir.
Bajo estas circunstancias, tocó a nuestro personaje vivir su juventud y estudiar medicina, obteniendo su doctorado en la Universidad de Osuna como él así lo declara, y formando parte del primer grupo de estudiantes, pues esta Institución se fundó en el año de 1548. Germán Somolinos, basándose en otra oración de la Opera Medicinalia, en la que Bravo trata de “condiscípulo” a Francisco Valles,[7] y dado que se conoce perfectamente la vida académica de éste médico, considera que Bravo –al igual que Valles-, obtuvo el grado de bachiller en Medicina en 1550 y el doctorado en 1553. Otro dato importante que no debemos pasar por alto, es que durante 1552 y tal vez un poco antes, se hizo cargo de la Cátedra De Medicina de la mencionada Universidad; poca fue su experiencia como docente pues al año siguiente, a la vez que terminó su doctorado, se trasladó a Sevilla para iniciar su ejercicio profesional. La ciudad en ese año padeció una epidemia de tabardillo, y el recién egresado Bravo, será impactado por la enfermedad “epidemia tan maligna y tan espantosa que en ocasiones no daba tiempo para aplicar al enfermo ninguna medicina”. Esta experiencia le permitirá años después, redactar el primero de los cuatro libros que componen la Opera Medicinalia.
En los siguientes años, desconocemos su trayectoria, pero seguramente es la época en que se traslada a la ciudad de México. Carlos V y Felipe II, impulsaron notablemente la colonización, por lo que a ellos se debe, sobre todo, el progreso material, intelectual y moral, alcanzado en sus posesiones de América, principalmente de su Colonia favorita: México. Pero el esfuerzo de España fue tan grande, que la dejó exhausta y semivencida, lo que también se reflejó en el virreinato de Nueva España. García Icazbalceta apunta: “apenas salida España de una tremenda lucha de ocho siglos, se encontró dueña de su propio territorio y de un nuevo mundo”. Así es, los Reyes Católicos habían arrojado al mar el estandarte de la media luna, y abatido el poder feudal; su gloria, aumentada por la unión a la del Sacro Imperio Romano, les dio derecho, y les impuso la obligación para desempañar el papel principal. “Sus terribles aventureros se derramaron como un torrente sobre el Nuevo Mundo, subyugándolo todo y ensanchando el poderío de César, hasta realizar aquel arrogante dicho, “de que el sol no se ponía en sus dominios”. Pero aquel esfuerzo sobrehumano, acabó postrando a España, ya no sobraban productos, porque los campos quedaban abandonados, y la riqueza pública se consumía en guerras; ya no era un territorio rebosado de gente, pues la emigración a las Indias era incontrolable. Todos los hombres, principalmente los jóvenes, querían ser parte de la colonización americana.
Es muy probable que Bravo llegara casado, con Doña Francisca de Esquibel, la que falleció en 1600, y cuyo testamento fue encontrado por Efraín Castro Morales,[8] y por el cual sabemos que en 1599 ya había fallecido nuestro autor. Pero la primera referencia que se tiene de Bravo, data de enero de 1570, es un documento en el que solicita su incorporación a la Universidad de México.[9] Meses después, en septiembre del mismo año, aparece impresa la Opera Medicinalia. Durante su estancia en México, su desempeño profesional fue destacado, Somolinos escribió de él:
Polemiza, interviene en cuestiones de carácter internacional, emite teorías, describe cuadros clínicos, actúa, en fin, como podía hacerlo otro de los médicos situados en centros universitarios o en puestos preeminentes de la corte. Se interesa por el progreso de la medicina y lucha por su avance. [...] De Bravo nos han quedado testimonios suficientes para poder afirmar [que] brilló en los primeros lugares de la medicina mexicana de su tiempo.
Efectivamente, es muy justa esta apreciación de Francisco Bravo, era uno de los cuatro médicos de la ciudad de México; mantenía comunicación con el Rey Felipe II; revisó y aprobó los libros médicos, de Alfonso López de Hinojosos,[10] y el de Agustín Farfán;[11] y en los años de 1587, 1592, 1593 y 1594, fue nombrado y ratificado como protomédico, participando en la toma de decisiones, sobre las enfermedades que aquejaban a la población.
La Epístola.
En este contexto, la epístola se transformó en un texto casi ensayístico dignificado por un estilo exigente y formal, muy a menudo provisto de intención didáctica o moral, pero otras veces consagrada a una mera función de entretenimiento.
Una epístola es pues, una escritura dirigida o enviada a una persona o un grupo de personas y que habitualmente tomaba la forma de una carta; por otra lado, también se le considera como una composición poética en la que el autor se dirige a un receptor bien determinado -real o imaginario-, que se considera ausente, a manera de un pretexto para el desahogo personal. El humanismo del Renacimiento prodigó las epístolas en prosa y en verso, en un afán comunicativo y abierto que poseía el género, y fue análogo a los ideales de esta estética. La Opera Medicinalia –además de los cuatro textos antes mencionados-, contiene dos epístolas; la primera la escribe Francisco Cervantes de Salazar[12] y la dedica al Virrey Martín Enríquez y al doctor Francisco Bravo. La segunda se inserta entre los libros segundo y tercero de la Opera, aquí el autor dedica una larga Epístola a don Luis de Villanueva, presidente de la Real Audiencia de México en aquel momento.
En esta comunicación presentamos una traducción libre de la primera epístola de la obra en cuestión, cuya posible importancia puede ser la aprobación de la impresión de la Opera; irregularidad que ya había sido observada por Somolinos d’Ardois, al inquirir el por qué no se encuentran licencias o aprobaciones como es común en esa época, dando por explicación única, la elevada posición social del doctor Bravo.
La Epístola se puede dividir en tres partes, la primera ensalza la ciencia del doctor Bravo; la segunda celebra la generosidad y magnificencia del Virrey, por lo que pareciera que fue éste quien patrocinó o apoyó con los costos de la publicación; y a partir de la quinta hoja aparece en recto y verso, diez dísticos[13] latinos de Melchor Téllez -personaje que hasta la fecha no se ha podido identificar-, el primero va dirigidos al Virrey, los ocho centrales en alabanza de Francisco Bravo y el último va dirigido al lector.
Distinguido primero por sus virtudes Martín Enríquez, y dignísimo Virrey de la Nueva España, Francisco Bravo doctor médico te saluda. Sí es como tu carácter se manifiesta Príncipe eximio, porque con la razón gobiernas muy bien a tus ciudadanos y aún les aconsejas sea quien sea. Cuántos ciudadanos han llegado a establecerse en un puesto por el esfuerzo de éste varón, que así se ha ganado toda obediencia y todavía aún, como testimonio de gratitud le ofrecen piedras preciosas, oro, pinturas y otros más caballos. En verdad yo no cuento con suficientes recursos y del mismo modo no soy rico, de manera que mi distintivo –para algunas familias el más valioso-, es mía la facultad médica como tuyo es el poder, y no me debes negar el consejo de hacia dónde seguir pues eres más experimentado. He compuesto con gran diligencia este opúsculo sobre la enfermedad funesta que con elocuencia llaman tabardete y de la vena que debe sangrarse en el dolor de costado, para ti sabio Príncipe consagrado que además me proteges. He aquí a quien sólo va al encuentro de la nobleza de las letras (como en estos días está ordenado y ampliamente atestiguado en la Academia Mexicana), porque nada se puede concebir en la literatura cuando sabes que no será bienvenido. Queda por tanto en cuanto a esto, que sea cual sea la tarea cumplida, está más allá de la suspicacia y el ánimo que manifiestas a los estudiosos –del modo que acostumbras-, más y más importante hacia los indios. Si en el afán de la lectura te precipitas por completo alguna vez, por qué no tener el anhelo de alcanzar lo que no puede ser permanente, y originar discusiones que aún no son proferidas pese a la molestia de su exposición; quienes se empeñan en estos principios, en efecto sienten terror pues están acostumbrados a la gloria y el honor con la esperanza de penetrar en cualquiera de ellos como remedios que por costumbre dan vigor y ennoblecen, sin embargo el uno sin el otro caerá de modo permanente hasta perder su poder, ya que es inevitable que lo enseñado se extinga, a menos que quienes aprendan después sean maestros. En estas circunstancias, cualquiera de las dos son cosas comunes en México y aceptadas por ti, y reconoces que nunca se habrán de olvidar. He aquí en esta tierra la serenidad, la felicidad y la fuerza de tu grande patrocinio.
Excelentísimo y distinguido Príncipe Martín Enríquez, virrey de la Nueva España, Francisco Cervantes de Salazar doctor en teología sacra te saluda.
Príncipe excelentísimo, decir algo con juicio, como en todas las circunstancias acerca de los asuntos de un hombre, que lee constantemente y aún trabaja, he aquí por qué en esta epístola le designe como teólogo cuando de ordinario se mantiene como médico. Cuando Apeles[14] propicia su humillación por el juicio de un zapatero sobre un calzado no tan bien pintado, supuso una opinión según una representación de la imagen del calzado. En verdad, aunque no ignoro dónde termina la función de la naturaleza y dónde empieza la del médico, sobretodo con el dolor físico (como muchos médicos al principio), mi opinión me lleva a tomar una posición, no obstante, por él escribo a fin de darse cuenta sobre todo lo distinguido y sabio que es el Doctor Bravo, de quien también confieso emular por lo menos algo de él, quien defiende y protege el trabajo preparado e impreso que das. Cierto es que algunos te proclaman pero como para ti es conocido, en este siglo y en este nuevo mundo, en verdad resplandeces y sobre todo te felicitan en público pues claramente lo originas. Timantes[15] te cubre con un velo o quizás corroe y elimina tu vejez, el cual allí es donde está de acuerdo con nuestro deseo y beneplácito. Todo género de literatura se acompaña con el estudio, a veces su empleo es mínimo pero su crítica es igual. Tal como ahora la Academia Mexicana no tiene mucho celo de Salamanca (por lo demás célebre) por esta empresa, cuando en este lugar muchos la hacen brillar con agrado y sin descanso, hasta que tu nombre sagrado genere toda la savia que nos da el texto publicado (por lo cual de otro emana agradecimiento), no dentro de unos años sino en un día cercano (de acuerdo con la verdad) y favorecer en el futuro la fiesta de tu nacimiento.Desde cualquiera de los dos lados, a cuántos (acaso los terceros callan) por decirlo así felizmente resplandeces, quienes te agradecen también con justicia debida, por reconciliarnos con nuestro tiempo atormentado. Según otros muchos esto no ha acaecido con todo el conocimiento, entonces aún toda virtud florece de este modo, como cuántos más que han venido de otros lugares y además se ven como hijos de México. Por otra parte, no hay motivo que impida que yo tu principal súbdito siempre te ame y te cubra de besos, además de que yo me encargue también de obsequiar a cuántos te guardan, pues como Artajerjes, desprecias la alegría y el espíritu agradable, hecho que es propiciado por tu magnimidad, siempre que tu gracia generosamente humana enaltezca al Doctor Bravo por su trabajo y al mismo tiempo como autor, antes de encargarse él mismo de la empresa y de otros de muy grande linaje a quienes animas demasiado, de modo que cuanto más lejos, donde sus descendientes divulguen tu nombre Príncipe, será consagrado en cada región como una especie de virtud y elegancia. Quién ha compuesto aquí esta Epístola para ti, es mi mente que posee la costumbre además de debatir con otros. A mi me queda el más grande de los beneficios cuando aún hay espíritu en lo profundo de mi cuerpo, y también en España, y también en la palabra latina como nunca por tu ilustre merecimiento (si alguien lo hizo brillar, fuiste tu). Acaso no falta precisamente la obligación continua de proclamar felizmente que estés bien en esta tierra y en esta época de nobleza y esplendor.
En alabanza a un cristiano y excelentísimo hombre de respeto, señor Martín Enríquez Virrey del nuevo mundo
de Indias, Melchor Téllez. & Mundos etéreos superiores que penetran en lo alto, alterados por tener fe en tu autoridad como Virrey. Soberanía, autoridad, realeza, y aún coronado con cetro y diadema, conveniente por lo general para reinar del otro lado. & No es pesado para Melchor Téllez alabar su sabiduría Doctor Francisco Bravo, que está de acuerdo que su inteligencia y su diligencia como autor de este nuevo mundo, logrará apartarle de la muerte. Colocarse al nivel de Bitinia[16], allí donde se reprimía con la mano ensangrentada, y con soberbia y arrogancia se ejercería la autoridad. & Llevar a ese extremo, donde los guerreros retroceden por las centellas que lanza Marte, donde con horror se agitan las armas que hieren. Llevar las monedas hacia donde reina Neptuno con su tridente, allí donde se hace caer a lo profundo y se castiga durante la noche invernal. & Llevar hacia los lugares del interminable infierno, la creación apacible que cultiva el autor para darla a tu reino.Por otro lado y además, alterar extremadamente, como se manifiesta al construir una ciudad real más que regalar un reino. & Tu sin embargo, de este lado has arrojado al monstruo irreparable de esta tierra India, ¡oh Doctor! Consagrando los signos que usted usa. Y para ti con alabanza por este buen triunfo
que te ha sido dado para extinguir la muerte, dichosa y lustrada existencia. & Melchor Téllez alaba la ciencia de Apolo, lo mismo al autor de lo escrito que también es Apolo, no porque produce claridad, sino porque encontró la inmortalidad en la medicina y le fue dado el néctar, la ambrosía y la no merecida ajedrea[17] de Apolo.
Para que aniquilara a la salvaje serpiente cuando hablaba como niño. Para que pudiera vencer en batalla al gigante, que aún lucha y fulmina, y cuyos miembros son iguales a la devastación. & Para que tocara en la lira temas musicales a Cylene, o bien conservar las aguas consagradas a las musas. Ya sea que manifestara las leyes y derechos de los Arcades, ya sea porque fue fundador de la iliaca ciudad.[18] & Sino porque describió la fiebre ardiente y las gargantas sedientas, y aún enseñó el arte de aliviar la terrible enfermedad. Es claro que todo debe ceder por el arte de Apolo, y cuanto más por lo que lleva de utilidad para vencerla y que pone al alcance de los lectores. Uno más para los lectores. & En dos volúmenes se recogen los estudios para el lector,
dos desarrollos que capturan miles de razones. Dejadme saber cómo se produce la pleuritis y en qué momento hace crisis. Áspera o arbusto de monte distinto o árbol no es.
Bibliografía:
(1) Bravo, Francisco: Opera Medicinalia. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia y Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, facsímile, 1994.
(2) Cortés Riveroll, José Gaspar Rodolfo: Sobre la venosección en la pleuritis y en general de otras inflamaciones del cuerpo, Francisco Bravo, traducción al castellano, México, BUAP, 2008.
(3) Cortés Riveroll, José Gaspar Rodolfo: Epístola de Francisco Bravo, Rev. Analecta Histórico Médica, Suplemento 1, 2008, Tomo VI, 301-304.
(4)Cortés Riveroll, José Gaspar Rodolfo; Cortés Madrazo, Rodolfo: Observaciones sobre la raicilla que en lengua indígena llaman zarzaparrilla, Francisco Bravo, traducción al castellano, México, BUAP, 2011.
(5)De León, Nicolás: Apuntes para la historia de la enseñanza y ejercicio de la Medicina en México desde la conquista hispana hasta el año de 1833, segunda parte, 1582-1600. Rev. Gaceta Médica de México, 1916, 53: 210-286.
(6) Fernandez del Castillo, Francisco: El cuarto centenario del primer libro de medicina impreso en América. Rev. Gaceta Médica de México, 1971, CI: 310-315.
(7) García Icazbalceta, Joaquín: Bibliografía Mexicana del siglo XVI. México, Fondo de Cultura Económica, 1954.
(8) Hernández Morejón, Antonio: Historia bibliográfica de la medicina española. Madrid, Imprenta de la Viuda de Jordán e Hijos, 1843.
(9) Jarcho, Saul: Medicine in Sixteenth Century New Spain as illustrated by the Writings of Bravo, Farfan and Vargas Machuca. Rev. Bulletin of the History of Medicine, 1957, XXXI: 425-441.
(10) Laín Entralgo, Pedro: Historia Universal de la Medicina. España, Masson Multimedia, 1975, siete tomos en CD.
(11) León, Nicolás: Los precursores de la literatura médica mexicana en los siglos XVI, XVII, XVIII y primer tercio del siglo XIX (hasta 1833). Rev. Gaceta Médica de México, 1915, LII: 1-94.
(12) León, Nicolás: Apuntes para la historia de la enseñanza y ejercicio de la Medicina en México desde la Conquista hispana hasta el año de 1833, 2ª. Parte, 1582-1600. Rev. Gaceta Médica de México, 1916, LIII: 210-286.
(13) León, Nicolás: El primer libro de Medicina impreso en México o el más antiguo hoy conocido. Rev. Gaceta Médica de México, 1925, LVI: 234-243.
(14) Martínez Baracs, Rodrigo: El largo descubrimiento del Opera Medicinalia de Francisco Bravo, México, Fondo de Cultura Económica/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2014.
(15) Osler, Williams: Aequanimitas, USA, The Blakiston Company, Filadelfia, Tercera edición, 1932.
(16) Rodríguez-Sala, María Luisa; Delgado López, Enrique; Cortés Riveroll, José Gaspar Rodolfo: Autores de Obra médica en la Nueva España, vidas y obras, 1552-1618, México, BUAP/UASLP/Secretaría de Salud, 2011.
(17) Somolinos D’Ardois, Germán: Francisco Bravo y su Opera Medicinalia. Rev. Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1970, 4: 337-388.
José Gaspar Rodolfo Cortés Riveroll
Facultad de Medicina Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México
Prolegómenos
Se me hace difícil hablar del valor de las bibliotecas en términos que no parezcan exagerados. Los libros han constituido mi encanto y de ellos he recibido beneficios incalculables. Estudiar los fenómenos de la enfermedad sin libros equivale a navegar por la mar sin cartas marinas, como también, estudiar libros sin enfermos asemeja a no embarcarse. ¡Cuán atenuada y debilitada hubiera resultado la casta médica, de no haber sido por el alimento recibido a través de la circulación placentaria de una biblioteca![1]
Para un médico –cuya misión no sólo es curar la enfermedad sino educar para impedir el contagio de plagas y epidemias-, una biblioteca bien utilizada constituye uno de los pocos correctivos de la senilidad prematura que es tan propensa a agobiarlo. Para el profesor y para el investigador, una gran biblioteca le es indispensable para conocer la mejor labor del mundo y además, conocerla en el acto; son ellos los que acuñan y convierten en moneda el mineral desparramado en revistas, actas y monografías.
Dejar obra escrita de carácter científico como resultado de la preparación académica y el ejercicio profesional, ha sido una actividad que no todos los hombres de ciencia logran concretar. En la actualidad aquellos que la realizan y la mantienen, se ven gratificados con diferentes tipos de reconocimientos, acordes a la importancia y calidad de lo escrito. A lo largo de la historia de la medicina, quienes escribieron obra científica se vieron impulsados, tanto por el prestigio que en sus respectivos contextos socio-culturales representaba ser autor, como por el deseo -y en casos la necesidad-, de dar a conocer los conocimientos y/o las nuevas técnicas adquiridas y comprobadas.
A través de sus escritos pretendieron -en la mayoría de los casos-, contribuir a la expansión y difusión del conocimiento y a la formación de nuevas generaciones. Desde luego que no siempre lo lograban; la historia de la medicina registra numerosos ejemplos de obras que no se difundieron, que no salieron más allá de un estrecho círculo de iniciados, y que tuvieron que esperar años y hasta siglos antes de ser conocidas, reconocidas, apreciadas, y en casos, aprovechadas para el avance o modificación de las corrientes científicas.
En el campo de los saberes relacionados con la enfermedad y la conservación de la salud, los médicos han sido los principales autores de obra escrita, especialmente durante las etapas históricas más alejadas de la actualidad. Fue así -gracias a que estos facultativos escribieron durante la Antigüedad-, que durante el desarrollo de las culturas greco-romana, bizantina y árabe, adquirieron una preparación médica especializada en las escuelas informales de sus respectivas corrientes. Esta formación se convierte en universitaria a partir de la Baja Edad Media y etapas históricas posteriores, y en el seno de estas organizaciones docentes los maestros y alumnos -como parte de sus tareas-, adquirieron la capacidad de expresar sus ideas y avances en forma escrita.
Junto a los médicos, otro grupo de conocedores de la medicina, los cirujanos, si bien con un nivel de preparación académico no institucionalizado, pero con magníficos conocimientos prácticos, también se cuentan entre los autores de obras médico-quirúrgicas que aportaron valiosas contribuciones al desarrollo de los saberes médicos. Ambos grupos de facultativos han contribuido muy ampliamente a la historia de las publicaciones médicas. Las obras por ellos escritas e impresas por diferentes editores en también diferentes momentos, constituyen un riquísimo acervo de la literatura científica mundial.
Los textos clásicos redactados en griego, latín y árabe fueron el fundamento de la medicina durante muchos siglos; las traducciones del rico conocimiento oriental al latín, producto de la labor de los traductores de la Baja Edad Media y del Renacimiento, fortalecieron la cultura médica de esas etapas históricas y pasaron a formar, junto con las obras clásicas greco-latinas, los materiales docentes de las universidades europeas y propiciaron la creación de nuevos aportes a la literatura médica.
Desde luego los médicos europeos, entre otros el valioso grupo de los españoles, el que conforma el antecedente inmediato de la contribución novohispana a la producción médica, tuvieron una destacada e importante participación como autores de obras de medicina, especialmente a partir de la creación de las universidades. Los médicos españoles de la corriente humanista del siglo XVI dejaron tras de sí una amplia participación en la publicación de textos de su especialidad.
Este peso de la medicina en la producción escrita no fue circunstancial, provino de la posición y situación profesional que los médicos habían alcanzado a lo largo del desarrollo de las actividades científicas. Sin duda fue la medicina la disciplina que había alcanzado la mayor cristalización en el ámbito científico, los médicos y cirujanos eran vistos como miembros de una profesión aceptada y requerida en las sociedades occidentales. Su cercanía con otros saberes como la historia natural, la astrología o la filosofía natural está en función de la influencia de los saberes médicos.
La medicina del siglo XVI y de cualquier otro periodo está centrada en dos grandes aspectos que se entremezclan constantemente, por un lado el conocimiento del cuerpo humano en estado de salud y, por el otro, los saberes sobre las enfermedades, su tratamiento y su prevención. En ambos, la presencia de las obras médicas es evidente y las que salieron de las mentes de los médicos y practicantes de la medicina en la Nueva España, durante la segunda mitad del siglo XVI no ocupan un lugar secundario, por el contrario, en algunos momentos son fundamentales por sus contenidos y por su influencia en el desarrollo de la medicina americana y mundial.
La Opera Medicinalia.
En este contexto, se ubica la Obra de Medicina, del médico Francisco Bravo, primer libro de medicina publicado en el Nuevo Mundo -México, 1570-. La obra, con sus 312 folios en octava y con 624 páginas, es una de las publicaciones más importantes de la bibliografía mexicana y mundial, como lo han subrayado prestigiosos historiadores de la medicina y bibliógrafos, como Francisco Guerra, Germán Somolinos d'Ardois y Joaquín García Icazbalceta. Su relevancia estriba no sólo en el hecho de ser la primera obra médica publicada en México, sino también en el escaso número de ejemplares conservados -tres en todo el mundo-, y en el seno la Biblioteca “José María Lafragua”,[2] se cobija una de las copias mejor conservadas, en la que se pueden apreciar la singularidad de sus grabados y la solidez de sus contenidos.
Obras médicas en las cuales hay muchas cosas necesarias que el médico debe saber, distribuidas en cuatro libros cuyo contenido está en la página de la vuelta. Autor Francisco Bravo doctor de Osuna y médico en México.En México, en casa de Ocharte,con privilegio, 1570.
Este es el título que se presenta en un grabado de origen francés,[3] y con el que se inicia la Opera Medicinalia; libro pequeño impreso en octava y escrito en letra gótica, aunque no especialmente pura o marcada, de hecho los trazos son bastante redondos, más propios de la letra humanística que de la gótica, que suele ser de trazos más angulosos. Las mayúsculas en cambio si son netamente góticas. Como una característica tipográfica, en el texto existen una gran cantidad de erratas, como letras invertidas o inclusión de tipos romanos en el cuerpo impreso gótico. Como dice el título, en el reverso está impreso el contenido de la obra:
El primer libro contiene la doctrina universal de la cruel enfermedad llamada por el vulgo tabardete, que aflige al pueblo entero y de este país de México; en el cual se expresan su naturaleza, causas, características y síntomas, y para estos se propone el debido remedio.
El segundo libro contiene un diálogo sobre la flebotomía en la pleuritis y en todas las demás inflamaciones del cuerpo, en el que se expresan las opiniones de médicos españoles que se han olvidado, y se expone la verdadera doctrina de Galeno y otros griegos, y se expresan muchas cosas para la curación de la pleuresía.
En el tercer libro se expone la doctrina universal de los días decretorios, según el pensamiento de Hipócrates y Galeno, y es mostrada la idea de algunas de sus causas nuevas y muy ciertas, hasta hoy por nadie tratadas.
En el último y cuarto libro, se dispone un breve estudio sobre la pequeña raíz que el vulgo llama zarzaparrilla, su complexión natural y efectos particulares, y a qué enfermedades propiamente les pone fin.
La lectura de sus páginas es bastante complicada, por la multitud de abreviaturas, errores y defectos tipográficos que presenta la única edición que se hizo de la obra en México, en 1570. Posteriormente sólo se han realizado dos reimpresiones facsímiles, una en 1970 y otra en 1994. Por lo demás, la historia del texto, del que sólo se conservan tres ejemplares en todo el mundo, no está exenta de aventuras y curiosidades, entre las que tal vez la más destacada sea el robo que, en dos ocasiones sufrió el original de nuestra Universidad.
Francisco Bravo.
La vida de este médico, nacido en España y muerto en Nueva España, es difícil de esclarecer por la falta de fuentes; no obstante, gracias a la investigación meticulosa de algunos autores, como Somolinos d’Ardois o Francisco Guerra, y a la obra misma de Bravo, se ha podido reconstruir a grandes rasgos, la vida de este ilustre personaje. En el cuarto folio de la Epístola dedicada a don Luis de Villanueva,[4] escribe: “Sevilla, ciudad que fue testigo de mi nacimiento”. Aceptemos pues este documento como prueba del lugar de origen de Francisco Bravo; no obstante, la fecha del nacimiento es desconocida, y solo se puede conjeturar que ocurrió entre 1528 y 1532, basándonos en la fecha, en que él mismo menciona, haber concluido sus estudios de medicina, y encontrarse ejerciéndola en la ciudad natal, lo que tiene una especial importancia para entender su obra, pues recibe de esta ciudad la impronta, no sólo del humanismo renacentista, sino además su antiguo clasicismo grecolatino, su medioevo cristiano y su influencia musulmana. Todo ello se verá enriquecido y más adelante plasmado en su obra por la aventura americana.
El humanismo renacentista fue un movimiento intelectual desarrollado en Europa durante los siglos XIV y XV, que rompió con las tradiciones escolásticas medievales exaltando en su totalidad las cualidades propias de la naturaleza humana. Su pretensión fue descubrir al hombre y darle un sentido racional a la vida, tomando como maestros a los clásicos griegos y latinos, cuyas obras exhumó y estudió con frenesí. Se creó así, una actitud que sin discutir lo religioso, impuso el reconocimiento de los derechos terrenales de los humanos, y como consecuencia de esta nueva mentalidad, los humanistas hablaron de la dignidad del hombre, independizando la filosofía de la teología y favorecieron que la razón actuara en zonas antes reservadas sólo a la fe. Dignamente y con justicia, podemos aseverar que Francisco Bravo se incluye en este círculo de médicos humanistas; a manera de ejemplo, mostramos parte de la introducción que hace en su segundo libro:
Tu que en antaño siempre triunfaste, y empezabas a brillar, ocasionaste en tu juventud el combate con el método griego, palabra accesible que sin duda, golpea secamente a los incultos, su beneficio pronto se restituye en plata, como un brillo después de una noche cerrada; acerca de esta verdad se tienen dudas, pero no obstante, por una senda se puede volver, pero a causa de la variedad de pueblos y tierras, los habitantes siguen en tinieblas, así pues, al quedar expuesta será difícil de soportar y se derrumbará.
Pero vivirás como un Hércules en su trono, que por la noche resplandece tanto como el sol; como la escolta invicta que te ayuda para hacer caer el horrendo reino de los moros, y triunfar sobre la confusión.
En el ámbito científico, ante la decadencia Escolástica caracterizada por un verbalismo exagerado, por la influencia de pensadores árabes –sobre todo Averroes-,[5] y la interpretación naturalista de Aristóteles, se abrió el camino para el paso del pensamiento Renacentista. La filología[6] fue en aquel tiempo, el instrumento científico que permitió a los médicos volver a saber de los clásicos grecolatinos después de la larga Edad Media. Estas fuentes serán las bases sobre las que edificaron sus propios conocimientos, aunque esta influencia no se dejará sentir únicamente desde el punto de vista doctrinal, sino que afectará también al dominio de lo formal. Surgió así la figura del filólogo-médico, que se preocupó por recuperar la forma original de los textos de su especialidad, y participando de esta manera en el movimiento humanista:
Es una pena, cuando hay que mentir y equivocar la filosofía, abatida sin consideración. Más ese género de espíritu, está menos adherido al parecer que tiene el divino Platón, que en Fedón, recuerda al verdadero filósofo, y además protector del conocimiento, que indiferente piensa, que la agitación consolida a la filosofía e incluso al juicio médico, pero que como heredero se dirige por lo menos al encuentro de las filosofías muertas, que en una barca las contempla partir.
Bajo estas circunstancias, tocó a nuestro personaje vivir su juventud y estudiar medicina, obteniendo su doctorado en la Universidad de Osuna como él así lo declara, y formando parte del primer grupo de estudiantes, pues esta Institución se fundó en el año de 1548. Germán Somolinos, basándose en otra oración de la Opera Medicinalia, en la que Bravo trata de “condiscípulo” a Francisco Valles,[7] y dado que se conoce perfectamente la vida académica de éste médico, considera que Bravo –al igual que Valles-, obtuvo el grado de bachiller en Medicina en 1550 y el doctorado en 1553. Otro dato importante que no debemos pasar por alto, es que durante 1552 y tal vez un poco antes, se hizo cargo de la Cátedra De Medicina de la mencionada Universidad; poca fue su experiencia como docente pues al año siguiente, a la vez que terminó su doctorado, se trasladó a Sevilla para iniciar su ejercicio profesional. La ciudad en ese año padeció una epidemia de tabardillo, y el recién egresado Bravo, será impactado por la enfermedad “epidemia tan maligna y tan espantosa que en ocasiones no daba tiempo para aplicar al enfermo ninguna medicina”. Esta experiencia le permitirá años después, redactar el primero de los cuatro libros que componen la Opera Medicinalia.
En los siguientes años, desconocemos su trayectoria, pero seguramente es la época en que se traslada a la ciudad de México. Carlos V y Felipe II, impulsaron notablemente la colonización, por lo que a ellos se debe, sobre todo, el progreso material, intelectual y moral, alcanzado en sus posesiones de América, principalmente de su Colonia favorita: México. Pero el esfuerzo de España fue tan grande, que la dejó exhausta y semivencida, lo que también se reflejó en el virreinato de Nueva España. García Icazbalceta apunta: “apenas salida España de una tremenda lucha de ocho siglos, se encontró dueña de su propio territorio y de un nuevo mundo”. Así es, los Reyes Católicos habían arrojado al mar el estandarte de la media luna, y abatido el poder feudal; su gloria, aumentada por la unión a la del Sacro Imperio Romano, les dio derecho, y les impuso la obligación para desempañar el papel principal. “Sus terribles aventureros se derramaron como un torrente sobre el Nuevo Mundo, subyugándolo todo y ensanchando el poderío de César, hasta realizar aquel arrogante dicho, “de que el sol no se ponía en sus dominios”. Pero aquel esfuerzo sobrehumano, acabó postrando a España, ya no sobraban productos, porque los campos quedaban abandonados, y la riqueza pública se consumía en guerras; ya no era un territorio rebosado de gente, pues la emigración a las Indias era incontrolable. Todos los hombres, principalmente los jóvenes, querían ser parte de la colonización americana.
Es muy probable que Bravo llegara casado, con Doña Francisca de Esquibel, la que falleció en 1600, y cuyo testamento fue encontrado por Efraín Castro Morales,[8] y por el cual sabemos que en 1599 ya había fallecido nuestro autor. Pero la primera referencia que se tiene de Bravo, data de enero de 1570, es un documento en el que solicita su incorporación a la Universidad de México.[9] Meses después, en septiembre del mismo año, aparece impresa la Opera Medicinalia. Durante su estancia en México, su desempeño profesional fue destacado, Somolinos escribió de él:
Polemiza, interviene en cuestiones de carácter internacional, emite teorías, describe cuadros clínicos, actúa, en fin, como podía hacerlo otro de los médicos situados en centros universitarios o en puestos preeminentes de la corte. Se interesa por el progreso de la medicina y lucha por su avance. [...] De Bravo nos han quedado testimonios suficientes para poder afirmar [que] brilló en los primeros lugares de la medicina mexicana de su tiempo.
Efectivamente, es muy justa esta apreciación de Francisco Bravo, era uno de los cuatro médicos de la ciudad de México; mantenía comunicación con el Rey Felipe II; revisó y aprobó los libros médicos, de Alfonso López de Hinojosos,[10] y el de Agustín Farfán;[11] y en los años de 1587, 1592, 1593 y 1594, fue nombrado y ratificado como protomédico, participando en la toma de decisiones, sobre las enfermedades que aquejaban a la población.
La Epístola.
En este contexto, la epístola se transformó en un texto casi ensayístico dignificado por un estilo exigente y formal, muy a menudo provisto de intención didáctica o moral, pero otras veces consagrada a una mera función de entretenimiento.
Una epístola es pues, una escritura dirigida o enviada a una persona o un grupo de personas y que habitualmente tomaba la forma de una carta; por otra lado, también se le considera como una composición poética en la que el autor se dirige a un receptor bien determinado -real o imaginario-, que se considera ausente, a manera de un pretexto para el desahogo personal. El humanismo del Renacimiento prodigó las epístolas en prosa y en verso, en un afán comunicativo y abierto que poseía el género, y fue análogo a los ideales de esta estética. La Opera Medicinalia –además de los cuatro textos antes mencionados-, contiene dos epístolas; la primera la escribe Francisco Cervantes de Salazar[12] y la dedica al Virrey Martín Enríquez y al doctor Francisco Bravo. La segunda se inserta entre los libros segundo y tercero de la Opera, aquí el autor dedica una larga Epístola a don Luis de Villanueva, presidente de la Real Audiencia de México en aquel momento.
En esta comunicación presentamos una traducción libre de la primera epístola de la obra en cuestión, cuya posible importancia puede ser la aprobación de la impresión de la Opera; irregularidad que ya había sido observada por Somolinos d’Ardois, al inquirir el por qué no se encuentran licencias o aprobaciones como es común en esa época, dando por explicación única, la elevada posición social del doctor Bravo.
La Epístola se puede dividir en tres partes, la primera ensalza la ciencia del doctor Bravo; la segunda celebra la generosidad y magnificencia del Virrey, por lo que pareciera que fue éste quien patrocinó o apoyó con los costos de la publicación; y a partir de la quinta hoja aparece en recto y verso, diez dísticos[13] latinos de Melchor Téllez -personaje que hasta la fecha no se ha podido identificar-, el primero va dirigidos al Virrey, los ocho centrales en alabanza de Francisco Bravo y el último va dirigido al lector.
Distinguido primero por sus virtudes Martín Enríquez, y dignísimo Virrey de la Nueva España, Francisco Bravo doctor médico te saluda. Sí es como tu carácter se manifiesta Príncipe eximio, porque con la razón gobiernas muy bien a tus ciudadanos y aún les aconsejas sea quien sea. Cuántos ciudadanos han llegado a establecerse en un puesto por el esfuerzo de éste varón, que así se ha ganado toda obediencia y todavía aún, como testimonio de gratitud le ofrecen piedras preciosas, oro, pinturas y otros más caballos. En verdad yo no cuento con suficientes recursos y del mismo modo no soy rico, de manera que mi distintivo –para algunas familias el más valioso-, es mía la facultad médica como tuyo es el poder, y no me debes negar el consejo de hacia dónde seguir pues eres más experimentado. He compuesto con gran diligencia este opúsculo sobre la enfermedad funesta que con elocuencia llaman tabardete y de la vena que debe sangrarse en el dolor de costado, para ti sabio Príncipe consagrado que además me proteges. He aquí a quien sólo va al encuentro de la nobleza de las letras (como en estos días está ordenado y ampliamente atestiguado en la Academia Mexicana), porque nada se puede concebir en la literatura cuando sabes que no será bienvenido. Queda por tanto en cuanto a esto, que sea cual sea la tarea cumplida, está más allá de la suspicacia y el ánimo que manifiestas a los estudiosos –del modo que acostumbras-, más y más importante hacia los indios. Si en el afán de la lectura te precipitas por completo alguna vez, por qué no tener el anhelo de alcanzar lo que no puede ser permanente, y originar discusiones que aún no son proferidas pese a la molestia de su exposición; quienes se empeñan en estos principios, en efecto sienten terror pues están acostumbrados a la gloria y el honor con la esperanza de penetrar en cualquiera de ellos como remedios que por costumbre dan vigor y ennoblecen, sin embargo el uno sin el otro caerá de modo permanente hasta perder su poder, ya que es inevitable que lo enseñado se extinga, a menos que quienes aprendan después sean maestros. En estas circunstancias, cualquiera de las dos son cosas comunes en México y aceptadas por ti, y reconoces que nunca se habrán de olvidar. He aquí en esta tierra la serenidad, la felicidad y la fuerza de tu grande patrocinio.
Excelentísimo y distinguido Príncipe Martín Enríquez, virrey de la Nueva España, Francisco Cervantes de Salazar doctor en teología sacra te saluda.
Príncipe excelentísimo, decir algo con juicio, como en todas las circunstancias acerca de los asuntos de un hombre, que lee constantemente y aún trabaja, he aquí por qué en esta epístola le designe como teólogo cuando de ordinario se mantiene como médico. Cuando Apeles[14] propicia su humillación por el juicio de un zapatero sobre un calzado no tan bien pintado, supuso una opinión según una representación de la imagen del calzado. En verdad, aunque no ignoro dónde termina la función de la naturaleza y dónde empieza la del médico, sobretodo con el dolor físico (como muchos médicos al principio), mi opinión me lleva a tomar una posición, no obstante, por él escribo a fin de darse cuenta sobre todo lo distinguido y sabio que es el Doctor Bravo, de quien también confieso emular por lo menos algo de él, quien defiende y protege el trabajo preparado e impreso que das. Cierto es que algunos te proclaman pero como para ti es conocido, en este siglo y en este nuevo mundo, en verdad resplandeces y sobre todo te felicitan en público pues claramente lo originas. Timantes[15] te cubre con un velo o quizás corroe y elimina tu vejez, el cual allí es donde está de acuerdo con nuestro deseo y beneplácito. Todo género de literatura se acompaña con el estudio, a veces su empleo es mínimo pero su crítica es igual. Tal como ahora la Academia Mexicana no tiene mucho celo de Salamanca (por lo demás célebre) por esta empresa, cuando en este lugar muchos la hacen brillar con agrado y sin descanso, hasta que tu nombre sagrado genere toda la savia que nos da el texto publicado (por lo cual de otro emana agradecimiento), no dentro de unos años sino en un día cercano (de acuerdo con la verdad) y favorecer en el futuro la fiesta de tu nacimiento.Desde cualquiera de los dos lados, a cuántos (acaso los terceros callan) por decirlo así felizmente resplandeces, quienes te agradecen también con justicia debida, por reconciliarnos con nuestro tiempo atormentado. Según otros muchos esto no ha acaecido con todo el conocimiento, entonces aún toda virtud florece de este modo, como cuántos más que han venido de otros lugares y además se ven como hijos de México. Por otra parte, no hay motivo que impida que yo tu principal súbdito siempre te ame y te cubra de besos, además de que yo me encargue también de obsequiar a cuántos te guardan, pues como Artajerjes, desprecias la alegría y el espíritu agradable, hecho que es propiciado por tu magnimidad, siempre que tu gracia generosamente humana enaltezca al Doctor Bravo por su trabajo y al mismo tiempo como autor, antes de encargarse él mismo de la empresa y de otros de muy grande linaje a quienes animas demasiado, de modo que cuanto más lejos, donde sus descendientes divulguen tu nombre Príncipe, será consagrado en cada región como una especie de virtud y elegancia. Quién ha compuesto aquí esta Epístola para ti, es mi mente que posee la costumbre además de debatir con otros. A mi me queda el más grande de los beneficios cuando aún hay espíritu en lo profundo de mi cuerpo, y también en España, y también en la palabra latina como nunca por tu ilustre merecimiento (si alguien lo hizo brillar, fuiste tu). Acaso no falta precisamente la obligación continua de proclamar felizmente que estés bien en esta tierra y en esta época de nobleza y esplendor.
En alabanza a un cristiano y excelentísimo hombre de respeto, señor Martín Enríquez Virrey del nuevo mundo
de Indias, Melchor Téllez. & Mundos etéreos superiores que penetran en lo alto, alterados por tener fe en tu autoridad como Virrey. Soberanía, autoridad, realeza, y aún coronado con cetro y diadema, conveniente por lo general para reinar del otro lado. & No es pesado para Melchor Téllez alabar su sabiduría Doctor Francisco Bravo, que está de acuerdo que su inteligencia y su diligencia como autor de este nuevo mundo, logrará apartarle de la muerte. Colocarse al nivel de Bitinia[16], allí donde se reprimía con la mano ensangrentada, y con soberbia y arrogancia se ejercería la autoridad. & Llevar a ese extremo, donde los guerreros retroceden por las centellas que lanza Marte, donde con horror se agitan las armas que hieren. Llevar las monedas hacia donde reina Neptuno con su tridente, allí donde se hace caer a lo profundo y se castiga durante la noche invernal. & Llevar hacia los lugares del interminable infierno, la creación apacible que cultiva el autor para darla a tu reino.Por otro lado y además, alterar extremadamente, como se manifiesta al construir una ciudad real más que regalar un reino. & Tu sin embargo, de este lado has arrojado al monstruo irreparable de esta tierra India, ¡oh Doctor! Consagrando los signos que usted usa. Y para ti con alabanza por este buen triunfo
que te ha sido dado para extinguir la muerte, dichosa y lustrada existencia. & Melchor Téllez alaba la ciencia de Apolo, lo mismo al autor de lo escrito que también es Apolo, no porque produce claridad, sino porque encontró la inmortalidad en la medicina y le fue dado el néctar, la ambrosía y la no merecida ajedrea[17] de Apolo.
Para que aniquilara a la salvaje serpiente cuando hablaba como niño. Para que pudiera vencer en batalla al gigante, que aún lucha y fulmina, y cuyos miembros son iguales a la devastación. & Para que tocara en la lira temas musicales a Cylene, o bien conservar las aguas consagradas a las musas. Ya sea que manifestara las leyes y derechos de los Arcades, ya sea porque fue fundador de la iliaca ciudad.[18] & Sino porque describió la fiebre ardiente y las gargantas sedientas, y aún enseñó el arte de aliviar la terrible enfermedad. Es claro que todo debe ceder por el arte de Apolo, y cuanto más por lo que lleva de utilidad para vencerla y que pone al alcance de los lectores. Uno más para los lectores. & En dos volúmenes se recogen los estudios para el lector,
dos desarrollos que capturan miles de razones. Dejadme saber cómo se produce la pleuritis y en qué momento hace crisis. Áspera o arbusto de monte distinto o árbol no es.
Bibliografía:
(1) Bravo, Francisco: Opera Medicinalia. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia y Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, facsímile, 1994.
(2) Cortés Riveroll, José Gaspar Rodolfo: Sobre la venosección en la pleuritis y en general de otras inflamaciones del cuerpo, Francisco Bravo, traducción al castellano, México, BUAP, 2008.
(3) Cortés Riveroll, José Gaspar Rodolfo: Epístola de Francisco Bravo, Rev. Analecta Histórico Médica, Suplemento 1, 2008, Tomo VI, 301-304.
(4)Cortés Riveroll, José Gaspar Rodolfo; Cortés Madrazo, Rodolfo: Observaciones sobre la raicilla que en lengua indígena llaman zarzaparrilla, Francisco Bravo, traducción al castellano, México, BUAP, 2011.
(5)De León, Nicolás: Apuntes para la historia de la enseñanza y ejercicio de la Medicina en México desde la conquista hispana hasta el año de 1833, segunda parte, 1582-1600. Rev. Gaceta Médica de México, 1916, 53: 210-286.
(6) Fernandez del Castillo, Francisco: El cuarto centenario del primer libro de medicina impreso en América. Rev. Gaceta Médica de México, 1971, CI: 310-315.
(7) García Icazbalceta, Joaquín: Bibliografía Mexicana del siglo XVI. México, Fondo de Cultura Económica, 1954.
(8) Hernández Morejón, Antonio: Historia bibliográfica de la medicina española. Madrid, Imprenta de la Viuda de Jordán e Hijos, 1843.
(9) Jarcho, Saul: Medicine in Sixteenth Century New Spain as illustrated by the Writings of Bravo, Farfan and Vargas Machuca. Rev. Bulletin of the History of Medicine, 1957, XXXI: 425-441.
(10) Laín Entralgo, Pedro: Historia Universal de la Medicina. España, Masson Multimedia, 1975, siete tomos en CD.
(11) León, Nicolás: Los precursores de la literatura médica mexicana en los siglos XVI, XVII, XVIII y primer tercio del siglo XIX (hasta 1833). Rev. Gaceta Médica de México, 1915, LII: 1-94.
(12) León, Nicolás: Apuntes para la historia de la enseñanza y ejercicio de la Medicina en México desde la Conquista hispana hasta el año de 1833, 2ª. Parte, 1582-1600. Rev. Gaceta Médica de México, 1916, LIII: 210-286.
(13) León, Nicolás: El primer libro de Medicina impreso en México o el más antiguo hoy conocido. Rev. Gaceta Médica de México, 1925, LVI: 234-243.
(14) Martínez Baracs, Rodrigo: El largo descubrimiento del Opera Medicinalia de Francisco Bravo, México, Fondo de Cultura Económica/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2014.
(15) Osler, Williams: Aequanimitas, USA, The Blakiston Company, Filadelfia, Tercera edición, 1932.
(16) Rodríguez-Sala, María Luisa; Delgado López, Enrique; Cortés Riveroll, José Gaspar Rodolfo: Autores de Obra médica en la Nueva España, vidas y obras, 1552-1618, México, BUAP/UASLP/Secretaría de Salud, 2011.
(17) Somolinos D’Ardois, Germán: Francisco Bravo y su Opera Medicinalia. Rev. Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1970, 4: 337-388.
5. ¿La preparación y aplicación de las primeras vacunas antirrábicas de América se hicieron en la Isla de Cuba en 1887 en México en 1888?
Santiago Aja Guardiola (1), José Hidalgo Peraza (+)
(1) Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia. Universidad Nacional Autónoma de México. Ciudad Universitaria, 04510. México, D.F.
(+) Consejo Científico Veterinario de Cuba. La Habana, Cuba
In memoriam (+)
No está claro cómo y cuando llegó la rabia a Cuba, pero para el caso de la Nueva España, puede decirse, que la aparición de la rabia fue alrededor de 1705, ya que en un documento del Archivo General de la Nación (México) Ramo Inquisición (AGN.Vol.742-73) (1709) se da cuenta del hecho. En Cuba una Comisión se integró por los doctores Diego Tamayo Figueredo, Francisco de Vildósola y Pedro Albarrán para estudiar con Pasteur en París, regresando a Cuba en marzo de 1887, preparan la vacuna y el día primero de abril de 1887 se aplicó la primera vacunación antirrábica en Cuba y en América, a un varón de 42 años, de nombre Pedro Díaz y Díaz, el cual se recupera. Se dicta el "Primer reporte del Laboratorio Histo-Bacteriológico de rabia", en la Crónica Médico-Quirúrgica de la Habana, tomo XIII p.487, de septiembre de 1887. En Cuba, antes que nadie en América, se hizo el primer tratamiento efectivo y científico contra la terrible rabia, plenamente documentado ante la comunidad. En México, el muy ilustre médico mexicano Doctor Eduardo Liceaga asistió al Instituto Pasteur y como obsequio de Pasteur recibió un cerebro inoculado, lo conservó en óptimas condiciones hasta su llegada a México el 8 de febrero de 1888. El día 18 del mismo mes, convocó a sus colegas del Consejo Médico y a todas las personas que quisieran observarlo e hizo la primera inoculación en el Continente Americano en el cerebro de un conejo y programó la observación del animal, al octavo día de la inoculación el conejo había muerto, repitió la inoculación sucesiva de otros conejos con ayuda del Dr. Arellano, se preparó y se aplicó la primera vacuna antirrábica en humanos en México y en el Continente Americano. El Doctor Nicolás Arellano colaboró con el Doctor Liceaga en la inoculación de los conejos y conservó su virulencia por 32 días de transportación en glicerina estéril; esta idea de Arellano hizo posible preservar las médulas y adelantar la iniciación de las vacunaciones antes del plazo fijado por la técnica de Pasteur, esta técnica y método de conservación fue diseñada por el mexicano Dr. Nicolás Arellano, y no como obra de Calmette. El 23 de abril de 1888 el Dr. Liceaga encomendó al sabio Veterinario Dr. José de la Luz Gómez, la preparación de la vacuna con la médula desecada de conejo de 12 días por la técnica del Dr. Arellano, y el Dr. Agustín Reyes se encargó de aplicarla y vigilar el curso del tratamiento. La aplicó al niño Isidro Delgadillo, de 12 años de edad, que había sido mordido por un perro rabioso en el pueblo de Texcoco.
Introducción: El ilustre leonés Fray Bernardino de Sahagún y el criollo Francisco Hernández mencionan los tres tipos de perros que existían ya en México al momento de la llegada de los españoles; así, citan entonces: al ITZCUINTEPOZTLI (perro jiboso), al XOLOITZCUINTLI (perro pelón, de mayor tamaño), y al TLALCHICHI Ó TECHICHI (perro pequeño y regordete). Bernal Díaz del Castillo menciona que los indígenas criaban perros para comer, los cuales, fueron su salvación en ocasiones de hambre, y de cómo cuando volvían de noche a sus casas se los atrapaban para su manutención. Estos perros eran animales de estima y convivían con los nativos, ayudaban a la cacería como rastreadores, e inclusive, solían sacrificarlos y enterrarlos con sus muertos como cuidado y como alimento en el mundo de la muerte. Diego Durán en su Historia de las Indias de la Nueva España resalta que habiendo asistido al mercado-tianguis de Acolman, halló más de cuatrocientos perros grandes y pequeños, vendidos y por vender, admirándose mucho, y que se enteró que se mataban como alimento para las fiestas, bautizos y matrimonios; dichos perros eran prácticamente inofensivos y a falta de otro ganado doméstico cumplían muy bien con su función zootécnica de compañía y de alimento. En el caso de la Isla de Cuba no se encontraron perros nativos pero allí se aficionaron por los perros de razas europeas traídos por los españoles a partir de 1492 procedentes de Europa por la vía de Santo Domingo. Hasta el final del siglo XVI no existe algún reporte de rabia ni en México ni en Cuba, aunque Caballero León menciona que en la época colonial, -sin citar fecha,- en Cuba reinaba el abandono en materia de salud pública y la Isla tenia reputación universal de insalubridad y que la fiebre amarilla, el muermo y la rabia, eran grave y constante amenaza para la población, y que la población era víctima del temor, de su propia ignorancia y de charlatanes, especuladores y sinvergüenzas que "curaban", -seguramente con la muerte del enfermo-, la terrible enfermedad.
Desarrollo: Es el Dr. Juan de Cárdenas, sevillano que había llegado a México en 1577 a los 14 años de edad y que estudió Medicina en México con el Dr. Juan de la Fuente, primer Catedrático de Medicina en la Real y Pontificia Universidad de México, quien luego de meticulosos y largos estudios y observaciones llegó al convencimiento de que en 1591 no existía la rabia en los animales nativos. Con el apoyo del Virrey Don Luis de Velasco, Cárdenas publicó "Los Problemas y Secretos Maravillosos de las Indias" y en el Libro III Capítulo XIII quiso explicar "porqué causa jamás rabian los animales en las Indias", y con las limitaciones propias de la época exhibe un informe, -más que suficiente desde el punto de vista clínico-, para identificar la rabia como enfermedad si se hubiera ya presentado. Téllez Girón cita parte de éste informe con la ortografía original, de esta forma: "Para quien jamás vió, ni oyó dezir, que sea raviar los animales, como realmente lo ignoran todos los nacidos en las Indias, que nunca tal han visto, ni saben que sea, no me pareció fuera de propósito, declarar que sea esto, que comunmente llamamos mal de ravia, y porque este mal suceda y sea más propio en perros, que en otros animales; otro si abre de declarar las señales y accidentes que trae consigo, por los demás venenos..."; es obvio, que por la fecha de la relación del Dr. Cárdenas queda implícito que se refería a perros criollos y mestizos, descendientes de aquellos perros de razas españolas traídos por los conquistadores como arma de guerra y por los colonizadores como animales de compañía y trabajo. En ese final del siglo XVI los perros importados se propagaron grandemente en un natural e inevitable mestizaje, cambiando las características genéticas de los perros indígenas; muchos perros se hicieron cimarrones y vagabundeaban por todas partes, provocando daños, molestias e insalubridad, tal era el caso, que el Cabildo de México en Ordenanza de 1581 mandó el sacrificio inmediato de los perro libres en las calles, y además, multa de 10 pesos a sus dueños; en el caso de los perros cimarrones provocaban enormes perjuicios, mataban y devoraban ovejas, cerdos, becerros, aves y cualquier animal que fuera sorprendido por ellos; en otras Ordenanzas se prohibía a los indios tener perros para matar o coger ganado. Es importante mencionar que a pesar de la gran distribución de perros de la razas hispanas, (propensos a la mordedura), aun en el final del siglo XVII no había evidencias documentales de la aparición de la rabia en perros en Cuba y en México. Cabe señalar aquí, que la rabia epizoótica había ocurrido en Flandes en 1500 y en España y en toda Europa en 1586, por lo que es improbable que en ese tiempo de España se hayan triado perros con rabia a Cuba ó a la Nueva España, debido a que por las razones político-económicas de la época, la transportación marítima cumplía muy bien como protectiva barrera de control cuarentenaria, y esto, era porque cada año salían dos flotas hacia las regiones americanas, una flota hacia la Nueva España pasando por las Islas Antillas y otra flota que salía en agosto a Puerto Caballo y las Colonias del Sur; cada viaje demoraba entre mes y medio y dos meses, siempre y cuando, no ocurriesen problemas, por lo que si algún perro había sido embarcado en periodo de incubación de la rabia, seguramente presentaría cambios alarmantes de comportamiento y emociones, y la tripulación sin miramientos lo hubieran tirado al mar; un caso muy raro hubiera sido que el tiempo de incubación de la rabia fuera extremadamente largo y que tal o cual perro hubiese desembarcado en aparente estado de salud y luego se manifestara con un brote de rabia. Lo más probable, es que al intensificarse las comunicaciones entre los países europeos por la vía marítima con sus colonias en América, aunado con la aparición y establecimiento de piratas, filibusteros y bucaneros ingleses y franceses en el occidente de la Isla Española, los cuales traficaban frecuentemente en la zona, por lo que puede pensarse, que por esa vía llego la rabia a las Islas y luego al Continente, sin descartar que pudieran haber sido por vía directa naves españolas al agilizares las travesías trasatlánticas. No está claro cómo y cuando llegó la rabia a Cuba, pero para el caso de la Nueva España, puede decirse, que la aparición de la rabia fue alrededor de 1705, ya que en un documento del Archivo General de la Nación (México) Ramo Inquisición (AGN.Vol.742-73) (1709) se dice que el agustino Fray Gil Ramírez propagó una Novena dedicada a la Divina Providencia que pedía librar a la población del pecado y del mal de la rabia; la censura eclesiástica hizo de las suyas denunciando al autor, llegando el asunto al Real Tribunal del Protomedicato por ser de su competencia, y este, formado por eminentes médicos, resolvió que era verdad que había perros con rabia por las calles y que las personas mordidas morían sin remedio por causa de la enfermedad. Se sabe que el fraile Ramírez no se quedó quieto, y publicó un libelo sin retractarse de su Novena, el cual decía: "Dichoso Reyno de la Nueva España que no avía experimentado el azote de la rabia y (se) experimenta no solo en los brutos sino aún en los racionales", donde se burlaba del Padre Pedro Aguirre quien había sido el censor de su Novena suplicatoría, ya que el nombre propio de Aguirre era coloquialmente el de "perico". Lo más probable es que la rabia llegó 4 ó 5 años antes de la aparición de los documentos mencionados en 1709, es decir, aproximadamente en 1705. Como se mencionó líneas arriba, existían charlatanes, sinvergüenzas, babalaos y brujos que engañaban a la población diciendo curar la rabia, ya sea con tisanas, sangrías, hierbas, infusiones, pócimas, pases mágicos, limpias, polvos, y cualquier cosa que se les ocurriera hacer, consiguiendo siempre únicamente la muerte de esos pobres humanos que rabiaban. En fin, la rabia había llegado, se había establecido, se había manifestado clínicamente en hombres y animales, había sido identificada por los sabios médicos de la época, y tanto en la Isla de Cuba, como en la Nueva España, debía convivirse con tal enfermedad. Los médicos se limitaban a intentar evitar, en todo lo posible, el mayor sufrimiento de los humanos contagiados de rabia, y es conocido, que en la mayoría de las ocasiones, únicamente los sujetaban fuertemente a una cama, a una hamaca, y en dramáticos casos los ataban en árboles a esperar la muerte en una espantosa agonía; era frecuente colocarles pedazos de tela ó cuero en la boca para que los mordieran. En el recorrer de los siglos XVII y XVIII se propaga la rabia urbana y se extiende a algunos animales salvajes, en el siglo XIX aparecen brotes epizoóticos de rabia en coyotes (Canis latrans) del Norte de México. Las Autoridades de Cuba y México sabían al final del siglo XIX que la rabia era un serio problema de salubridad pública y volcaban sus esfuerzos en la lógica, pero cruel, reducción de la población de perros, algo así, como un rifle sanitario, sobre todo, del perro urbano, pero sin erradicar ni eliminar la enfermedad, queriendo cumplir con el viejo adagio de: "muerto el perro se acabó la rabia". Por fin, la mañana del 6 de junio de 1885 un químico francés, sabio inconmensurable, llamado Luis Pasteur, preparó y aplicó con buen éxito el primer tratamiento antirrábico de la historia. Lo hizo, aplicando una vacuna antirrábica de su creación en un joven alsaciano de apellido MEISTER, que había sido mordido gravemente por lobos rabiosos (Canis lupus); Pasteur lo comunica 4 meses después, en octubre de 1885, ante la Academia de Ciencias de París, demostrando a sus célebres miembros que el muchacho vacunado estaba perfectamente bien, y que luego de más de 150 días se mantenía sano, sin presentar algún síntoma de la enfermedad, ni secuelas del tratamiento de la nueva vacuna. La gran noticia trascendió por todo el mundo, la Academia de Ciencias de París reconoció el extraordinario trabajo de Pasteur, y, el Secretario Perpetuo de la Academia Edmond Vulpian, propuso que se creara un Instituto de Investigaciones Científicas a cargo de Pasteur, quien manifestó que a su juicio, el Instituto debería tener un carácter internacional y que debería crearse por suscripción pecuniaria internacional. Pasteur, sabio sublime e inteligente convenció a todos, y la Academia de Ciencias de París convocó a todos los países del mundo para adherirse y cooperar con tan importante y grandiosa intención. Es así, como en Cuba y México comienza la guerra contra la rabia. En el caso particular de Cuba, es el Dr. Juan Santos Fernández quien al enterarse de lo hecho por Pasteur, inició y organizó inmediatamente una colecta de dinero por suscripción entre los médicos de Cuba, sobre todo sus colegas de la Habana. Juan Santos Fernández había nacido en Alacranes, provincia de Matanzas, Cuba, el 22 de julio de 1847; se graduó con honores como Doctor en Medicina en la Universidad Central de Madrid, especializándose luego en oftalmología en París, bajo la tutela del más notable oftalmólogo de su época, el célebre Galezowyski, del que fué secretario y primer ayudante. En Madrid, Santos Fernández conoció a José Martí el prócer, con quien tuvo dilecta amistad, e incluso, al regresar a su país, atendió como médico a Doña Leonor, madre de Martí, a la que operó de cataratas. Santos Fernández se caracterizó por su amor a la humanidad. Como se dijo antes, ya formada la Comisión que iría a París costeada por la suscripción entre la clase médica cubana, esta se integró por los doctores Diego Tamayo Figueredo, Francisco de Vildósola y Pedro Albarrán. Estos médicos llevan a París una hermosa y humanística carta firmada por Juan Santos Fernández, así como lo recaudado en metálico, cantidad que entregan al propio Pasteur en su nuevo Instituto. Tamayo, Vildósola y Albarrán llegaron a París, donde estudiaron junto a Pasteur las técnicas y secretos de la vacuna antirrábica con el propósito de llevarla y desarrollarla en Cuba. Los tres médicos cubanos permanecieron por tres meses en París, donde entablaron respetuosa amistad con Pasteur y una amistad entrañable con el Profesor Granchier, responsable del Departamento de Tratamientos del Instituto, quien estaba casado con la cubana Rosalía Abreu hermana de la eximia patriota Marta Abreu, ambas nativas de Villa Clara, Cuba. Al concluir su etapa de adiestramiento y estando listos para volver a Cuba, Tamayo Vildosóla y Albarrán son obsequiados con una serie de conejos inoculados con rabia, con el fin de mantener el virus fresco, llevando como un tesoro dichos animales y su bagaje de nuevos conocimientos sobre la rabia. En el transcurso del viaje de regreso a Cuba continuaron haciendo los pases necesarios, repitiéndolo sucesivamente hasta llegar a la Habana en marzo de 1877. Cabe señalar, que estos médicos cubanos eligieron pasar por España, y que la Comisión formada por Tamayo, Vildósola y Albarrán cedieron a sus colegas españoles los medios y elementos que permitieron implantar, organizar y desarrollar un Departamento ó Laboratorio de preparación de la vacuna antirrábica en España, por lo que al honor a la verdad, fue Cuba la que introdujo la vacuna antirrábica en España. Habiendo regresado a Cuba en marzo de 1887, la Comisión Médica comienza a trabajar con lo aprendido en Francia, y muy prontamente se obtienen los primeros beneficios, ya que el día primero de abril de 1887 se aplica la primera vacunación antirrábica en Cuba y en América, a un varón de 42 años, de nombre Pedro Díaz y Díaz, quien había sido mordido en la mano izquierda por un caballo rabioso, según certificado expedido por dos reconocidos veterinarios; el paciente se recupera y no muestra síntomas de la enfermedad, ni secuelas del tratamiento postvacunal. La segunda vacunación se hace dos días después el 27 de abril de 1887 al niño de 6 años Ricardo Baxas Izquierdo, que había sido atacado y mordido por un perro rabioso el cual, le había causado profundas heridas en una mano y en la nalga derecha; el diagnostico del caso fue comprobado científicamente por inoculación en conejos, en el "Primer reporte del Laboratorio Histo-Bacteriológico de rabia", en la Crónica Médico-Quirúrgica de la Habana, tomo XIII p.487, de septiembre de 1887. El certificado veterinario del 25 de abril y el "Primer Reporte" del 27 de abril ambos de 1887, son los primeros documentos científicos del tratamiento con buen éxito de la rabia en América. El Departamento Antirrábico del Laboratorio Histo-Patológico se instala y se inaugura oficialmente el 8 de mayo de 1887 en la Quinta Toca, -muy cercana a la casa del doctor Juan Santos Fernández-, y es de ese modo el Primer Instituto de Vacunación antirrábica de América, incluyendo a los Estados Unidos de América y Canadá, entrando con esto a la historia de la Medicina y de las Ciencias. Desde la vacunación de Pedro Díaz el 25 de abril de 1887, hasta el 27 de julio siguiente, asistieron 107 personas al nuevo Laboratorio Histo-Bacteriológico, exigiendo el tratamiento antirrábico por haber sido mordidas por diversos animales supuestamente rabiosos; de ellos, sólo fueron vacunados 34, ya que se había iniciado como rutina el reconocimiento y observación de todos los perros supuestamente rabiosos y se determino así, cuales perros eran negativos, sospechosos y positivos a la rabia. En el caso de los 34 pacientes vacunados, ninguno tuvo complicaciones derivadas de la enfermedad, ni de la vacunación; algunos pacientes fueron revisados por más de 10 años. El Laboratorio estableció las normas de trabajo y de conducta, siendo inevitable un extenso y puntual interrogatorio a todas las personas atacadas y mordidas por perros y otros animales sospechosos de rabia. El Servicio de Vacunación Antirrábica del Laboratorio Histo-Bacteriológico de la Habana, mantuvo el procedimiento y métodos clásicos de Pasteur para la elaboración, fabricación y aplicación de la vacuna antirrábica por casi 25 años, actualizándose siempre en lo sucesivo. Es muy importante recalcar que todo el movimiento que se hizo para la colecta económica, la formación de la Comisión Médica, la elección del lugar físico para el laboratorio y la participación médica y veterinaria, fue completamente ajeno al gobierno y autoridades civiles de la ciudad y del país, y que los logros obtenidos fueron por la tenacidad, entrega y humanismo de Juan Santos Fernández y sus colegas. Por fin, en Cuba, antes que nadie en América, existía un tratamiento efectivo y científico contra la terrible rabia. Fue también en Cuba, donde se hizo por primera vez una "Cartilla Práctica para Prevenirse de la Rabia", emergida de la proposición del Doctor Rafael Cowley, Secretario de la Junta Provincial de Sanidad, (-dicha Junta era un Organismo asesor del Gobernador Civil de la Provincia de la Habana-), por lo que en el mes de julio de 1887, se publicó dicha Cartilla cuyo interés histórico y documental conviene resumir aquí: 1.- dar a conocer los signos provocados por el virus de la rabia en el perro como son: "el cambio de carácter, el cambio del tono de ladrido, la agresividad hacia otros perros, la dificultad para deglutir"; 2.- advertir sobre la rabia muda, "pues como no pueden morder los perros, nadie desconfía de ellos"; 3.- indicar la conducta a seguir en los casos de mordedura: "el primer paso será comprimir la herida en todas direcciones, exprimiéndola cuanto sea posible, con la finalidad que salga la baba. Si la mordida es en un miembro aplicar encima de ella una ligadura ejerciendo bastante presión para impedir la penetración del virus por absorción de los tejidos, pero cuidando de no llevarlo a extremos inconvenientes...", lavarse la herida con un álcali volátil dilatado con agua, con agua de jabón, con agua de cal, con salmuera y hasta con orina, si no hubiere otra cosa"; 4.- después del lavado, "deberá dilatarse la herida y hacer una cauterización profunda con un hierro candente y acudir sin tardanza al médico,...". Los anteriores "consejos y recomendaciones" de la Cartilla no dejan de tener su miga, pero eran muy propios de la época. Por su parte, las Autoridades tomarían las siguientes medidas: "matar a los animales mordidos por otros rabiosos..."; "impedir perros sueltos en la calle, y perros sin bozal..."; "colecta de perros vagabundos y sacrificarlos a los 3 días si no son reclamados..."; "obligación de los dueños de perros de declarar del estado y paradero de los perros que rabian..."; "llevar una información de cada caso de mordedura donde constara el nombre de la persona mordida, edad, estado; especie animal; fecha y hora del suceso; región del cuerpo mordida; auxilios prestados y por quien; la hora, el resultado obtenido, y, el envío de todo el reporte a la Junta Provincial de Sanidad...". Todo lo anterior, indica también, que en este Laboratorio se hizo y formó el Primer Archivo de Casos Clínicos de Rabia en América. Para el caso muy particular de la producción de la vacuna antirrábica y la aplicación de esta en México, es por demás interesante la forma en que esto sucedió. Resulta ser, que el muy ilustre médico mexicano Doctor Eduardo Liceaga sufría en carne propia de un cansancio extremo por sus ocupaciones públicas y privadas como médico; el Doctor Liceaga se alejó de la Ciudad de México para un obligado descanso físico y mental, al pueblo de San Angel, pero enterándose su multitud de pacientes, estos viajaban hasta este pueblo para ser tratados médicamente; Liceaga empeoró de salud, y por consejo de un amigo y con préstamo en metálico del mismo amigo, se embarcó a Europa, llegando a París el 31 de julio de 1887. Liceaga se preocupó de visitar amigos mexicanos que residían ahí, y llevó cartas para los famosos Doctores Potain, Dieulafoi, Proust, Brouardel y otros higienistas, los cuales, iban al Congreso Internacional de Higiene en Viena, Liceaga quiso asistir a dicho congreso aunque México no tenía relaciones con Austria, y con ayuda del embajador de España en Viena, el Sr. Merry del Val consiguió hacerlo. Estuvo en Bélgica, Italia, Alemania, visitando siempre a las eminencias científicas de la época, regresó a París, donde por su cuenta y riesgo fue a estudiar al Instituto Pasteur las técnicas de preparación de la vacuna antirrábica y todos sus secretos. Con una recomendación del Doctor Roux pudo seguir paso a paso todas las técnicas y prácticas de inoculación en el conejo, tomando el líquido de la médula de otros conejos que habían muerto por la rabia; al sentirse Liceaga competente en el asunto, motu propio, pidió que se le obsequiara el cerebro de un conejo muerto por la inoculación de rabia, lo colocó en un frasco esterilizado, con glicerina esterilizada, y lo sacó del Instituto el 20 de enero de 1888, víspera de su embarque en Saint Nazaire, para volver con él a México. Colocó el frasco con su preciado tesoro en un camarote vacío del buque, cuidando que la temperatura del lugar fuera siempre fría, procurando esto permanentemente hasta su llegada a México el 8 de febrero de 1888. El día 18 del mismo mes, convocó a sus colegas del Consejo Médico y a todas las personas que quisieran observarlo e hizo la primera inoculación en el Continente Americano en el cerebro de un conejo y programó la observación del animal, al octavo día de la inoculación el conejo había muerto, repitió la inoculación sucesiva de otros conejos con ayuda del Dr. Arellano y al tener el número necesario de médulas disecadas en las mismas exactas condiciones de las del Instituto Pasteur, se preparó y se aplicó la primera vacuna antirrábica en humanos en México y en el Continente Americano. Además de Liceaga, quien tiene un gran mérito en la historia de la vacunación antirrábica y ha pasado inadvertido, está el Doctor Nicolás Arellano, miembro del Consejo Superior de Salubridad de México, quien colaboró íntimamente con el Doctor Liceaga en la inoculación de los conejos; es importante señalar que Arellano pensó muy atinadamente que si el cerebro traído en glicerina conservó su virulencia por 32 días de transportación, bien podían conservarse las médulas desecadas en la glicerina estéril; esta feliz idea de Arellano hizo posible preservar las médulas y adelantar la iniciación de las vacunaciones antes del plazo fijado por la técnica de Pasteur, y debe recalcarse, de que esta técnica y método de conservación fue diseñada por el mexicano Dr. Nicolás Arellano, y no como ha pasado a la posteridad como si fuera obra de Calmette. El 23 de abril de 1888 un memorable día en la historia de la rabia en México y en América, el Dr. Liceaga encomendó al eminente sabio Veterinario Dr. Don José de la Luz Gómez, la preparación de la vacuna con la médula desecada de conejo de 12 días por la técnica del Dr. Arellano, y el Dr. Agustín Reyes se encargó de aplicarla y vigilar el curso del tratamiento. La aplicó al niño Isidro Delgadillo, de 12 años de edad, que había sido mordido por un perro rabioso en el pueblo de Texcoco, el cual, con previa autorización de su padre, recibió el tratamiento profiláctico. Documentalmente esta es la primera vacuna antirrábica en aplicada en humanos en México y en todo el Continente Americano. Es muy importante decir que el niño vacunado no contrajo la rabia gracias a la vacunación, y que otras dos personas mordidas por el mismo animal, pero que no fueron vacunadas, murieron por la rabia. El Ministerio de Gobernación estableció un local conveniente para continuar este servicio, y solicitó al Ministerio de Agricultura fundara un criadero de conejos apropiados para preparar la vacuna, y en 1889 se había establecido un Laboratorio en la calle Xicotencatl Nº3, donde el publico podía asistir todos los días para la vacunación gratuita en humanos, advirtiendo "que para evitar abusos en la vacunación de perros se cobraría un peso por inyección", cantidad muy elevada para la época.
Conclusiones: Esto fue el origen del Instituto Antirrábico de México, el primero de América, el cual, estuvo situado en la esquina suroeste del patio inferior del edificio colonial de la ex Aduana de Santo Domingo, donde estaba el Consejo Superior de Salubridad. En 1906, se trasladó a la calle de Moras Nº17 (hoy Bolivia), y en 1937, la elaboración de la vacuna fue encargada al Instituto de Higiene, quedando el primer Centro Antirrábico de México y de la América Continental en dicha calle de los Héroes. Ahí se aplicaban las vacunas y se daban atenciones médicas a las personas mordidas y se hacia la observación de todos y cada uno de los animales sospechosos de rabia. Del mismo modo, y siguiendo el ejemplo de Cuba, se estableció el primer archivo de casos clínicos de humanos mordidos por animales rabiosos, se comenzó con la formación de personal especializado en la inoculación de conejos, la extracción de las médulas espinales, la desecación de las mismas, y la preparación de las vacunas; lo anterior, siempre bajo la vigilancia científica y también paternal del Doctor Veterinario José de la Luz Gómez y del preclaro Médico Doctor Eduardo Liceaga. Cabe decir, que el Dr. Liceaga estudió medicina en México, recibió Medalla de Oro como Primer Premio en todos los cursos de medicina, ocupó todos los puestos públicos y privados que algún medico pudiera desear, y fue modelo de médico, de caballero, de patriota, de hombre de bien y de hombre de estado. El Dr. Liceaga murió de avanzada edad poco tiempo después de escribir sus memorias en 1920. Sirva este modesto trabajo como un homenaje a los distinguidos personajes Veterinarios y Médicos de Cuba y de México, que con su entusiasmo, humanismo y ciencia tuvieron a bien traer a América la vacuna antirrábica como prevención y cura de tan terrible enfermedad. Honor a quien Honor merece: Juan Santos Fernández, Tamayo, Vildosóla, Albarrán, Liceaga, Arellano y José de la Luz Gómez, su interés por la salud de los humanos y de los animales los ha elevado a las más altas cumbres científicas y humanísticas. Existe la versión argentina de que el Dr. Davel hizo lo propio antes, pero sin las formalidades ante la sociedad médica ni ante las autoridades correspondientes, además, de que no existe la documentación oficial al respecto.
Bibliografía
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- Caballero LL: El Primer Departamento de Vacunación Antirrábica de América. Rev. Cub. Cienc. Vet. 24 (2):46-48. 1995.
- Cowley AJ: Diario de la Habana, Cuba. 1892.
- Liceaga E: Mis recuerdos de otros tiempos. Talleres Gráficos de la Nación, México, D.F. 1949.
- Martí R. y Santos Fernández J: Anales de la Academia de Ciencias de Cuba, t83, 69-70. 1945.
- Presno JA: In Memoriam Dr. Juan Santos Fernández. Imprenta de la Compañía Editorial de Libros y Folletos. La Habana, Cuba. 1951.
- Tamayo D: Primer Reporte del Laboratorio Histo-Bacteriológico de Rabia, Crónica Médico-Quirúrgica de la Habana, Cuba. T XIII, p 487, septiembre, 1887.
- Téllez-Girón A: Apuntes del Origen de la Rabia en México. Disertación en el Curso de Actualización sobre Diagnóstico de Rabia. Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia. Universidad Nacional Autónoma de México. Noviembre, 1976.
Santiago Aja Guardiola (1), José Hidalgo Peraza (+)
(1) Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia. Universidad Nacional Autónoma de México. Ciudad Universitaria, 04510. México, D.F.
(+) Consejo Científico Veterinario de Cuba. La Habana, Cuba
In memoriam (+)
No está claro cómo y cuando llegó la rabia a Cuba, pero para el caso de la Nueva España, puede decirse, que la aparición de la rabia fue alrededor de 1705, ya que en un documento del Archivo General de la Nación (México) Ramo Inquisición (AGN.Vol.742-73) (1709) se da cuenta del hecho. En Cuba una Comisión se integró por los doctores Diego Tamayo Figueredo, Francisco de Vildósola y Pedro Albarrán para estudiar con Pasteur en París, regresando a Cuba en marzo de 1887, preparan la vacuna y el día primero de abril de 1887 se aplicó la primera vacunación antirrábica en Cuba y en América, a un varón de 42 años, de nombre Pedro Díaz y Díaz, el cual se recupera. Se dicta el "Primer reporte del Laboratorio Histo-Bacteriológico de rabia", en la Crónica Médico-Quirúrgica de la Habana, tomo XIII p.487, de septiembre de 1887. En Cuba, antes que nadie en América, se hizo el primer tratamiento efectivo y científico contra la terrible rabia, plenamente documentado ante la comunidad. En México, el muy ilustre médico mexicano Doctor Eduardo Liceaga asistió al Instituto Pasteur y como obsequio de Pasteur recibió un cerebro inoculado, lo conservó en óptimas condiciones hasta su llegada a México el 8 de febrero de 1888. El día 18 del mismo mes, convocó a sus colegas del Consejo Médico y a todas las personas que quisieran observarlo e hizo la primera inoculación en el Continente Americano en el cerebro de un conejo y programó la observación del animal, al octavo día de la inoculación el conejo había muerto, repitió la inoculación sucesiva de otros conejos con ayuda del Dr. Arellano, se preparó y se aplicó la primera vacuna antirrábica en humanos en México y en el Continente Americano. El Doctor Nicolás Arellano colaboró con el Doctor Liceaga en la inoculación de los conejos y conservó su virulencia por 32 días de transportación en glicerina estéril; esta idea de Arellano hizo posible preservar las médulas y adelantar la iniciación de las vacunaciones antes del plazo fijado por la técnica de Pasteur, esta técnica y método de conservación fue diseñada por el mexicano Dr. Nicolás Arellano, y no como obra de Calmette. El 23 de abril de 1888 el Dr. Liceaga encomendó al sabio Veterinario Dr. José de la Luz Gómez, la preparación de la vacuna con la médula desecada de conejo de 12 días por la técnica del Dr. Arellano, y el Dr. Agustín Reyes se encargó de aplicarla y vigilar el curso del tratamiento. La aplicó al niño Isidro Delgadillo, de 12 años de edad, que había sido mordido por un perro rabioso en el pueblo de Texcoco.
Introducción: El ilustre leonés Fray Bernardino de Sahagún y el criollo Francisco Hernández mencionan los tres tipos de perros que existían ya en México al momento de la llegada de los españoles; así, citan entonces: al ITZCUINTEPOZTLI (perro jiboso), al XOLOITZCUINTLI (perro pelón, de mayor tamaño), y al TLALCHICHI Ó TECHICHI (perro pequeño y regordete). Bernal Díaz del Castillo menciona que los indígenas criaban perros para comer, los cuales, fueron su salvación en ocasiones de hambre, y de cómo cuando volvían de noche a sus casas se los atrapaban para su manutención. Estos perros eran animales de estima y convivían con los nativos, ayudaban a la cacería como rastreadores, e inclusive, solían sacrificarlos y enterrarlos con sus muertos como cuidado y como alimento en el mundo de la muerte. Diego Durán en su Historia de las Indias de la Nueva España resalta que habiendo asistido al mercado-tianguis de Acolman, halló más de cuatrocientos perros grandes y pequeños, vendidos y por vender, admirándose mucho, y que se enteró que se mataban como alimento para las fiestas, bautizos y matrimonios; dichos perros eran prácticamente inofensivos y a falta de otro ganado doméstico cumplían muy bien con su función zootécnica de compañía y de alimento. En el caso de la Isla de Cuba no se encontraron perros nativos pero allí se aficionaron por los perros de razas europeas traídos por los españoles a partir de 1492 procedentes de Europa por la vía de Santo Domingo. Hasta el final del siglo XVI no existe algún reporte de rabia ni en México ni en Cuba, aunque Caballero León menciona que en la época colonial, -sin citar fecha,- en Cuba reinaba el abandono en materia de salud pública y la Isla tenia reputación universal de insalubridad y que la fiebre amarilla, el muermo y la rabia, eran grave y constante amenaza para la población, y que la población era víctima del temor, de su propia ignorancia y de charlatanes, especuladores y sinvergüenzas que "curaban", -seguramente con la muerte del enfermo-, la terrible enfermedad.
Desarrollo: Es el Dr. Juan de Cárdenas, sevillano que había llegado a México en 1577 a los 14 años de edad y que estudió Medicina en México con el Dr. Juan de la Fuente, primer Catedrático de Medicina en la Real y Pontificia Universidad de México, quien luego de meticulosos y largos estudios y observaciones llegó al convencimiento de que en 1591 no existía la rabia en los animales nativos. Con el apoyo del Virrey Don Luis de Velasco, Cárdenas publicó "Los Problemas y Secretos Maravillosos de las Indias" y en el Libro III Capítulo XIII quiso explicar "porqué causa jamás rabian los animales en las Indias", y con las limitaciones propias de la época exhibe un informe, -más que suficiente desde el punto de vista clínico-, para identificar la rabia como enfermedad si se hubiera ya presentado. Téllez Girón cita parte de éste informe con la ortografía original, de esta forma: "Para quien jamás vió, ni oyó dezir, que sea raviar los animales, como realmente lo ignoran todos los nacidos en las Indias, que nunca tal han visto, ni saben que sea, no me pareció fuera de propósito, declarar que sea esto, que comunmente llamamos mal de ravia, y porque este mal suceda y sea más propio en perros, que en otros animales; otro si abre de declarar las señales y accidentes que trae consigo, por los demás venenos..."; es obvio, que por la fecha de la relación del Dr. Cárdenas queda implícito que se refería a perros criollos y mestizos, descendientes de aquellos perros de razas españolas traídos por los conquistadores como arma de guerra y por los colonizadores como animales de compañía y trabajo. En ese final del siglo XVI los perros importados se propagaron grandemente en un natural e inevitable mestizaje, cambiando las características genéticas de los perros indígenas; muchos perros se hicieron cimarrones y vagabundeaban por todas partes, provocando daños, molestias e insalubridad, tal era el caso, que el Cabildo de México en Ordenanza de 1581 mandó el sacrificio inmediato de los perro libres en las calles, y además, multa de 10 pesos a sus dueños; en el caso de los perros cimarrones provocaban enormes perjuicios, mataban y devoraban ovejas, cerdos, becerros, aves y cualquier animal que fuera sorprendido por ellos; en otras Ordenanzas se prohibía a los indios tener perros para matar o coger ganado. Es importante mencionar que a pesar de la gran distribución de perros de la razas hispanas, (propensos a la mordedura), aun en el final del siglo XVII no había evidencias documentales de la aparición de la rabia en perros en Cuba y en México. Cabe señalar aquí, que la rabia epizoótica había ocurrido en Flandes en 1500 y en España y en toda Europa en 1586, por lo que es improbable que en ese tiempo de España se hayan triado perros con rabia a Cuba ó a la Nueva España, debido a que por las razones político-económicas de la época, la transportación marítima cumplía muy bien como protectiva barrera de control cuarentenaria, y esto, era porque cada año salían dos flotas hacia las regiones americanas, una flota hacia la Nueva España pasando por las Islas Antillas y otra flota que salía en agosto a Puerto Caballo y las Colonias del Sur; cada viaje demoraba entre mes y medio y dos meses, siempre y cuando, no ocurriesen problemas, por lo que si algún perro había sido embarcado en periodo de incubación de la rabia, seguramente presentaría cambios alarmantes de comportamiento y emociones, y la tripulación sin miramientos lo hubieran tirado al mar; un caso muy raro hubiera sido que el tiempo de incubación de la rabia fuera extremadamente largo y que tal o cual perro hubiese desembarcado en aparente estado de salud y luego se manifestara con un brote de rabia. Lo más probable, es que al intensificarse las comunicaciones entre los países europeos por la vía marítima con sus colonias en América, aunado con la aparición y establecimiento de piratas, filibusteros y bucaneros ingleses y franceses en el occidente de la Isla Española, los cuales traficaban frecuentemente en la zona, por lo que puede pensarse, que por esa vía llego la rabia a las Islas y luego al Continente, sin descartar que pudieran haber sido por vía directa naves españolas al agilizares las travesías trasatlánticas. No está claro cómo y cuando llegó la rabia a Cuba, pero para el caso de la Nueva España, puede decirse, que la aparición de la rabia fue alrededor de 1705, ya que en un documento del Archivo General de la Nación (México) Ramo Inquisición (AGN.Vol.742-73) (1709) se dice que el agustino Fray Gil Ramírez propagó una Novena dedicada a la Divina Providencia que pedía librar a la población del pecado y del mal de la rabia; la censura eclesiástica hizo de las suyas denunciando al autor, llegando el asunto al Real Tribunal del Protomedicato por ser de su competencia, y este, formado por eminentes médicos, resolvió que era verdad que había perros con rabia por las calles y que las personas mordidas morían sin remedio por causa de la enfermedad. Se sabe que el fraile Ramírez no se quedó quieto, y publicó un libelo sin retractarse de su Novena, el cual decía: "Dichoso Reyno de la Nueva España que no avía experimentado el azote de la rabia y (se) experimenta no solo en los brutos sino aún en los racionales", donde se burlaba del Padre Pedro Aguirre quien había sido el censor de su Novena suplicatoría, ya que el nombre propio de Aguirre era coloquialmente el de "perico". Lo más probable es que la rabia llegó 4 ó 5 años antes de la aparición de los documentos mencionados en 1709, es decir, aproximadamente en 1705. Como se mencionó líneas arriba, existían charlatanes, sinvergüenzas, babalaos y brujos que engañaban a la población diciendo curar la rabia, ya sea con tisanas, sangrías, hierbas, infusiones, pócimas, pases mágicos, limpias, polvos, y cualquier cosa que se les ocurriera hacer, consiguiendo siempre únicamente la muerte de esos pobres humanos que rabiaban. En fin, la rabia había llegado, se había establecido, se había manifestado clínicamente en hombres y animales, había sido identificada por los sabios médicos de la época, y tanto en la Isla de Cuba, como en la Nueva España, debía convivirse con tal enfermedad. Los médicos se limitaban a intentar evitar, en todo lo posible, el mayor sufrimiento de los humanos contagiados de rabia, y es conocido, que en la mayoría de las ocasiones, únicamente los sujetaban fuertemente a una cama, a una hamaca, y en dramáticos casos los ataban en árboles a esperar la muerte en una espantosa agonía; era frecuente colocarles pedazos de tela ó cuero en la boca para que los mordieran. En el recorrer de los siglos XVII y XVIII se propaga la rabia urbana y se extiende a algunos animales salvajes, en el siglo XIX aparecen brotes epizoóticos de rabia en coyotes (Canis latrans) del Norte de México. Las Autoridades de Cuba y México sabían al final del siglo XIX que la rabia era un serio problema de salubridad pública y volcaban sus esfuerzos en la lógica, pero cruel, reducción de la población de perros, algo así, como un rifle sanitario, sobre todo, del perro urbano, pero sin erradicar ni eliminar la enfermedad, queriendo cumplir con el viejo adagio de: "muerto el perro se acabó la rabia". Por fin, la mañana del 6 de junio de 1885 un químico francés, sabio inconmensurable, llamado Luis Pasteur, preparó y aplicó con buen éxito el primer tratamiento antirrábico de la historia. Lo hizo, aplicando una vacuna antirrábica de su creación en un joven alsaciano de apellido MEISTER, que había sido mordido gravemente por lobos rabiosos (Canis lupus); Pasteur lo comunica 4 meses después, en octubre de 1885, ante la Academia de Ciencias de París, demostrando a sus célebres miembros que el muchacho vacunado estaba perfectamente bien, y que luego de más de 150 días se mantenía sano, sin presentar algún síntoma de la enfermedad, ni secuelas del tratamiento de la nueva vacuna. La gran noticia trascendió por todo el mundo, la Academia de Ciencias de París reconoció el extraordinario trabajo de Pasteur, y, el Secretario Perpetuo de la Academia Edmond Vulpian, propuso que se creara un Instituto de Investigaciones Científicas a cargo de Pasteur, quien manifestó que a su juicio, el Instituto debería tener un carácter internacional y que debería crearse por suscripción pecuniaria internacional. Pasteur, sabio sublime e inteligente convenció a todos, y la Academia de Ciencias de París convocó a todos los países del mundo para adherirse y cooperar con tan importante y grandiosa intención. Es así, como en Cuba y México comienza la guerra contra la rabia. En el caso particular de Cuba, es el Dr. Juan Santos Fernández quien al enterarse de lo hecho por Pasteur, inició y organizó inmediatamente una colecta de dinero por suscripción entre los médicos de Cuba, sobre todo sus colegas de la Habana. Juan Santos Fernández había nacido en Alacranes, provincia de Matanzas, Cuba, el 22 de julio de 1847; se graduó con honores como Doctor en Medicina en la Universidad Central de Madrid, especializándose luego en oftalmología en París, bajo la tutela del más notable oftalmólogo de su época, el célebre Galezowyski, del que fué secretario y primer ayudante. En Madrid, Santos Fernández conoció a José Martí el prócer, con quien tuvo dilecta amistad, e incluso, al regresar a su país, atendió como médico a Doña Leonor, madre de Martí, a la que operó de cataratas. Santos Fernández se caracterizó por su amor a la humanidad. Como se dijo antes, ya formada la Comisión que iría a París costeada por la suscripción entre la clase médica cubana, esta se integró por los doctores Diego Tamayo Figueredo, Francisco de Vildósola y Pedro Albarrán. Estos médicos llevan a París una hermosa y humanística carta firmada por Juan Santos Fernández, así como lo recaudado en metálico, cantidad que entregan al propio Pasteur en su nuevo Instituto. Tamayo, Vildósola y Albarrán llegaron a París, donde estudiaron junto a Pasteur las técnicas y secretos de la vacuna antirrábica con el propósito de llevarla y desarrollarla en Cuba. Los tres médicos cubanos permanecieron por tres meses en París, donde entablaron respetuosa amistad con Pasteur y una amistad entrañable con el Profesor Granchier, responsable del Departamento de Tratamientos del Instituto, quien estaba casado con la cubana Rosalía Abreu hermana de la eximia patriota Marta Abreu, ambas nativas de Villa Clara, Cuba. Al concluir su etapa de adiestramiento y estando listos para volver a Cuba, Tamayo Vildosóla y Albarrán son obsequiados con una serie de conejos inoculados con rabia, con el fin de mantener el virus fresco, llevando como un tesoro dichos animales y su bagaje de nuevos conocimientos sobre la rabia. En el transcurso del viaje de regreso a Cuba continuaron haciendo los pases necesarios, repitiéndolo sucesivamente hasta llegar a la Habana en marzo de 1877. Cabe señalar, que estos médicos cubanos eligieron pasar por España, y que la Comisión formada por Tamayo, Vildósola y Albarrán cedieron a sus colegas españoles los medios y elementos que permitieron implantar, organizar y desarrollar un Departamento ó Laboratorio de preparación de la vacuna antirrábica en España, por lo que al honor a la verdad, fue Cuba la que introdujo la vacuna antirrábica en España. Habiendo regresado a Cuba en marzo de 1887, la Comisión Médica comienza a trabajar con lo aprendido en Francia, y muy prontamente se obtienen los primeros beneficios, ya que el día primero de abril de 1887 se aplica la primera vacunación antirrábica en Cuba y en América, a un varón de 42 años, de nombre Pedro Díaz y Díaz, quien había sido mordido en la mano izquierda por un caballo rabioso, según certificado expedido por dos reconocidos veterinarios; el paciente se recupera y no muestra síntomas de la enfermedad, ni secuelas del tratamiento postvacunal. La segunda vacunación se hace dos días después el 27 de abril de 1887 al niño de 6 años Ricardo Baxas Izquierdo, que había sido atacado y mordido por un perro rabioso el cual, le había causado profundas heridas en una mano y en la nalga derecha; el diagnostico del caso fue comprobado científicamente por inoculación en conejos, en el "Primer reporte del Laboratorio Histo-Bacteriológico de rabia", en la Crónica Médico-Quirúrgica de la Habana, tomo XIII p.487, de septiembre de 1887. El certificado veterinario del 25 de abril y el "Primer Reporte" del 27 de abril ambos de 1887, son los primeros documentos científicos del tratamiento con buen éxito de la rabia en América. El Departamento Antirrábico del Laboratorio Histo-Patológico se instala y se inaugura oficialmente el 8 de mayo de 1887 en la Quinta Toca, -muy cercana a la casa del doctor Juan Santos Fernández-, y es de ese modo el Primer Instituto de Vacunación antirrábica de América, incluyendo a los Estados Unidos de América y Canadá, entrando con esto a la historia de la Medicina y de las Ciencias. Desde la vacunación de Pedro Díaz el 25 de abril de 1887, hasta el 27 de julio siguiente, asistieron 107 personas al nuevo Laboratorio Histo-Bacteriológico, exigiendo el tratamiento antirrábico por haber sido mordidas por diversos animales supuestamente rabiosos; de ellos, sólo fueron vacunados 34, ya que se había iniciado como rutina el reconocimiento y observación de todos los perros supuestamente rabiosos y se determino así, cuales perros eran negativos, sospechosos y positivos a la rabia. En el caso de los 34 pacientes vacunados, ninguno tuvo complicaciones derivadas de la enfermedad, ni de la vacunación; algunos pacientes fueron revisados por más de 10 años. El Laboratorio estableció las normas de trabajo y de conducta, siendo inevitable un extenso y puntual interrogatorio a todas las personas atacadas y mordidas por perros y otros animales sospechosos de rabia. El Servicio de Vacunación Antirrábica del Laboratorio Histo-Bacteriológico de la Habana, mantuvo el procedimiento y métodos clásicos de Pasteur para la elaboración, fabricación y aplicación de la vacuna antirrábica por casi 25 años, actualizándose siempre en lo sucesivo. Es muy importante recalcar que todo el movimiento que se hizo para la colecta económica, la formación de la Comisión Médica, la elección del lugar físico para el laboratorio y la participación médica y veterinaria, fue completamente ajeno al gobierno y autoridades civiles de la ciudad y del país, y que los logros obtenidos fueron por la tenacidad, entrega y humanismo de Juan Santos Fernández y sus colegas. Por fin, en Cuba, antes que nadie en América, existía un tratamiento efectivo y científico contra la terrible rabia. Fue también en Cuba, donde se hizo por primera vez una "Cartilla Práctica para Prevenirse de la Rabia", emergida de la proposición del Doctor Rafael Cowley, Secretario de la Junta Provincial de Sanidad, (-dicha Junta era un Organismo asesor del Gobernador Civil de la Provincia de la Habana-), por lo que en el mes de julio de 1887, se publicó dicha Cartilla cuyo interés histórico y documental conviene resumir aquí: 1.- dar a conocer los signos provocados por el virus de la rabia en el perro como son: "el cambio de carácter, el cambio del tono de ladrido, la agresividad hacia otros perros, la dificultad para deglutir"; 2.- advertir sobre la rabia muda, "pues como no pueden morder los perros, nadie desconfía de ellos"; 3.- indicar la conducta a seguir en los casos de mordedura: "el primer paso será comprimir la herida en todas direcciones, exprimiéndola cuanto sea posible, con la finalidad que salga la baba. Si la mordida es en un miembro aplicar encima de ella una ligadura ejerciendo bastante presión para impedir la penetración del virus por absorción de los tejidos, pero cuidando de no llevarlo a extremos inconvenientes...", lavarse la herida con un álcali volátil dilatado con agua, con agua de jabón, con agua de cal, con salmuera y hasta con orina, si no hubiere otra cosa"; 4.- después del lavado, "deberá dilatarse la herida y hacer una cauterización profunda con un hierro candente y acudir sin tardanza al médico,...". Los anteriores "consejos y recomendaciones" de la Cartilla no dejan de tener su miga, pero eran muy propios de la época. Por su parte, las Autoridades tomarían las siguientes medidas: "matar a los animales mordidos por otros rabiosos..."; "impedir perros sueltos en la calle, y perros sin bozal..."; "colecta de perros vagabundos y sacrificarlos a los 3 días si no son reclamados..."; "obligación de los dueños de perros de declarar del estado y paradero de los perros que rabian..."; "llevar una información de cada caso de mordedura donde constara el nombre de la persona mordida, edad, estado; especie animal; fecha y hora del suceso; región del cuerpo mordida; auxilios prestados y por quien; la hora, el resultado obtenido, y, el envío de todo el reporte a la Junta Provincial de Sanidad...". Todo lo anterior, indica también, que en este Laboratorio se hizo y formó el Primer Archivo de Casos Clínicos de Rabia en América. Para el caso muy particular de la producción de la vacuna antirrábica y la aplicación de esta en México, es por demás interesante la forma en que esto sucedió. Resulta ser, que el muy ilustre médico mexicano Doctor Eduardo Liceaga sufría en carne propia de un cansancio extremo por sus ocupaciones públicas y privadas como médico; el Doctor Liceaga se alejó de la Ciudad de México para un obligado descanso físico y mental, al pueblo de San Angel, pero enterándose su multitud de pacientes, estos viajaban hasta este pueblo para ser tratados médicamente; Liceaga empeoró de salud, y por consejo de un amigo y con préstamo en metálico del mismo amigo, se embarcó a Europa, llegando a París el 31 de julio de 1887. Liceaga se preocupó de visitar amigos mexicanos que residían ahí, y llevó cartas para los famosos Doctores Potain, Dieulafoi, Proust, Brouardel y otros higienistas, los cuales, iban al Congreso Internacional de Higiene en Viena, Liceaga quiso asistir a dicho congreso aunque México no tenía relaciones con Austria, y con ayuda del embajador de España en Viena, el Sr. Merry del Val consiguió hacerlo. Estuvo en Bélgica, Italia, Alemania, visitando siempre a las eminencias científicas de la época, regresó a París, donde por su cuenta y riesgo fue a estudiar al Instituto Pasteur las técnicas de preparación de la vacuna antirrábica y todos sus secretos. Con una recomendación del Doctor Roux pudo seguir paso a paso todas las técnicas y prácticas de inoculación en el conejo, tomando el líquido de la médula de otros conejos que habían muerto por la rabia; al sentirse Liceaga competente en el asunto, motu propio, pidió que se le obsequiara el cerebro de un conejo muerto por la inoculación de rabia, lo colocó en un frasco esterilizado, con glicerina esterilizada, y lo sacó del Instituto el 20 de enero de 1888, víspera de su embarque en Saint Nazaire, para volver con él a México. Colocó el frasco con su preciado tesoro en un camarote vacío del buque, cuidando que la temperatura del lugar fuera siempre fría, procurando esto permanentemente hasta su llegada a México el 8 de febrero de 1888. El día 18 del mismo mes, convocó a sus colegas del Consejo Médico y a todas las personas que quisieran observarlo e hizo la primera inoculación en el Continente Americano en el cerebro de un conejo y programó la observación del animal, al octavo día de la inoculación el conejo había muerto, repitió la inoculación sucesiva de otros conejos con ayuda del Dr. Arellano y al tener el número necesario de médulas disecadas en las mismas exactas condiciones de las del Instituto Pasteur, se preparó y se aplicó la primera vacuna antirrábica en humanos en México y en el Continente Americano. Además de Liceaga, quien tiene un gran mérito en la historia de la vacunación antirrábica y ha pasado inadvertido, está el Doctor Nicolás Arellano, miembro del Consejo Superior de Salubridad de México, quien colaboró íntimamente con el Doctor Liceaga en la inoculación de los conejos; es importante señalar que Arellano pensó muy atinadamente que si el cerebro traído en glicerina conservó su virulencia por 32 días de transportación, bien podían conservarse las médulas desecadas en la glicerina estéril; esta feliz idea de Arellano hizo posible preservar las médulas y adelantar la iniciación de las vacunaciones antes del plazo fijado por la técnica de Pasteur, y debe recalcarse, de que esta técnica y método de conservación fue diseñada por el mexicano Dr. Nicolás Arellano, y no como ha pasado a la posteridad como si fuera obra de Calmette. El 23 de abril de 1888 un memorable día en la historia de la rabia en México y en América, el Dr. Liceaga encomendó al eminente sabio Veterinario Dr. Don José de la Luz Gómez, la preparación de la vacuna con la médula desecada de conejo de 12 días por la técnica del Dr. Arellano, y el Dr. Agustín Reyes se encargó de aplicarla y vigilar el curso del tratamiento. La aplicó al niño Isidro Delgadillo, de 12 años de edad, que había sido mordido por un perro rabioso en el pueblo de Texcoco, el cual, con previa autorización de su padre, recibió el tratamiento profiláctico. Documentalmente esta es la primera vacuna antirrábica en aplicada en humanos en México y en todo el Continente Americano. Es muy importante decir que el niño vacunado no contrajo la rabia gracias a la vacunación, y que otras dos personas mordidas por el mismo animal, pero que no fueron vacunadas, murieron por la rabia. El Ministerio de Gobernación estableció un local conveniente para continuar este servicio, y solicitó al Ministerio de Agricultura fundara un criadero de conejos apropiados para preparar la vacuna, y en 1889 se había establecido un Laboratorio en la calle Xicotencatl Nº3, donde el publico podía asistir todos los días para la vacunación gratuita en humanos, advirtiendo "que para evitar abusos en la vacunación de perros se cobraría un peso por inyección", cantidad muy elevada para la época.
Conclusiones: Esto fue el origen del Instituto Antirrábico de México, el primero de América, el cual, estuvo situado en la esquina suroeste del patio inferior del edificio colonial de la ex Aduana de Santo Domingo, donde estaba el Consejo Superior de Salubridad. En 1906, se trasladó a la calle de Moras Nº17 (hoy Bolivia), y en 1937, la elaboración de la vacuna fue encargada al Instituto de Higiene, quedando el primer Centro Antirrábico de México y de la América Continental en dicha calle de los Héroes. Ahí se aplicaban las vacunas y se daban atenciones médicas a las personas mordidas y se hacia la observación de todos y cada uno de los animales sospechosos de rabia. Del mismo modo, y siguiendo el ejemplo de Cuba, se estableció el primer archivo de casos clínicos de humanos mordidos por animales rabiosos, se comenzó con la formación de personal especializado en la inoculación de conejos, la extracción de las médulas espinales, la desecación de las mismas, y la preparación de las vacunas; lo anterior, siempre bajo la vigilancia científica y también paternal del Doctor Veterinario José de la Luz Gómez y del preclaro Médico Doctor Eduardo Liceaga. Cabe decir, que el Dr. Liceaga estudió medicina en México, recibió Medalla de Oro como Primer Premio en todos los cursos de medicina, ocupó todos los puestos públicos y privados que algún medico pudiera desear, y fue modelo de médico, de caballero, de patriota, de hombre de bien y de hombre de estado. El Dr. Liceaga murió de avanzada edad poco tiempo después de escribir sus memorias en 1920. Sirva este modesto trabajo como un homenaje a los distinguidos personajes Veterinarios y Médicos de Cuba y de México, que con su entusiasmo, humanismo y ciencia tuvieron a bien traer a América la vacuna antirrábica como prevención y cura de tan terrible enfermedad. Honor a quien Honor merece: Juan Santos Fernández, Tamayo, Vildosóla, Albarrán, Liceaga, Arellano y José de la Luz Gómez, su interés por la salud de los humanos y de los animales los ha elevado a las más altas cumbres científicas y humanísticas. Existe la versión argentina de que el Dr. Davel hizo lo propio antes, pero sin las formalidades ante la sociedad médica ni ante las autoridades correspondientes, además, de que no existe la documentación oficial al respecto.
Bibliografía
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6. La Real cédula expedida por el Rey Felipe II en Madrid el 24 de noviembre de 1577. ¿Fué ésta cédula la primera ley protectora de animales del continente Americano?
Santiago Aja Guardiola, Beatriz Vaca González
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia. Universidad Nacional Autónoma de México.
Desde la abdicación de su padre, El Rey Don Carlos V en su favor (el 17 de enero de 1566) Don Felipe II, rey en turno, dio algunas cosas de que hablar. Una de ellas, dicha Cédula Real, copiada literalmente por el historiador Don Luis González Obregón, de puño y letra y sacada del tomo XVII, página 116 de la “colección de Documentos inéditos del Archivo de Indias” Madrid, 1872. La cual decía así, al pie de la letra. “El REY.- Por cuanto somos ynformado que en la Nueva España de las Nuestras Indias del Mar Océano se ha comenzado a husar y usa andar en coches y carrozas muchas genetes, y que esto va cada día creciendo, de manera que no se tiene tanta quenta con el exercicio de los cauallos, pues de los mayores ynconbenientes que en aquellas partes pudiera hauer para la fuerza y deffenza de la tierra; visto y platicado aquello sobre ello por Nuestro Consejo de las Indias, y consultado con Nuestra persona, atenta á las dichas caussas, y otras que han parecido muy justas para ello, fue acordado deuiamos mandar esta Nuestra cedula, por la cual mandamos y expresamente prohibimos y defendemos agora, ni de aquí adelante, ninguna ni algunas personas, de qualesquiera estado y condición que sean, no puedan andar ni anden en cochas y carrozas, ni los tengan ni ussen de ellos de manera alguna en la dicha Nueba España ni en otra parte alguna de las dichas Nuestras Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano, sopena que la persona o personas que tuuieran los dichos coches ó carrozas y hussaren de ellos en qualquier manera, por la primera vez caygan e incurran en perdimiento de ellos y de las mulas o cauallos que los guiaren, y en quinientos pesos de oro, aplicando como por la presente los aplicamos, la tercia parte para la persona que lo denunciare, y la otra tercia parte pare el juez que lo sentenciare; y por la segunda vez la pena se doblada, y la aplicaremos en la forma y manera susodicha, y Queremos y Mandamos se execute ansi ynremisiblemente, y que ninguna persona pueda pasar coche o carroza alguna a las dichas Nuestras Indias, ni las hacer ni labrar en ellas ni en parte dellas, sopena de duzientos pesos de oro aplicando en la manera que dicha es; y demas destro, el que lo contrario hiciere, caya e yncurra en pena de destierro perpetuo de las dichas Nuestras Indias; y para que lo susodicho sea publico y notorio y no pueda pretender ignorancia, mandamos que esta Nuestra cedula se lea y pregone publicamente en las gradas de la ciudad de Seuilla y en las ciudades de México, de la Nueba España y la de los Reyes de las prouincias del Perú, y en todas las otras Ciudades, donde residen Nuestras reales Audiencias y Chancillerías y los Nuestros Gouernadaores -Fecha en Madrid a veyti y quatro de Nobiembre de mill y quinientos y setenta y siete años.-Yo el Rey.-Por mandato de su Magestad: Antonio de Herasso. -Entre renglones para Nuestra Camara y Fisco, y otra tercia parte.-Corregido con su original, -Joan Baptista de la Gasca”. Es absolutamente obvio que para mover aquellos coches y carrozas eran empleados caballos, mulas y asnos, según fuera el tipo de transporte y de carga; asimismo, lo anterior dependía a ciencia cierta de la alcurnia, de la clase social e incluso del poder económico de los amos o propietarios de tales vehículos de transporte. El Rey Felipe II, luego de consultar y platicar (sic) del tema, dicta y firma dicha Cédula para que se pregone públicamente. Leyendo con cuidado las diversas partes de ésta disposición Real, puede deducirse con seguridad que había sido meditado el tema, y, que la esencia de éste documento estriba en la idea expresada así “...de manera que no se tiene tanta quenta con el exercicio de los cauallos, pues de los mayores ynconbenientes que en aquellas partes podía hauer para la fuerza y deffenza de la tierra;...”, dando una grandísima importancia al bienestar de los animales, -en especial forma a los equinos-, sobreponiendo el buen trato y la comodidad de los animales, -léase, caballos, mulas y asnos-, a las costumbres confortables de los vasallos de la Nueva España e Indias. La lectura y el análisis de los primeros renglones de dicha Cédula atestiguan la bien ganada fama de Felipe II como admirador y amante de los caballos, a los cuales llamaba “fuerza y deffenza de la tierra”, lo que confirma aún más, que Felipe II tenía mayores consideraciones a los équidos, ya que confiaba más en al fuerza y nobleza de éstos para defender el reino, que en la fidelidad de los pensantes. A ciencia cierta no se sabe cuales fueron los criterios tomados por Felipe II para dictar dicha resolución, pero si se sabe que el Ayuntamiento de la Ciudad apeló de ésta Cédula ante el mismo rey. Quizá fue obedecida por algún tiempo, o fue obedecida de formas caprichosas; el ingenio humano es inagotable para disposición Real cayó en desuso después de un tiempo, tanto por causas desconocidas como por la muerte de Felipe II o porque las distancias geográficas se aprovechaban para cumplir a medias. Recuérdese aquella frase que fue definitoria de toda una época: “obedézcase, pero no se cumpla”, que contiene toda la sal y la gracia de una tajante orden Real que no se reconocía. Aunado a lo anterior, se sabe que a partir de los primeros años del siglo XVII miles de caballos, mulas y asnos, estaban enganchados a coches, carrozas, calesas, limoneras, carretas y otros vehículos, donde paseaban los ricos y no tan ricos de la Colonia, virreyes, arzobispos, miembros del cabildo, terratenientes y comerciantes adinerados, luciendo con presunción los carruajes y mostrando su poder económico o político con los mejores caballos, aquellos caballos tan queridos por el Rey Felipe II. Cabe señalar la dureza de los castigos “por la primera vez” y ”por la segunda vez” para aquellos que incumplieran las disposiciones de la Real Cédula, ya que tal castigo era la pérdida o la incautación tanto de coches, carrozas y animales, así como, de un alto valor en castigo económico. La resolución era extremadamente severa, ya que ni se podían usar, ni tener, ni fabricar, los coches y carrozas, -incluso, estaba prohibido fabricar partes de estos (“refacciones”)-; la pena para los que incurrían en el acatamiento de la Cédula real era “destierro perpetuo de las dichas Nuestras Indias...” , lo que parece ser una exageración. Como colofón pueden plantearse algunas preguntas: ¿Qué hicieron los propietarios con los multicitados vehículos?, ¿Los quemaron, destruyeron, desbarrancaron?, ¿Qué sucedió entre nobles, altos dignatarios, ricos gente acomodada, comerciantes poderosos; cuántas habladurías y murmuraciones se desatarían?, ¿Qué sucedió con el gremio de los carroceros constructores, a qué oficio se dedicaron?. En fin, el espíritu propio de la Cédula estaba centrado en el bienestar de los caballos, dicho ad pedem literae: “de manera que no se tiene tanta quenta con el exercicio de los cauallos, pues de los mayores yncobenientes que en aquellas partes podía hauer para la fuerza y deffenza de la tierra”
Santiago Aja Guardiola, Beatriz Vaca González
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia. Universidad Nacional Autónoma de México.
Desde la abdicación de su padre, El Rey Don Carlos V en su favor (el 17 de enero de 1566) Don Felipe II, rey en turno, dio algunas cosas de que hablar. Una de ellas, dicha Cédula Real, copiada literalmente por el historiador Don Luis González Obregón, de puño y letra y sacada del tomo XVII, página 116 de la “colección de Documentos inéditos del Archivo de Indias” Madrid, 1872. La cual decía así, al pie de la letra. “El REY.- Por cuanto somos ynformado que en la Nueva España de las Nuestras Indias del Mar Océano se ha comenzado a husar y usa andar en coches y carrozas muchas genetes, y que esto va cada día creciendo, de manera que no se tiene tanta quenta con el exercicio de los cauallos, pues de los mayores ynconbenientes que en aquellas partes pudiera hauer para la fuerza y deffenza de la tierra; visto y platicado aquello sobre ello por Nuestro Consejo de las Indias, y consultado con Nuestra persona, atenta á las dichas caussas, y otras que han parecido muy justas para ello, fue acordado deuiamos mandar esta Nuestra cedula, por la cual mandamos y expresamente prohibimos y defendemos agora, ni de aquí adelante, ninguna ni algunas personas, de qualesquiera estado y condición que sean, no puedan andar ni anden en cochas y carrozas, ni los tengan ni ussen de ellos de manera alguna en la dicha Nueba España ni en otra parte alguna de las dichas Nuestras Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano, sopena que la persona o personas que tuuieran los dichos coches ó carrozas y hussaren de ellos en qualquier manera, por la primera vez caygan e incurran en perdimiento de ellos y de las mulas o cauallos que los guiaren, y en quinientos pesos de oro, aplicando como por la presente los aplicamos, la tercia parte para la persona que lo denunciare, y la otra tercia parte pare el juez que lo sentenciare; y por la segunda vez la pena se doblada, y la aplicaremos en la forma y manera susodicha, y Queremos y Mandamos se execute ansi ynremisiblemente, y que ninguna persona pueda pasar coche o carroza alguna a las dichas Nuestras Indias, ni las hacer ni labrar en ellas ni en parte dellas, sopena de duzientos pesos de oro aplicando en la manera que dicha es; y demas destro, el que lo contrario hiciere, caya e yncurra en pena de destierro perpetuo de las dichas Nuestras Indias; y para que lo susodicho sea publico y notorio y no pueda pretender ignorancia, mandamos que esta Nuestra cedula se lea y pregone publicamente en las gradas de la ciudad de Seuilla y en las ciudades de México, de la Nueba España y la de los Reyes de las prouincias del Perú, y en todas las otras Ciudades, donde residen Nuestras reales Audiencias y Chancillerías y los Nuestros Gouernadaores -Fecha en Madrid a veyti y quatro de Nobiembre de mill y quinientos y setenta y siete años.-Yo el Rey.-Por mandato de su Magestad: Antonio de Herasso. -Entre renglones para Nuestra Camara y Fisco, y otra tercia parte.-Corregido con su original, -Joan Baptista de la Gasca”. Es absolutamente obvio que para mover aquellos coches y carrozas eran empleados caballos, mulas y asnos, según fuera el tipo de transporte y de carga; asimismo, lo anterior dependía a ciencia cierta de la alcurnia, de la clase social e incluso del poder económico de los amos o propietarios de tales vehículos de transporte. El Rey Felipe II, luego de consultar y platicar (sic) del tema, dicta y firma dicha Cédula para que se pregone públicamente. Leyendo con cuidado las diversas partes de ésta disposición Real, puede deducirse con seguridad que había sido meditado el tema, y, que la esencia de éste documento estriba en la idea expresada así “...de manera que no se tiene tanta quenta con el exercicio de los cauallos, pues de los mayores ynconbenientes que en aquellas partes podía hauer para la fuerza y deffenza de la tierra;...”, dando una grandísima importancia al bienestar de los animales, -en especial forma a los equinos-, sobreponiendo el buen trato y la comodidad de los animales, -léase, caballos, mulas y asnos-, a las costumbres confortables de los vasallos de la Nueva España e Indias. La lectura y el análisis de los primeros renglones de dicha Cédula atestiguan la bien ganada fama de Felipe II como admirador y amante de los caballos, a los cuales llamaba “fuerza y deffenza de la tierra”, lo que confirma aún más, que Felipe II tenía mayores consideraciones a los équidos, ya que confiaba más en al fuerza y nobleza de éstos para defender el reino, que en la fidelidad de los pensantes. A ciencia cierta no se sabe cuales fueron los criterios tomados por Felipe II para dictar dicha resolución, pero si se sabe que el Ayuntamiento de la Ciudad apeló de ésta Cédula ante el mismo rey. Quizá fue obedecida por algún tiempo, o fue obedecida de formas caprichosas; el ingenio humano es inagotable para disposición Real cayó en desuso después de un tiempo, tanto por causas desconocidas como por la muerte de Felipe II o porque las distancias geográficas se aprovechaban para cumplir a medias. Recuérdese aquella frase que fue definitoria de toda una época: “obedézcase, pero no se cumpla”, que contiene toda la sal y la gracia de una tajante orden Real que no se reconocía. Aunado a lo anterior, se sabe que a partir de los primeros años del siglo XVII miles de caballos, mulas y asnos, estaban enganchados a coches, carrozas, calesas, limoneras, carretas y otros vehículos, donde paseaban los ricos y no tan ricos de la Colonia, virreyes, arzobispos, miembros del cabildo, terratenientes y comerciantes adinerados, luciendo con presunción los carruajes y mostrando su poder económico o político con los mejores caballos, aquellos caballos tan queridos por el Rey Felipe II. Cabe señalar la dureza de los castigos “por la primera vez” y ”por la segunda vez” para aquellos que incumplieran las disposiciones de la Real Cédula, ya que tal castigo era la pérdida o la incautación tanto de coches, carrozas y animales, así como, de un alto valor en castigo económico. La resolución era extremadamente severa, ya que ni se podían usar, ni tener, ni fabricar, los coches y carrozas, -incluso, estaba prohibido fabricar partes de estos (“refacciones”)-; la pena para los que incurrían en el acatamiento de la Cédula real era “destierro perpetuo de las dichas Nuestras Indias...” , lo que parece ser una exageración. Como colofón pueden plantearse algunas preguntas: ¿Qué hicieron los propietarios con los multicitados vehículos?, ¿Los quemaron, destruyeron, desbarrancaron?, ¿Qué sucedió entre nobles, altos dignatarios, ricos gente acomodada, comerciantes poderosos; cuántas habladurías y murmuraciones se desatarían?, ¿Qué sucedió con el gremio de los carroceros constructores, a qué oficio se dedicaron?. En fin, el espíritu propio de la Cédula estaba centrado en el bienestar de los caballos, dicho ad pedem literae: “de manera que no se tiene tanta quenta con el exercicio de los cauallos, pues de los mayores yncobenientes que en aquellas partes podía hauer para la fuerza y deffenza de la tierra”
7. Los libros clásicos de la historia de la medicina ¿Son confiables en su contenido?
Santiago Aja Guardiola
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia. Universidad Nacional Autónoma de México.
Antecedentes: Desde tiempo inmemorial, se han recabado escritos “del pasado de la medicina”, tanto la medicina humana, como la medicina veterinaria, según la cómoda “división” creada por el hombre con la intención de separarlas. En realidad, la medicina es una y su historia es la misma, ya sea que se hable del hombre o se hable de los animales. Existe una enorme variedad de legados escritos con infinidad de datos relacionados con la participación, actuación, hallazgos, pruebas, experimentos, etcétera que han sido hechos por todo tipo de “investigadores” durante toda la historia de la humanidad. Es imposible decir cuál libro de historia de la medicina es el “mejor”,…, el “más completo”,…, “el mejor preparado”,…, el ejemplo a seguir, Es característica propia del humano el querer transmitir a la posteridad sobre cualquier asunto o tema del pasado, ya sea remoto o ya sea reciente. Esto, se observa desde aquellos dibujos y ‘escritos’ en las paredes y bóvedas de las más diversas grutas y cuevas distribuidas por el mundo entero. Luego escritas también en piedra, en papiro, en los más diversos tejidos y telas y, en papeles de un sinnúmero de tipos, clases y texturas. Como anécdota importante -por lo curiosa que es- debemos mencionar que un importante, culto, famoso y muy preparado “sabio”, antes de morir, colocó en un cartapacio/sobre cerrado y sellado un libro con el título: “Los secretos más exclusivos y más profundos del arte médico, “ el cual, fue así conservado hasta la muerte del autor. El legado de este personaje, fue anunciado y vendido todavía cerrado y sellado ‘al mejor postor,’ luego de subasta pública-20,000 dólares en oro- El autor del libro y su impresionante e imponente ‘Título’ bien merecían la pena para algunas personas, entre estas, el propio comprador del libro. Pero lo que se desconocía del autor, era su sentido del humor, sobre todo, mortis causa. Cuando el anónimo comprador y nuevo propietario rompió el sello se encontró con un libro completamente en blanco, excepto la primera página en la que se podía leer una nota manuscrita con hermosa letra, que decía: “Conserve la cabeza fresca, los pies calientes y hará empobrecer al mejor médico del mundo.” Cada quién tomará un comentario personal al respecto de este ‘famoso libro,’ que por su muy particular “Titulo,” era extremadamente ‘apetecible y ambicionable´ para determinado tipo de personas, como sucedió con el comprador, nuevo dueño de esa “joya literaria.” ¿En la realidad, que pasa con los libros de historia de cualquier cosa, asunto y tema? Es más que conocido el adagio aquel que reza: “La historia la escriben los vencedores.” Para el autor de este trabajo, la situación es la misma en el caso particular de la ‘Historia de la Medicina,’ ya que con frecuencia, en el contenido literario/histórico de muchos de esos “libros de historia de la medicina,” se leen y encuentran una serie de datos, que no son lo que deberían ser, lo que deberían demostrar y constatar, y un ocasiones, absolutas desviaciones de una realidad histórica. A manera de comentarios/relatoría, trataremos de mencionar algunas de las más frecuentes imprecisiones que aparecen escritas y descritas en los libros de historia de la medicina: a saber: 1) Desde siempre, muchos de los datos referidos en los escritos han sido inventados por el autor, sin haber corroborado dichos datos o comprobado su realidad; 2) Con frecuencia, los autores se refieren a “cosas que han escuchado”, según la tradición de su pueblo, su región geográfica e incluso alterando ‘a conveniencia’ un asunto particular: 3) Es frecuente encontrar que los autores “citan” documentos más antiguos, que simplemente nunca pudieron consultar y a los que nunca tuvieron acceso directo, pero aún así, emiten una errónea ‘opinión histórica; 4) Con enorme frecuencia, no se otorga a los verdaderos participantes de los hechos y hallazgos de la historia de la medicina el lugar que merecen en el devenir de la humanidad. No es raro encontrar que hechos históricos de tal o cual personaje, sean graciosamente atribuidos a otra persona, incluso en otro entorno y en otra región del mundo; 5) Es también frecuente, que por causa de una mala traducción o una mala adaptación entre uno y otro idioma, el nombre del verdadero participante de los hechos, no se vea exactamente protegido por la historia’; esto es común. Dos ejemplos: Andries van Wesel, Andries von Wessel, Andreas Vesalius, Andre Vesalio, Andreas Vesalius, Andrés Vesalio, Otro: Stensen, Stensenen, Stenson, Estenon, Stenon. 6) No es raro encontrar libros de historia de la medicina escritos por autores NO historiadores, sino por personas que “encontraron interesante -y comercial $$- el tema” y resolvieron escribir - con malas y deficientes bases literarias -libros sin ningún valor documental. 7) Lamentablemente, son muchos los casos en que premeditadamente importantes hechos, acciones, actividades y hallazgos logrados en la historia de la medicina algún ¿autor? de un libro con deliberada mala intención -léase perversidad y corrupción--simplemente ignora la profesión del personaje interesado y responsable de los hechos históricos. Este caso es más que frecuente por los pseudohistoriadores de la medicina que, como dicho antes, perversa y corruptamente, mencionan hechos muy importantes de la historia de la medicina, sin mencionar claramente que dichos sabios/investigadores han sido y son médicos veterinarios o biólogos o químicos o físicos. Aquí, algunos ejemplos de citas textuales: “el científico americano Dr. Daniel Elmer Salmon (1850- 1914)”, sin mencionar que era médico veterinario, y, del mismo modo, otro caso semejante:”, León Charles Albert Calmette el descubridor del bacilo de Calmette-Guerin, una forma atenuada de Mycobacterium, ignorando olímpicamente al médico veterinario Camile Guerín, el que, además, creó y desarrolló el tratamiento para tuberculosis a ser aplicado en niños. 8) No es raro también, encontrar en el contenido literario de libros de historia de la medicina, hechos ‘salidos de la mente de algún autor’, con la finalidad de “ser leídos” con morbo. Estos casos son abundantes. 9) Los errores, equivocaciones e inexistencias en las fechas relativas a los hechos históricos son mucho muy frecuentes Es frecuente encontrar que tal o cual persona nació en tal día y en tal año. Sería impropio hacer aquí una relatoría sobre las muchas diferencias -a veces por días o por años- encontradas en fechas de nacimiento de personajes y lo mismo sería el tratar de ejemplificar tantas y tantas fechas de supuestos hechos y sucesos históricos. Simplemente sería una torpeza en este trabajo. 10) Del mismo modo al inciso anterior, sería impropio el tratar de señalar la enorme cantidad de imprecisiones relacionadas con los lugares geográficos, los lugares físicos, las universidades, escuelas e institutos donde se desarrolló algún hecho histórico - importante o no - de la historia de la medicina en cualquier lugar del mundo. En fin, los libros escritos sobre este apasionante tema no dejan de tener y aportar un enorme valor documental de la historia de la medicina, y con ello, una semblanza de la historia de la humanidad y de la historia del mundo. Se anexan aquí, algunos de los muchos libros escritos sobre el tema.
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Santiago Aja Guardiola
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia. Universidad Nacional Autónoma de México.
Antecedentes: Desde tiempo inmemorial, se han recabado escritos “del pasado de la medicina”, tanto la medicina humana, como la medicina veterinaria, según la cómoda “división” creada por el hombre con la intención de separarlas. En realidad, la medicina es una y su historia es la misma, ya sea que se hable del hombre o se hable de los animales. Existe una enorme variedad de legados escritos con infinidad de datos relacionados con la participación, actuación, hallazgos, pruebas, experimentos, etcétera que han sido hechos por todo tipo de “investigadores” durante toda la historia de la humanidad. Es imposible decir cuál libro de historia de la medicina es el “mejor”,…, el “más completo”,…, “el mejor preparado”,…, el ejemplo a seguir, Es característica propia del humano el querer transmitir a la posteridad sobre cualquier asunto o tema del pasado, ya sea remoto o ya sea reciente. Esto, se observa desde aquellos dibujos y ‘escritos’ en las paredes y bóvedas de las más diversas grutas y cuevas distribuidas por el mundo entero. Luego escritas también en piedra, en papiro, en los más diversos tejidos y telas y, en papeles de un sinnúmero de tipos, clases y texturas. Como anécdota importante -por lo curiosa que es- debemos mencionar que un importante, culto, famoso y muy preparado “sabio”, antes de morir, colocó en un cartapacio/sobre cerrado y sellado un libro con el título: “Los secretos más exclusivos y más profundos del arte médico, “ el cual, fue así conservado hasta la muerte del autor. El legado de este personaje, fue anunciado y vendido todavía cerrado y sellado ‘al mejor postor,’ luego de subasta pública-20,000 dólares en oro- El autor del libro y su impresionante e imponente ‘Título’ bien merecían la pena para algunas personas, entre estas, el propio comprador del libro. Pero lo que se desconocía del autor, era su sentido del humor, sobre todo, mortis causa. Cuando el anónimo comprador y nuevo propietario rompió el sello se encontró con un libro completamente en blanco, excepto la primera página en la que se podía leer una nota manuscrita con hermosa letra, que decía: “Conserve la cabeza fresca, los pies calientes y hará empobrecer al mejor médico del mundo.” Cada quién tomará un comentario personal al respecto de este ‘famoso libro,’ que por su muy particular “Titulo,” era extremadamente ‘apetecible y ambicionable´ para determinado tipo de personas, como sucedió con el comprador, nuevo dueño de esa “joya literaria.” ¿En la realidad, que pasa con los libros de historia de cualquier cosa, asunto y tema? Es más que conocido el adagio aquel que reza: “La historia la escriben los vencedores.” Para el autor de este trabajo, la situación es la misma en el caso particular de la ‘Historia de la Medicina,’ ya que con frecuencia, en el contenido literario/histórico de muchos de esos “libros de historia de la medicina,” se leen y encuentran una serie de datos, que no son lo que deberían ser, lo que deberían demostrar y constatar, y un ocasiones, absolutas desviaciones de una realidad histórica. A manera de comentarios/relatoría, trataremos de mencionar algunas de las más frecuentes imprecisiones que aparecen escritas y descritas en los libros de historia de la medicina: a saber: 1) Desde siempre, muchos de los datos referidos en los escritos han sido inventados por el autor, sin haber corroborado dichos datos o comprobado su realidad; 2) Con frecuencia, los autores se refieren a “cosas que han escuchado”, según la tradición de su pueblo, su región geográfica e incluso alterando ‘a conveniencia’ un asunto particular: 3) Es frecuente encontrar que los autores “citan” documentos más antiguos, que simplemente nunca pudieron consultar y a los que nunca tuvieron acceso directo, pero aún así, emiten una errónea ‘opinión histórica; 4) Con enorme frecuencia, no se otorga a los verdaderos participantes de los hechos y hallazgos de la historia de la medicina el lugar que merecen en el devenir de la humanidad. No es raro encontrar que hechos históricos de tal o cual personaje, sean graciosamente atribuidos a otra persona, incluso en otro entorno y en otra región del mundo; 5) Es también frecuente, que por causa de una mala traducción o una mala adaptación entre uno y otro idioma, el nombre del verdadero participante de los hechos, no se vea exactamente protegido por la historia’; esto es común. Dos ejemplos: Andries van Wesel, Andries von Wessel, Andreas Vesalius, Andre Vesalio, Andreas Vesalius, Andrés Vesalio, Otro: Stensen, Stensenen, Stenson, Estenon, Stenon. 6) No es raro encontrar libros de historia de la medicina escritos por autores NO historiadores, sino por personas que “encontraron interesante -y comercial $$- el tema” y resolvieron escribir - con malas y deficientes bases literarias -libros sin ningún valor documental. 7) Lamentablemente, son muchos los casos en que premeditadamente importantes hechos, acciones, actividades y hallazgos logrados en la historia de la medicina algún ¿autor? de un libro con deliberada mala intención -léase perversidad y corrupción--simplemente ignora la profesión del personaje interesado y responsable de los hechos históricos. Este caso es más que frecuente por los pseudohistoriadores de la medicina que, como dicho antes, perversa y corruptamente, mencionan hechos muy importantes de la historia de la medicina, sin mencionar claramente que dichos sabios/investigadores han sido y son médicos veterinarios o biólogos o químicos o físicos. Aquí, algunos ejemplos de citas textuales: “el científico americano Dr. Daniel Elmer Salmon (1850- 1914)”, sin mencionar que era médico veterinario, y, del mismo modo, otro caso semejante:”, León Charles Albert Calmette el descubridor del bacilo de Calmette-Guerin, una forma atenuada de Mycobacterium, ignorando olímpicamente al médico veterinario Camile Guerín, el que, además, creó y desarrolló el tratamiento para tuberculosis a ser aplicado en niños. 8) No es raro también, encontrar en el contenido literario de libros de historia de la medicina, hechos ‘salidos de la mente de algún autor’, con la finalidad de “ser leídos” con morbo. Estos casos son abundantes. 9) Los errores, equivocaciones e inexistencias en las fechas relativas a los hechos históricos son mucho muy frecuentes Es frecuente encontrar que tal o cual persona nació en tal día y en tal año. Sería impropio hacer aquí una relatoría sobre las muchas diferencias -a veces por días o por años- encontradas en fechas de nacimiento de personajes y lo mismo sería el tratar de ejemplificar tantas y tantas fechas de supuestos hechos y sucesos históricos. Simplemente sería una torpeza en este trabajo. 10) Del mismo modo al inciso anterior, sería impropio el tratar de señalar la enorme cantidad de imprecisiones relacionadas con los lugares geográficos, los lugares físicos, las universidades, escuelas e institutos donde se desarrolló algún hecho histórico - importante o no - de la historia de la medicina en cualquier lugar del mundo. En fin, los libros escritos sobre este apasionante tema no dejan de tener y aportar un enorme valor documental de la historia de la medicina, y con ello, una semblanza de la historia de la humanidad y de la historia del mundo. Se anexan aquí, algunos de los muchos libros escritos sobre el tema.
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8. Origen histórico de los Términos Anatómicos
Santiago Aja Guardiola
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), México DF
Antecedentes: El aprendizaje y la enseñanza de las diversas “Anatomías” siempre han sido considerados como ‘áridos, difíciles y sin atractivo’. El autor de este trabajo defiende fuertemente que esa posible “aridez” de la que ha sido rodeado su estudio suele ser ‘disuelta’ con la sola mención ante los alumnos del origen u orígenes de tal o cual término anatómico, contenido dentro de las nomenclaturas anatómicas de uso internacional (Nomina Anatómica: NA, Nomina Anatomica Veternaria: NAV, Nomina Histologica: NH, Nomina Histologica Veterinaria: NHV, Nomina Embriologica: NH, Nomina Embriologica Veterinaria: NHV:, Nómina Dismorfica: ND, Nomina Anatomica Avium: NAA, Nomina Citologica, NC).y obviamente, dentro de la literatura anatómica de empleo frecuente en Escuelas, Facultades e Institutos de enseñanza de la Anatomía. Tradicionalmente a los elementos y estructuras anatómicas se les ha relacionado y comparado con objetos y cosas, algunas de ellas existentes, y las más de las veces, otorgándoles una identidad imaginativa, mitológica y hasta mágica. Se han hecho símiles y comparaciones de los más diversos tipos, que han permanecido en la literatura anatómica por siglos, nominando las estructuras orgánicas sin dar una identidad descriptiva, pero por su universalidad serían improbables de cambiarse en la actualidad. Este principio elemental ya hace interesante la enseñanza y aprendizaje de la Anatomía, porque otorga un gran atractivo a la adquisición del conocimiento anatómico, envolviéndolo dentro de la “curiosidad natural” del hombre por saber el origen de sus hallazgos, en este caso, anatómicos. Desde tiempo inmemorial existe una serie de términos que indican y dan identidad a las estructuras de los seres vivos, muchos de ellos otorgándole una identidad lógica a tal o cual estructura, y muchos otros nombres, oscureciendo a deformando la realidad morfológica. Una gran cantidad de los nombres adoptados como términos de identidad morfológica se han conservado por siglos y son respetados como tales en su universalidad aunque no en su lógica definitoria; así puede verse que "arteria" significa "llena de aire", porque los primeros curiosos de la Anatomía las encontraban como tubos huecos dentro de los cadáveres de animales y humanos. Baste este ejemplo, para pensar que tales nombres no podrán ser cambiados por su real universalidad y lógica, pero existe una gran cantidad de términos morfológicos que son erróneos, inexistentes o son graves deformaciones, de la realidad. El objetivo de este trabajo es poner en evidencia algunos de los muchos errores y deformaciones que ocurren en la enseñanza de la Veterinaria en todo el mundo científico y académico, por la falta de lógica e interés por conocer la realidad y por el desinterés por actualizarse en la nomenclatura, situación, que resulta en un deterioro de la enseñanza y del aprendizaje, incrementado, aún más, porque no se le agrega “un algo más”, “un plus”, como se dice ahora a la breve, sucinta, -pero por demás beneficiosa-, explicación del origen de los términos anatómicos, que dará ese atractivo antes mencionado, para gusto del estudiante y lucimiento del docente. Es obvio, que práctica y operativamente no es posible hacer esto con todas y cada una de las estructuras anatómicas de humano, animales y vegetales, pero bien empleado el recurso “del origen”, resultará en despertar el interés de los alumnos por ampliar e incrementar su incipiente cultura biomédica, haciéndolos sentirse profesionales desde el propio inicio de su carrera. De la experiencia propia de cada uno de los autores (el más veterano con 40 años de docencia y el más joven con diez años, se obtuvieron cuatro grupos de resultados englobados como: a) epónimos, b) errores tradicionales y repetitivos, c) traducción y translación inadecuadas, y d) inexistencias. Como muchos de los errores entran en la combinación de dos o más de los grupos antes mencionados, nos limitaremos a hacer referencia de algunos de los más significativos e interesantes e importantes. En varios países se menciona diariamente al glomérulo de Shumlyansky en lugar de Malpigio, ya que los rusos defienden que el primer epónimo es acertado por haber sido el "verdadero" descubridor del llamado glomérulo renal en forma lógica y descriptiva. Se menciona como óvulo de Baer al óvulo del humano y de mamíferos, siendo los mismos rusos los defensores del término, alegando que Baer "se anticipó" a Darwin, Wolf, y todos los demás en sus investigaciones, siendo curioso que aún no había nacido Baer, cuando Wolf ya había muerto, curiosa anticipación. Durante muchos años cundió la moda de poner un término epónimo a las estructuras que se habían estado describiendo dentro de la morfología en los animales y el hombre, cayendo en absurdos tales como en una sola estructura pudiesen tener varios epónimos calificativos al mismo tiempo: sirva de ejemplo de esto, el pliegue lagrimal (N.A. 1980), es un pliegue de la mucosa pituitaria al nivel de la desembocadura del ducto naso-lagrimal en la cavidad nasal, y del cual, se encontraron nada menos que nueve nombres epónimos diferentes, que son: válvula de Beraud, de Bianchi, de Bochdalek, de Foltz, de Hasner, de Huschke, de Krause, de Rosenmuller, de Toifeller, términos todos los anteriores, sin ningún valor descriptivo ni morfológico. Aunado a lo anterior, debe de citarse, que en muchos de los casos epónimos existen varias estructuras señaladas con el mismo nombre propio, como se encuentra más de diez para His, Golgi o Reil, más de quince para Sartorini, e inclusive, más de treinta para Morgagni o Malpigio, lo cual da una idea de lo impropio del uso de epónimos, ya que no son términos descriptivos y fáciles de retener por su ilógica formación para la enseñanza. Es importante señalar, que en muchos casos ni siquiera "se hace el honor" a un investigador morfológico añadiendo un término a un epónimo, porque éste ha sido deformado de paso por los idiomas, y el término, ni por asomo, se parece al original. Sirva de ejemplo: el fraile de apellido Stenon, ha sido deformado entre otras formas a "Stensen, Stenson, Stensenen, Estenon", lo cual agrava la oportunidad de adquirir el conocimiento, causando confusión. También se encontraron muchos epónimos que por su falta de descripción no han podido ser registrados con un término equivalente en latín de la terminología anatómica mundial.
Cuando la imaginación se proyecta a los órganos de los sentidos, y muy en especial al sentido de la vista, se encuentran términos tan específicos como: locus "ceruleus" de color azul cielo; el núcleo "rubro" de color rojo; la susbtantia cinerea o el tuber cínereum, de color gris; el locus niger o a susbtantia nigra de color negro: el cuerpo lúteo de color amarillo, lo mismo que la aponeurosis flava; finalmente, la túnica albugínea será blanca.
Cuando la imaginación alcanza sus más altos vuelos, es el colmo, ya que se llegan a exquisiteces como: "venas angelicales", que son las venas frontoparietales, que durante el Renacimiento se pintaban frecuentemente a los niños vestidos de ángeles que aparecen en la arquitectura, pintura y escultura de la época. El término "músculo" es por demás curioso, ya que proviene del diminutivo de mus, que es el ratón doméstico. El "tálamo" correspondía a la cámara interna del hogar romano. "Meninge" es un término griego que significa "membrana". "Pudendo" está relacionado con la vergüenza humana, con el sentimiento de pudor. La “salida de la muela del juicio" ó tercer molar es por demás simpática en su sentido anátomo-funcional, por el dolor que produce su erupción. Y dentro del tema de la mitología se encuentra también el término "asta de Ammón", que es un dios egipcio con cuerpo de humano y cabeza de oveja. El "Monte de Venus" se refiere a la diosa griega del amor. De gran imaginación son los términos semilunar, "estelar o solar", en los que se comparan estructuras anatómicas con los astros del firmamento. Sirvan los anteriores como un breve ejemplo. Por su situación dentro del cuerpo se han desarrollado términos como: la "medula" que es el meollo ó lo que está adentro; la "pleura" que se refiere al lado; "el hueso femoral es la base ósea del fémur, que significa muslo; "cigomático" se relaciona con el pómulo. Algunos nombres están adaptados para el aprendizaje de la misma Geografía, encontrando: la "insuIa" como estructura aparte, como una isla; del mismo modo, se encuentra el "seno", golfo, como un ensanchamiento vascular venoso; y el término "vallécula", como vallecito, ó "fovea" como fosa. Quedan aún términos por demás antiguos como "arteria" que significa estar llena de aire, "vena" que proviene del término "plena", es decir, que está llena; ó el término "vena cava" que quiere decir vena hueca.
Existen además muchos términos que por las diversas condiciones han sido modificados, aquí un ejemplo: la "arteria orta", es decir, la arteria recta, dado su nombre por la dirección que tiene al salir del corazón y dirigirse a la cavidad abdominal. Fue escrita muchos años con ambas palabras, tal cual, "arteria orta", posteriormente se escribía la abreviatura de las palabras como A. Orta y luego con la costumbre, desapareció el punto ortográfico, quedando la palabra Aorta, es decir , que la palabra actual se escribe A. Aorta, o sea "Arteria Arteriaorta". Existen términos relacionados con una actividad, así están, por ejemplo: "esfínter", que significa "bien apretado"; "ovario", que forma huevos; "matriz", es un molde donde se forma algo; "mandíbula" viene de mandere, masticar; "ginglimo", que actúa como bisagra; "acueducto", que conduce agua; "embrión", significa hincharse ó crecer; "feto" es dar a luz, parir; "ligamento", es una atadura que une; "víscera" es lo que está adentro; "tendón" provienen de estirar; "yugular" es el lugar anatómico donde se coloca el yugo en los animales de labranza. Por su consistencia y apariencia existen términos como: "esqueleto", que parece como estacas o varas secas, (si se piensa en un esqueleto tirado en el campo, inmediatamente viene la idea de tal imagen); "aracnoides" como una telaraña; petroso" de consistencia de piedra; "vítreo" como vidrio; "esclera" muy duro; "córnea" de consistencia de cuerno.
Estructuras comparadas con animales o vegetales están, por ejemplo: la "cauda equina" hecha la similitud con la cola de caballo; "calcar avis" con el espolón del gallo, "calamus scriptorius" semejante a una plumilla de ave para escribir; "esfenoides" parecido a mariposa; "pampiniforme" como los sarcillos de la vid; "pisiforme" en forma de guisante, chícharo; "núcleo" de nuez; "trago" relativo a la cabra; "cóclea" como un caracol; "balano" y "glande" ambos significan bellota: "úvula" semejantes a la uva; los músculos "Iumbricales" como lombrices de tierra; la "Iente" del ojo, parecida a una lenteja; "coracoides" como de cuervo, y "coronoides" como pico de cuervo: "hipocampo" como caballito de mar. Existen innumerables condiciones relacionadas y comparadas con la forma de las más diversas cosas, así tenemos: "esternón", como el sternum que es la coraza metálica ó de cuero que usaron las legiones romanas sobre el pecho, "corniculado" en forma de cuerno; "denticulado ú odontoides" en forma de diente; "fascia", semejante a una banda o cinta, lo mismo que "tenia"; una "fontanela", parecida a una fuentecita; foramen es una perforación; un foramen "Iacerum" que tiene forma rasgada en su apariencia; la "linfa" que asemeja al agua clara; el "útero" como una bolsa de cuero; un "folículo" como diminutivo de bolsa; las venas "vorticosas" en forma de espiral, de vórtice o remolino; "túber y tubérculo" con nódulos redondeados como una papa; los procesos "mamilares" como un pezón o papila mamaria; "sarcoplasma", es decir, parecido a carne; el "tentorio" cerebelar como una tienda árabe; y de forma semejante a un "palio", como la tela que cubre a un dignatario; una válvula "sigmoide", se parece a la letra sigma griega; serán por demás obvios los términos: yunque, martillo y estibo para los huesecillos del oído, lo mismo que el "Ienticular" en forma de lente; la condición "unciforme" como un gancho; lo mismo que el "uncus" de la porción final del hipocampo; "navicular", es que parece un pequeño barco; "mitral" parece ser el gorro que usan los Obispos; "mitocondria" es un gránulo pequeño. "Romboides" tiene la forma cuadrangular del rombo; el agujero "redondo" dice su forma característica; el "estómago" es el orificio ó abertura después del esófago; "clinoide" tiene el caprichoso significado de parecerse a la columna de una cama antigua; las venas "arcuatas" tiene la forma del arco para la guerra; el "maleolo" se parece al martillo; los "calices" renales tienen la forma de una copa o vaso de pies; "semilunar" indica en forma de media luna; la "fenestra" oval, es la ventana oval; la "tibia" es como la flauta del pastor; el cartílago "cricoides" tiene forma de anillo; la lámina "cribosa" está perforada como cedazo ó coladera; "cotiledón" y "cotiloide" tienen la forma de hueco o excavación de copa; un "sesamoideo" tiene la relativa forma de la semilla del sésamo; una "ulna" y una "fíbula" son para romanos y griegos el mismo utensilio, llamado alfiler en la época actual. Frecuentemente se encuentran términos erróneos, como es el caso de la "Iámina dental" para denominar al pulvin dental de los rumiantes adultos, siendo que el término de lámina dental es específico para las estructuras embrionarias. Más grave es aún emplear el término "placentoma" cuando se menciona la estructura ontogenética que se forma por la unión de la carúncula materna con el cotiledón del feto, ya que el término "placentoma" es una entidad patológica-neoplásica, siendo el nombre apropiado el de "placentorno" (Placentomus). Aquí cabe también el problema frecuente de la mala traducción, ya que el término se imprimió por vez primera en alemán como "plazentom" y se “tradujo” al inglés como "placentome", y, al pasar al español, se adoptó erróneamente con la terminación "placentorna"; posteriormente, al latinizarlo, lógicamente se resolvió como "placentomo," que es descriptivo y denota normalidad, no una patología relacionada con neoplasia/cáncer. No es posible que aparezcan en los animales domésticos términos como: músculo corrugador, o cavidad orofaringea, o aorta superior (aorta cranialis), porque no existe la oportunidad de que ocurran y sean realmente así. Del mismo modo, ocurren condiciones inexistentes e ilógicas como es el caso de la glándula "submandibular", concepto por todos lados inapropiado, porque no está “debajo” de la mandíbula, sino alojada en la porción posterior en humano (caudal en animales) entre las ramas de la mandíbula. En la Anatomía microscópica encuéntrase aún mayor desinformación y errores que confunden: Aquí sería prolijo hacer una detallada relación, y solamente se mencionarán unos cuantos ejemplos: al cuerpo multitubular algunos le llaman todavía "cuerpo de Weibel‑Palade". A los corpúsculos de la cromatina sexual del núcleo, se les llama erróneamente corpúsculos de Barr. En el tejido muscular estriado cardiaco aparecen las miofibrillas conducentes cardiacas, mal llamadas "fibras de Purkinje"; del mismo modo, ocurre con los miocitos conducentes cardiacos mala llamados como células de Purkinje.
Hechas las anteriores observaciones, es muy importante resaltar que de forma permanente, se siguen y seguirán creado nuevos términos anatómicos para uso en la educación anatómica mundial, y, que el conjunto de estos términos serán parte de más del 80 % del vocabulario científico‑técnico cotidiano del curriculum del (la) futuro (a) Médico (a), Veterinario (a) Enfermero (a), Biólogo (a), Agrónomo (a), Zootecnista, o el Biotecnólogo (a).
Por ello, los autores de este escrito se atreven a hacerlo, y recomiendan algunos sencillos puntos para considerar operativos a los términos anatómicos que se usan actualmente y para los de nueva creación:
1) Que los términos sean descriptivos y universales.
2) Que no se empleen epónimos (nombres propios).
3) Que cuando se emplee la comparación, esta se haga con cosas reales.
4) Que los términos nuevos sean creados con base sólida del conocimiento de las estructuras macro y microscópicas, denotando un origen real y no caprichoso e imaginario.
5) Que todos los docentes de CUALQUIERA DE LAS VARIANTES DE LA ANATOMÍA se actualicen en la nomenclatura internacional, CON BASE EN LAS DIFERENTES NOMENCLATURAS PREPARADAS POR LOS COMITES DEDICADOS A ESTA MISION.
6) Los autores de este trabajo añaden uno más:
Que el empleo del recurso docente de explicar brevemente sobre el origen de los términos anatómicos de algunas de las estructuras estudiadas en el curso, resulte en un incremento del interés para estudiar, aprender y entender la ANATOMIA, EN CUALQUIERA DE SUS VARIANTES, y, con ello, estar inmersos en este tema apasionante, desde estudiantes y por todo lo largo de sus respectivas carreras.
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Santiago Aja Guardiola
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), México DF
Antecedentes: El aprendizaje y la enseñanza de las diversas “Anatomías” siempre han sido considerados como ‘áridos, difíciles y sin atractivo’. El autor de este trabajo defiende fuertemente que esa posible “aridez” de la que ha sido rodeado su estudio suele ser ‘disuelta’ con la sola mención ante los alumnos del origen u orígenes de tal o cual término anatómico, contenido dentro de las nomenclaturas anatómicas de uso internacional (Nomina Anatómica: NA, Nomina Anatomica Veternaria: NAV, Nomina Histologica: NH, Nomina Histologica Veterinaria: NHV, Nomina Embriologica: NH, Nomina Embriologica Veterinaria: NHV:, Nómina Dismorfica: ND, Nomina Anatomica Avium: NAA, Nomina Citologica, NC).y obviamente, dentro de la literatura anatómica de empleo frecuente en Escuelas, Facultades e Institutos de enseñanza de la Anatomía. Tradicionalmente a los elementos y estructuras anatómicas se les ha relacionado y comparado con objetos y cosas, algunas de ellas existentes, y las más de las veces, otorgándoles una identidad imaginativa, mitológica y hasta mágica. Se han hecho símiles y comparaciones de los más diversos tipos, que han permanecido en la literatura anatómica por siglos, nominando las estructuras orgánicas sin dar una identidad descriptiva, pero por su universalidad serían improbables de cambiarse en la actualidad. Este principio elemental ya hace interesante la enseñanza y aprendizaje de la Anatomía, porque otorga un gran atractivo a la adquisición del conocimiento anatómico, envolviéndolo dentro de la “curiosidad natural” del hombre por saber el origen de sus hallazgos, en este caso, anatómicos. Desde tiempo inmemorial existe una serie de términos que indican y dan identidad a las estructuras de los seres vivos, muchos de ellos otorgándole una identidad lógica a tal o cual estructura, y muchos otros nombres, oscureciendo a deformando la realidad morfológica. Una gran cantidad de los nombres adoptados como términos de identidad morfológica se han conservado por siglos y son respetados como tales en su universalidad aunque no en su lógica definitoria; así puede verse que "arteria" significa "llena de aire", porque los primeros curiosos de la Anatomía las encontraban como tubos huecos dentro de los cadáveres de animales y humanos. Baste este ejemplo, para pensar que tales nombres no podrán ser cambiados por su real universalidad y lógica, pero existe una gran cantidad de términos morfológicos que son erróneos, inexistentes o son graves deformaciones, de la realidad. El objetivo de este trabajo es poner en evidencia algunos de los muchos errores y deformaciones que ocurren en la enseñanza de la Veterinaria en todo el mundo científico y académico, por la falta de lógica e interés por conocer la realidad y por el desinterés por actualizarse en la nomenclatura, situación, que resulta en un deterioro de la enseñanza y del aprendizaje, incrementado, aún más, porque no se le agrega “un algo más”, “un plus”, como se dice ahora a la breve, sucinta, -pero por demás beneficiosa-, explicación del origen de los términos anatómicos, que dará ese atractivo antes mencionado, para gusto del estudiante y lucimiento del docente. Es obvio, que práctica y operativamente no es posible hacer esto con todas y cada una de las estructuras anatómicas de humano, animales y vegetales, pero bien empleado el recurso “del origen”, resultará en despertar el interés de los alumnos por ampliar e incrementar su incipiente cultura biomédica, haciéndolos sentirse profesionales desde el propio inicio de su carrera. De la experiencia propia de cada uno de los autores (el más veterano con 40 años de docencia y el más joven con diez años, se obtuvieron cuatro grupos de resultados englobados como: a) epónimos, b) errores tradicionales y repetitivos, c) traducción y translación inadecuadas, y d) inexistencias. Como muchos de los errores entran en la combinación de dos o más de los grupos antes mencionados, nos limitaremos a hacer referencia de algunos de los más significativos e interesantes e importantes. En varios países se menciona diariamente al glomérulo de Shumlyansky en lugar de Malpigio, ya que los rusos defienden que el primer epónimo es acertado por haber sido el "verdadero" descubridor del llamado glomérulo renal en forma lógica y descriptiva. Se menciona como óvulo de Baer al óvulo del humano y de mamíferos, siendo los mismos rusos los defensores del término, alegando que Baer "se anticipó" a Darwin, Wolf, y todos los demás en sus investigaciones, siendo curioso que aún no había nacido Baer, cuando Wolf ya había muerto, curiosa anticipación. Durante muchos años cundió la moda de poner un término epónimo a las estructuras que se habían estado describiendo dentro de la morfología en los animales y el hombre, cayendo en absurdos tales como en una sola estructura pudiesen tener varios epónimos calificativos al mismo tiempo: sirva de ejemplo de esto, el pliegue lagrimal (N.A. 1980), es un pliegue de la mucosa pituitaria al nivel de la desembocadura del ducto naso-lagrimal en la cavidad nasal, y del cual, se encontraron nada menos que nueve nombres epónimos diferentes, que son: válvula de Beraud, de Bianchi, de Bochdalek, de Foltz, de Hasner, de Huschke, de Krause, de Rosenmuller, de Toifeller, términos todos los anteriores, sin ningún valor descriptivo ni morfológico. Aunado a lo anterior, debe de citarse, que en muchos de los casos epónimos existen varias estructuras señaladas con el mismo nombre propio, como se encuentra más de diez para His, Golgi o Reil, más de quince para Sartorini, e inclusive, más de treinta para Morgagni o Malpigio, lo cual da una idea de lo impropio del uso de epónimos, ya que no son términos descriptivos y fáciles de retener por su ilógica formación para la enseñanza. Es importante señalar, que en muchos casos ni siquiera "se hace el honor" a un investigador morfológico añadiendo un término a un epónimo, porque éste ha sido deformado de paso por los idiomas, y el término, ni por asomo, se parece al original. Sirva de ejemplo: el fraile de apellido Stenon, ha sido deformado entre otras formas a "Stensen, Stenson, Stensenen, Estenon", lo cual agrava la oportunidad de adquirir el conocimiento, causando confusión. También se encontraron muchos epónimos que por su falta de descripción no han podido ser registrados con un término equivalente en latín de la terminología anatómica mundial.
Cuando la imaginación se proyecta a los órganos de los sentidos, y muy en especial al sentido de la vista, se encuentran términos tan específicos como: locus "ceruleus" de color azul cielo; el núcleo "rubro" de color rojo; la susbtantia cinerea o el tuber cínereum, de color gris; el locus niger o a susbtantia nigra de color negro: el cuerpo lúteo de color amarillo, lo mismo que la aponeurosis flava; finalmente, la túnica albugínea será blanca.
Cuando la imaginación alcanza sus más altos vuelos, es el colmo, ya que se llegan a exquisiteces como: "venas angelicales", que son las venas frontoparietales, que durante el Renacimiento se pintaban frecuentemente a los niños vestidos de ángeles que aparecen en la arquitectura, pintura y escultura de la época. El término "músculo" es por demás curioso, ya que proviene del diminutivo de mus, que es el ratón doméstico. El "tálamo" correspondía a la cámara interna del hogar romano. "Meninge" es un término griego que significa "membrana". "Pudendo" está relacionado con la vergüenza humana, con el sentimiento de pudor. La “salida de la muela del juicio" ó tercer molar es por demás simpática en su sentido anátomo-funcional, por el dolor que produce su erupción. Y dentro del tema de la mitología se encuentra también el término "asta de Ammón", que es un dios egipcio con cuerpo de humano y cabeza de oveja. El "Monte de Venus" se refiere a la diosa griega del amor. De gran imaginación son los términos semilunar, "estelar o solar", en los que se comparan estructuras anatómicas con los astros del firmamento. Sirvan los anteriores como un breve ejemplo. Por su situación dentro del cuerpo se han desarrollado términos como: la "medula" que es el meollo ó lo que está adentro; la "pleura" que se refiere al lado; "el hueso femoral es la base ósea del fémur, que significa muslo; "cigomático" se relaciona con el pómulo. Algunos nombres están adaptados para el aprendizaje de la misma Geografía, encontrando: la "insuIa" como estructura aparte, como una isla; del mismo modo, se encuentra el "seno", golfo, como un ensanchamiento vascular venoso; y el término "vallécula", como vallecito, ó "fovea" como fosa. Quedan aún términos por demás antiguos como "arteria" que significa estar llena de aire, "vena" que proviene del término "plena", es decir, que está llena; ó el término "vena cava" que quiere decir vena hueca.
Existen además muchos términos que por las diversas condiciones han sido modificados, aquí un ejemplo: la "arteria orta", es decir, la arteria recta, dado su nombre por la dirección que tiene al salir del corazón y dirigirse a la cavidad abdominal. Fue escrita muchos años con ambas palabras, tal cual, "arteria orta", posteriormente se escribía la abreviatura de las palabras como A. Orta y luego con la costumbre, desapareció el punto ortográfico, quedando la palabra Aorta, es decir , que la palabra actual se escribe A. Aorta, o sea "Arteria Arteriaorta". Existen términos relacionados con una actividad, así están, por ejemplo: "esfínter", que significa "bien apretado"; "ovario", que forma huevos; "matriz", es un molde donde se forma algo; "mandíbula" viene de mandere, masticar; "ginglimo", que actúa como bisagra; "acueducto", que conduce agua; "embrión", significa hincharse ó crecer; "feto" es dar a luz, parir; "ligamento", es una atadura que une; "víscera" es lo que está adentro; "tendón" provienen de estirar; "yugular" es el lugar anatómico donde se coloca el yugo en los animales de labranza. Por su consistencia y apariencia existen términos como: "esqueleto", que parece como estacas o varas secas, (si se piensa en un esqueleto tirado en el campo, inmediatamente viene la idea de tal imagen); "aracnoides" como una telaraña; petroso" de consistencia de piedra; "vítreo" como vidrio; "esclera" muy duro; "córnea" de consistencia de cuerno.
Estructuras comparadas con animales o vegetales están, por ejemplo: la "cauda equina" hecha la similitud con la cola de caballo; "calcar avis" con el espolón del gallo, "calamus scriptorius" semejante a una plumilla de ave para escribir; "esfenoides" parecido a mariposa; "pampiniforme" como los sarcillos de la vid; "pisiforme" en forma de guisante, chícharo; "núcleo" de nuez; "trago" relativo a la cabra; "cóclea" como un caracol; "balano" y "glande" ambos significan bellota: "úvula" semejantes a la uva; los músculos "Iumbricales" como lombrices de tierra; la "Iente" del ojo, parecida a una lenteja; "coracoides" como de cuervo, y "coronoides" como pico de cuervo: "hipocampo" como caballito de mar. Existen innumerables condiciones relacionadas y comparadas con la forma de las más diversas cosas, así tenemos: "esternón", como el sternum que es la coraza metálica ó de cuero que usaron las legiones romanas sobre el pecho, "corniculado" en forma de cuerno; "denticulado ú odontoides" en forma de diente; "fascia", semejante a una banda o cinta, lo mismo que "tenia"; una "fontanela", parecida a una fuentecita; foramen es una perforación; un foramen "Iacerum" que tiene forma rasgada en su apariencia; la "linfa" que asemeja al agua clara; el "útero" como una bolsa de cuero; un "folículo" como diminutivo de bolsa; las venas "vorticosas" en forma de espiral, de vórtice o remolino; "túber y tubérculo" con nódulos redondeados como una papa; los procesos "mamilares" como un pezón o papila mamaria; "sarcoplasma", es decir, parecido a carne; el "tentorio" cerebelar como una tienda árabe; y de forma semejante a un "palio", como la tela que cubre a un dignatario; una válvula "sigmoide", se parece a la letra sigma griega; serán por demás obvios los términos: yunque, martillo y estibo para los huesecillos del oído, lo mismo que el "Ienticular" en forma de lente; la condición "unciforme" como un gancho; lo mismo que el "uncus" de la porción final del hipocampo; "navicular", es que parece un pequeño barco; "mitral" parece ser el gorro que usan los Obispos; "mitocondria" es un gránulo pequeño. "Romboides" tiene la forma cuadrangular del rombo; el agujero "redondo" dice su forma característica; el "estómago" es el orificio ó abertura después del esófago; "clinoide" tiene el caprichoso significado de parecerse a la columna de una cama antigua; las venas "arcuatas" tiene la forma del arco para la guerra; el "maleolo" se parece al martillo; los "calices" renales tienen la forma de una copa o vaso de pies; "semilunar" indica en forma de media luna; la "fenestra" oval, es la ventana oval; la "tibia" es como la flauta del pastor; el cartílago "cricoides" tiene forma de anillo; la lámina "cribosa" está perforada como cedazo ó coladera; "cotiledón" y "cotiloide" tienen la forma de hueco o excavación de copa; un "sesamoideo" tiene la relativa forma de la semilla del sésamo; una "ulna" y una "fíbula" son para romanos y griegos el mismo utensilio, llamado alfiler en la época actual. Frecuentemente se encuentran términos erróneos, como es el caso de la "Iámina dental" para denominar al pulvin dental de los rumiantes adultos, siendo que el término de lámina dental es específico para las estructuras embrionarias. Más grave es aún emplear el término "placentoma" cuando se menciona la estructura ontogenética que se forma por la unión de la carúncula materna con el cotiledón del feto, ya que el término "placentoma" es una entidad patológica-neoplásica, siendo el nombre apropiado el de "placentorno" (Placentomus). Aquí cabe también el problema frecuente de la mala traducción, ya que el término se imprimió por vez primera en alemán como "plazentom" y se “tradujo” al inglés como "placentome", y, al pasar al español, se adoptó erróneamente con la terminación "placentorna"; posteriormente, al latinizarlo, lógicamente se resolvió como "placentomo," que es descriptivo y denota normalidad, no una patología relacionada con neoplasia/cáncer. No es posible que aparezcan en los animales domésticos términos como: músculo corrugador, o cavidad orofaringea, o aorta superior (aorta cranialis), porque no existe la oportunidad de que ocurran y sean realmente así. Del mismo modo, ocurren condiciones inexistentes e ilógicas como es el caso de la glándula "submandibular", concepto por todos lados inapropiado, porque no está “debajo” de la mandíbula, sino alojada en la porción posterior en humano (caudal en animales) entre las ramas de la mandíbula. En la Anatomía microscópica encuéntrase aún mayor desinformación y errores que confunden: Aquí sería prolijo hacer una detallada relación, y solamente se mencionarán unos cuantos ejemplos: al cuerpo multitubular algunos le llaman todavía "cuerpo de Weibel‑Palade". A los corpúsculos de la cromatina sexual del núcleo, se les llama erróneamente corpúsculos de Barr. En el tejido muscular estriado cardiaco aparecen las miofibrillas conducentes cardiacas, mal llamadas "fibras de Purkinje"; del mismo modo, ocurre con los miocitos conducentes cardiacos mala llamados como células de Purkinje.
Hechas las anteriores observaciones, es muy importante resaltar que de forma permanente, se siguen y seguirán creado nuevos términos anatómicos para uso en la educación anatómica mundial, y, que el conjunto de estos términos serán parte de más del 80 % del vocabulario científico‑técnico cotidiano del curriculum del (la) futuro (a) Médico (a), Veterinario (a) Enfermero (a), Biólogo (a), Agrónomo (a), Zootecnista, o el Biotecnólogo (a).
Por ello, los autores de este escrito se atreven a hacerlo, y recomiendan algunos sencillos puntos para considerar operativos a los términos anatómicos que se usan actualmente y para los de nueva creación:
1) Que los términos sean descriptivos y universales.
2) Que no se empleen epónimos (nombres propios).
3) Que cuando se emplee la comparación, esta se haga con cosas reales.
4) Que los términos nuevos sean creados con base sólida del conocimiento de las estructuras macro y microscópicas, denotando un origen real y no caprichoso e imaginario.
5) Que todos los docentes de CUALQUIERA DE LAS VARIANTES DE LA ANATOMÍA se actualicen en la nomenclatura internacional, CON BASE EN LAS DIFERENTES NOMENCLATURAS PREPARADAS POR LOS COMITES DEDICADOS A ESTA MISION.
6) Los autores de este trabajo añaden uno más:
Que el empleo del recurso docente de explicar brevemente sobre el origen de los términos anatómicos de algunas de las estructuras estudiadas en el curso, resulte en un incremento del interés para estudiar, aprender y entender la ANATOMIA, EN CUALQUIERA DE SUS VARIANTES, y, con ello, estar inmersos en este tema apasionante, desde estudiantes y por todo lo largo de sus respectivas carreras.
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